THE OBJECTIVE
Antonio Caño

¿Quién gobierna España?

«Sabemos que Mazón no estaba cuando se le necesitaba, pero ¿dónde estaba Sánchez, qué hizo en esas horas, qué órdenes impartió?»

Opinión
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¿Quién gobierna España?

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Ilustración: Alejandra Svriz

Mucho más insistentes y agudos en su propósito, los medios de comunicación contrarios al Partido Popular han sido capaces estos días de establecer con claridad la negligencia del presidente del Gobierno autónomo de la Comunidad Valenciana en la gestión de la catástrofe natural y han sentado la bases para su dimisión. El éxito, por lo demás, no resulta sorprendente, puesto que desde el primer momento se han venido acumulando pruebas de la impericia de ese Gobierno para afrontar una situación que exigía compromiso, coraje y voluntad de servicio público, todo lo que el Rey demostró aquel día y a ellos les falta por completo. Si Feijóo quiere volver a tener legitimidad para pedir la dimisión de alguien, tiene antes que exigírsela a Carlos Mazón, quien ya le complicó mucho la vida en el verano de 2023 al presionar para obtener una rápida autorización para su pacto de gobierno con Vox, lo que, a la postre, frustaría la llegada del líder del PP a la Moncloa. Lo primero que puede reclamarse a quien aspira a gobernar un país es ser capaz de elegir a los mejores y no repetir los errores nepotistas de sus predecesores, cosa que esta crisis ha demostrado que no ocurre.

Pésima jugada, por tanto, para la oposición, que no ha servido como el refugio seguro al que, en una democracia solvente, acuden aquellos que se sienten desamparados por la acción del Gobierno. Y no porque no hayamos sufrido desamparo en las dos últimas semanas, desde que las aguas anegaron varias comarcas de Valencia y Castilla-La Mancha. Y no porque la acción del Gobierno no haya dejado en evidencia toda la soberbia e incapacidad que lo ha caracterizado siempre. Al fracaso del Gobierno local se ha sumado la indiferencia y el cálculo político del Gobierno nacional, lo que ha servido para exponer que el modelo de Estado autonómico, quizá como todos, está diseñado para políticos honestos y esforzados, no para mequetrefes y narcisos.

Como nostálgico de un Estado funcional, mi primera preocupación está dirigida a lo que llamamos Gobierno central, que, hasta donde yo sé, es el único con legitimidad y autoridad para actuar en el conjunto del país. Entiendo que, si hay una inundación en Valencia, un incendio en la Costa Brava o una invasión extranjera en Andalucía, el máximo responsable en hacerle frente es el Gobierno de la nación. Desde hace años defiendo la necesidad de una reforma constitucional que defina el modelo federal que nuestro país requiere y delimite de una vez las competencias de cada una de las administraciones. Pero eso no se ha producido; al contrario, el camino emprendido por quienes gobiernan se dirige más bien hacia un modelo confederal que dejaría casi inerme al poder central. Esa es la voluntad de los socios del Gobierno y tal vez algo de eso se ha visto reflejado en la falta de convicción con la que el Ejecutivo ha encarado su obligación de atender la crisis de Valencia.

Lo cierto es que, al margen de todas las cábalas sobre el modelo de Estado, España sigue teniendo un Gobierno que representa a todos los españoles y debe de velar de igual manera por todos ellos, por encima de cualquier otra administración local o regional, que son meros instrumentos de apoyo y asistencia, útiles cuando cumplen con su función y perfectamente reemplazables cuando no lo hacen. La ley lo permite y el sentido común lo grita de forma desesperada.

Por esa razón, más importante que preguntarse qué hacía Mazón en aquellas infaustas horas, hay que preguntarse qué hacía Pedro Sánchez. Cuando veo la imagen del presidente del Gobierno sentado en los estudios cinematográficos Yash Raj Films de Bombay a la una de la tarde del 29 de octubre, hora a la que ya había sido declarada la alerta roja en Valencia, se me viene a la cabeza aquella otra de George Bush en una escuela el día en el que los terroristas atacaron las Torres Gemelas. Pero Sánchez no se levantó de la reunión; la mantuvo hasta el final y la prolongó con una comparecencia de prensa en la que anunció ayudas económicas… al cine. Y continuó en territorio indio ocho horas más antes de emprender rumbo a Madrid para presidir la primera sesión del gabinete de crisis por el desastre natural a las 12 del mediodía del día 30.

«Más importante que preguntarse qué hacía Mazón en aquellas infaustas horas, hay que preguntarse qué hacía Pedro Sánchez»

¿Qué hizo el presidente del Gobierno en todo ese tiempo? ¿Habló con Mazón para coordinar las acciones más urgentes? ¿Llamó al líder de la oposición para implicarlo en el problema, dada su dimensión y teniendo en cuenta que la principal comunidad afectada estaba gobernada por su partido? ¿Consultó con los jefes de las fuerzas armadas los instrumentos disponibles de forma inmediata? ¿Preguntó a los líderes de otras comunidades vecinas, especialmente Cataluña, si estaban en condiciones de proveer auxilio instantáneo? ¿Convocó una conferencia telemática de presidentes autonómicos para coordinar las posibilidades de ayuda de cada cual? ¿Ordenó al ministro de Asuntos Exteriores recabar la disponibilidad de otros países europeos y de la OTAN? En resumen, ¿cuándo y cómo asumió el presidente del Gobierno el control de la situación?

La información oficial insiste en que se ofreció toda la ayuda que Valencia pudiera necesitar. Lo mismo se hizo con ocasión de los terremotos en Marruecos o Turquía, sólo que en aquellas ocasiones se actuó con mayor diligencia porque, como los propios ministros se encargaron de decir entonces, las primeras horas son cruciales en la evolución de una catástrofe natural.

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