Los peores políticos en los peores momentos
«Ha quedado claro que nos sangran a impuestos para pagar una administración elefantiásica compuesta por personas ineficientes y carentes de empatía»
María Antonieta nunca pronunció la famosa frase de «si no tienen pan, que coman bollos», pero el imaginario popular se la atribuye y ha quedado como epítome de la frivolidad e insensibilidad de las élites, hasta el punto de que algunos autores hablan del Síndrome de María Antonieta para referirse al ensimismamiento egoísta que distancia a los gobernantes del pueblo. Aunque la monarca sea víctima de una fake news, lo cierto es que la frase apócrifa describe perfectamente la actitud de algunos políticos ante la inconmensurable tragedia que están sufriendo los valencianos.
La primera fue Aina Vidal, portavoz de Sumar, que para defender que no se suspendiera el pleno en el que iban a tomar RTVE exclamó: «Los diputados no estamos para ir a achicar agua». En Valencia han bajado al barro personas de toda edad y profesión, pero a su señoría se le antoja que no es tarea para un diputado. No se me ocurre ninguna incompatibilidad entre el cargo y achicar agua y, de hecho, el exdiputado Toni Cantó se ha dedicado a ello, pero parece ser que Aina Vidal -que no tiene ninguna formación académica ni se le conoce trabajo alguno fuera de la política- no está para eso.
El siguiente fue Pedro Sánchez, que tras huir de la zona cero de la catástrofe, incapaz de dar ni una sola palabra de aliento a los afectados o a los voluntarios, dijo: «Si necesita más recursos, que los pida», frase casi calcada a la atribuida a María Antonieta que se tradujo en el imaginario colectivo en «si quieren más ayuda, que la pidan», por lo que todo el equipo de opinión sincronizada se lanzó a exclamar que era un bulo. Más de 20.000 personas han perdido su casa y casi 45.000, sus coches, que se amontonan todavía hoy en algunas calles dificultando el acceso a las viviendas, ¿de verdad no percibe que necesitan toda la ayuda posible? Quizás no, dada su innegable tendencia a verse solo a sí mismo, porque mientras se cuentan por centenas las personas que han perdido a un ser querido, su Sanchidad anunció en rueda de prensa, tras los altercados del día anterior en Paiporta: «Yo estoy bien».
No sé por qué no tendría que estarlo si, a diferencia de los Reyes, ni se manchó los zapatos de barro y el palo que lanzaron ni tan siquiera le rozó, como todos pudimos comprobar, pero los socialistas sacaron una vergonzosa campaña de victimización en la que, entre otras cosas, le pedían al PP que condenaran la violencia contra Sánchez, como si Mazón o los Reyes no hubieran estado expuestos a la misma o, lo que es peor todavía, como si tuviéramos que desviar la atención que la mayoría de los españoles tenemos puesta en los valencianos a las autoridades que pasearon ese día por allí. Y no contentos con eso, se lanzaron a insultar a los voluntarios que se estaban dejando la piel para suplir a un Estado ausente en la zona diciendo que no eran del pueblo sino grupos organizados ultras, aunque luego acabaron deteniendo a vecinos sin ningún tipo de vínculo con la ultraderecha en una bochornosa operación perpetrada por cinco agentes de la unidad de élite antiterrorista que llegaron en helicóptero.
Otra María Antonieta patria es la ministra Ana Redondo, que convocó la tercera reunión para el seguimiento de la DANA en materia de Igualdad (¿?) y en las fotos que colgaron en X se veía que entre sus notas llevaba escrito «este es nuestro momento». Más de 200 fallecidos, personas que lo han perdido todo y el Gobierno considera que esta es su gran oportunidad.
«Se dedican a llamar fachas a los que sí que se han movilizado desde el primer día para intentar ayudar a los afectados»
Así pues, tenemos a gobernantes que actúan como si pertenecieran a la monarquía francesa y que en lugar de organizar a los suyos para recoger comida y para ir a limpiar las calles, alentaron una manifestación de la que expulsaban a los que pedían la dimisión de Sánchez y en la que acabaron llenando de barro y pintura el Palacio de la Generalitat -un edificio del siglo XV considerado Bien de Interés Cultural- e intentando quemar la puerta del Ayuntamiento.
Además, se dedican a llamar fachas a los que sí que se han movilizado desde el primer día para intentar ayudar a los afectados por la tragedia que, tras sus innumerables pérdidas, se han sentido abandonados por un Gobierno ocupado en colocar a sus afines en RTVE -de la misma manera que Mazón no estaba puntual en la reunión por estar negociando la dirección de À punt-; unas víctimas que, encima, deben enfrentarse a robos, por lo que han tenido que crear patrullas ciudadanas que realizan guardias nocturnas para hacer frente a bandas armadas dedicadas al saqueo de tiendas y domicilios.
Lo que se está viviendo estos días no es propio de una democracia occidental y lo que ha quedado claro es que nos sangran a impuestos para pagar una administración elefantiásica compuesta por personas ineficientes y en muchos casos, como el de Pedro Sánchez o el de la consejera de Turismo valenciana, carentes de empatía. María Antonieta nunca pronunció esa frase, pero si se le atribuye a ella es porque era odiada por su frivolidad y su afición a despilfarrar, mientras que aquí tenemos un carísimo Estado plagado de duplicidades y que, ante tragedias como la de la DANA, solo sirve para que todos intenten escurrir el bulto.
Y a un Gobierno que dedica nuestro dinero a pagar una campaña en redes para culpar a sus adversarios o a estampar la cara de Sánchez en las calles al más puro estilo chavista. Ante tanta indignidad, la lección de solidaridad del pueblo español que me hacen pensar en la célebre frase del Cid: «Dios, qué buen vasallo, si oviesse buen señor!» y ante tanta vieja del visillo dedicada a señalar la filiación política –real o inventada- de los que han bajado al barro desde el primer momento para ayudar, yo solo tengo palabras de agradecimiento, cariño y respeto.