¿Por qué ha ganado Trump?
«Para enfrentarse al populismo es necesario elevar la vista, olvidarse de los propios complejos ideológicos y de las guerras culturales de abuelo cebolleta»
En tiempos de polarización rampante como los que vivimos, el populismo explota dos estrategias para triunfar electoralmente y ambas son compatibles. La primera es engorilar suficientemente a su electorado como para que acudan en masa a las urnas utilizando todo tipo de trucos emocionales y la segunda es aprovechando los fallos de los rivales para que sus votantes decidan que esa batalla electoral no va con ellos, es decir haciendo que miren para otro lado.
La prueba la tienen en dos elecciones tan lejanas y tan distintas como las norteamericanas y las españolas, dos comicios en los que si nos abstraemos de dichas diferencias técnicas y de sistema electoral y miramos a lo fundamental, las estrategias de Trump y Sánchez han sido clavadas como dos gotas de agua ya que ambos y ante la pasividad de sus rivales políticos se han dedicado a lo mismo, a movilizar con una mano a sus electorados usando todas las herramientas a su alcance, y cuando digo todas me refiero a … todas, mientras que con la otra desincentivaban el voto de sus adversarios.
Así, mientras Trump ha logrado mantener su electorado en las cifras prácticamente exactas a las que logró en 2020 (medio punto de crecimiento), los demócratas han visto como en solo cuatro años se volatilizaban casi once millones de votantes que decidieron que estas elecciones, por lo que sea, no iban con ellos y que por lo tanto no iban a acudir a las urnas. Doce puntos menos que hace cuatro años, que se dice pronto.
«Trump ha sabido llevar a sus votantes marcialmente a las urnas mientras los demócratas hacían todo lo posible para espantar a los suyos en una de las campañas más erráticas y espantosas que se les recuerdan desde su fundación»
Vamos, que dicho en palabras gruesas y a pesar de la euforia trumpista y de las JONS que recorre medio planeta, lo cierto es que lo sucedido en aquel país no ha sido un terremoto político en el que millones de votantes demócratas se hayan convertido de pronto a la fe nacionalpopulista y hayan corrido tras ello de pueblo en pueblo a esparcir la buena nueva, sino algo mucho más terrestre, que ha sabido llevar a sus votantes marcialmente a las urnas mientras los demócratas hacían todo lo posible para espantar a los suyos en una de las campañas más erráticas y espantosas que se les recuerdan desde la fundación del partido en 1828.
Lo que nos demuestra una vez más que ya sea en EEUU, en Polonia o en España, mientras que al populismo, independientemente del disfraz ideológico que adopte en cada país, le basta con construir campañas electorales en las que solamente se dirige a una parte pequeña de la sociedad, para enfrentarse con él con posibilidades de éxito es necesario elevar la vista, olvidarse de los propios complejos ideológicos y de las guerras culturales de abuelo cebolleta y ser capaz de hablarle a toda la sociedad para construir grandes coaliciones de amplia base capaces de derrotar al dragón. Algo que por cierto ya logró Joe Biden en EE.UU hace escasos cuatro años y dos políticos tan distintos como Felipe González y José María Aznar en nuestro país.