El ‘síndrome Errejón’ de Àngels Barceló
«En aquellos años eran pocos quienes lo criticaban desde una posición liberal o de izquierdas»
A finales de 2016, cuando Podemos gozaba de un prestigio enorme entre el grueso mayoritario de los profesionales de la comunicación, Àngels Barceló volvió por un día a TV3 para entrevistar al joven Errejón. Era un formato especial, Fora de sèrie, en el que figuras destacadas de la historia de la cadena elegían a quién querían entrevistar. En total fueron nueve entrevistados.
Si la locutora de la Ser entrevistó a Errejón, Julia Otero lo hizo con Anna Gabriel (CUP); Jordi Basté optó por entrevistar al futbolista Gerard Piqué; Carles Francino al actor y también simpatizante de la CUP, Sergi López, y Andreu Buenafuente a Carles Puigdemont. El único entrevistado que rompía los esquemas fue Pedro J. Ramírez, entrevistado por Josep Cuní.
A ninguna estrella de la televisión se le ocurrió entrevistar a un futbolista del Espanyol, aunque fuera por cambiar un poco y aportar aire nuevo a la cadena. Ni mucho menos, claro está, a un político del PP o Ciudadanos, pese a que en esas fechas la Junta Electoral ya había advertido de que estaban infrarrepresentados en los informativos de los medios públicos de la región. Vamos, el programa especial representó la endogamia habitual de los productos made in TV3.
El caso es que Barceló llevó a Errejón para ilustrar a los catalanes de que en Madrid también hay madrileños que «entienden Cataluña». Era una entrevista amable, de quién veía en el joven político a un intelectual y un líder para regenerar España. Regenerarla a través de unas recetas que por aquel entonces ni siquiera el PSOE se atrevía a defender.
Esa entrevista, en la que por cierto Errejón ya anunciaba la precoz «contradicción» entre persona y personaje, como publicó THE OBJECTIVE, fue un síntoma de lo que ocurría entre tanto gran nombre de la comunicación. Aunque yo era una joven de la generación de los indignados, y con los mismos problemas materiales de todos ellos, no entendía cómo los líderes de opinión podían ver en sus recetas populistas un proyecto renovador. ¿Hasta qué punto era adanismo político, nostalgia de una juventud pérdida o puro complejo de juntaletras?
Solo había que indagar un poco para detectar el sectarismo ideológico y cómo el flirteo con los gobiernos populistas de Sudamérica era una de sus principales características. Además de un ideario caduco, con varios ejemplos prácticos de fracaso. De hecho, más de una década después del 15-M, los problemas de acceso a la vivienda y el paro juvenil están peor que antes. No han podido solventarlo ni aminorarlo pese a entrar en el Gobierno.
En aquellos años eran pocos quienes lo criticaban desde una posición liberal o de izquierdas. Uno de los primeros en alertar del peligro del proyecto de Errejón fue Daniel Gascón, en El País, en su brillante artículo Construir la patria. Jóvenes como Errejón que no habían sucumbido a la moda podemita.
Pero quienes sucumbieron están ahora conmocionados. Solo hay que ver el vídeo de Javier Aroca que circula en X, en el programa de Barceló, tratando de salvar a Podemos de la corrupción moral en la que habría caído Errejón por culpa del «neoliberalismo». Que me perdonen todos ellos -también Rita Maestre- por seguir defendiendo la presunción de inocencia, sin sumarme a ningún linchamiento, hasta que se demuestre lo contrario. Y denunciando lo que siempre me pareció peor de Errejón, que fue su programa político para España.