Siempre hacen trampas
«Sánchez siempre irá acompañado ya toda su vida por esa frase en la que dijo de la Generalitat que ‘si no tienen recursos suficientes para hacerlo, que los pidan’»
Nunca le ha importado al Gobierno de Pedro Sánchez pisotear consensos, acuerdos, leyes, códigos penales o la mismísima Constitución con tal de sacar adelante sus proyectos. Proyectos que para él no son nunca en definitiva el fin sino más bien el medio para continuar en el poder. Así viene negociando y sacando adelante esas propuestas-chantajes exigidas por sus socios, algunas de las cuales han sido totalmente contrarias a las más mínimas exigencias socialistas. Ni la solidaridad ni la justicia social se han salvado de esas embestidas independentistas que parecían imposible que el Gobierno apoyara tras haber hecho bandera previamente de todo lo contrario. Luego, en tiempo récord, y en un giro marcado con precisión norcoreana, pasaban a ser inmediatamente defendidas por el propio Gobierno como algo propio, necesario y fundamental.
Detrás de todos los giros, mentiras y trampas solo ha habido una máxima: los votos necesarios para su supervivencia. Este es el único y auténtico objetivo que busca Sánchez: seguir en el poder y mantenerse en el poder, a costa de lo que sea. Estos métodos, que serían escandalosos en cualquier democracia occidental y que lo son también para millones de españoles, no provoca rubor en las filas del PSOE. Ahora las votaciones están tan ajustadas que han inventado la necesidad como justificante de todo. Pese a eso han perdido decenas de votaciones en el Congreso, muchas veces a manos de sus propios socios. Necesitan asegurar cuotas de poder y de ahí el asalto a todo tipo de instituciones del Estado. Necesitan cualquier resquicio de poder porque los chantajes de los socios son cada vez más altos. Y, por ende, crecen también los escándalos y casos de corrupción que cercan cada vez más al presidente.
De los muchos adjetivos que recibe nuestro presidente ninguno le describe mejor que el de fajador tramposo. Encaja todos los golpes y sobrevive a ellos con respuestas trampa. Si se abren investigaciones judiciales que ponen en cuestión la actuación de su esposa, es capaz de decir, sin pestañear, que colaborará con la justicia y a continuación querellarse contra el juez, usando incluso a la abogacía del Estado y a la Fiscalía como abogados propios. Si aparecen informaciones de medios críticos sobre escándalos en su Gobierno, en su partido, de su esposa o de su hermano, Sánchez dice que todo son bulos, que el bulo nos invade y retuerce una loable directiva comunitaria para proteger la libertad de prensa hasta reconvertirla en un instrumento que le ayude a controlar a todos esos medios. Si dice que hay que ser transparente en el reparto de la publicidad institucional, hace todo lo contrario, con una cortina de opacidad de las empresas públicas sobre dónde invierten, o creando un fondo de cien millones de euros cuyo uso muchos temen que sea para premiar a esos medios amigos, palmeros y entusiastas del Gobierno.
Ni siquiera la mayor catástrofe natural del último siglo sufrida por España frena a Sánchez. Estamos ante un presidente que ha eludido su deber constitucional de proclamar el estado de emergencia. Nadie puede negar la inutilidad de Carlos Mazón. El presidente valenciano pasará a la historia por su torpeza, su retraso, su pésimo equipo de Gobierno y por esa comilona en la que negociaba con una famosa periodista valenciana la dirección de la tele autonómica mientras fuera del restaurante empezaba el diluvio.
Pero tampoco nadie debe olvidar que el presidente del Gobierno permaneció en un muy discutible segundo plano que, por inacción activa, retrasaba la ayuda más urgente e inmediata de las primeras horas hasta que se la pidieran expresamente. Sánchez siempre irá acompañado ya toda su vida por esa frase en la que dijo de la Generalitat valenciana que «si no tienen recursos suficientes para hacerlo, que los pidan». Un hipócrita sentido de la ayuda ante la urgencia. No es el único.
Entre el torpe y el listo, miles de ciudadanos fueron los damnificados al no recibir inmediatamente una ayuda masiva, primero para rescate, para abastecimiento de agua y comida, para recibir seguridad y ya luego para la reconstrucción. Cuanto más critican los socialistas a Mazón más ponen en evidencia la necesidad que hubo de decretar el estado de emergencia. Por eso necesitan que Mazón siga. Le critican y a la vez les sirve de parapeto de todos los errores del Gobierno central.
Los socialistas no han dejado de hacer trampas en el ajedrez político ni siquiera a la mañana siguiente de la tragedia, cuando ya se conocía la primera cifra de 58 víctimas mortales y se suspendía por unanimidad la sesión de control al Gobierno en el Congreso. Luego de una forma inmoral, el Gobierno y sus socios decían que eso no afectaba a la reforma de RTVE y aprobaban la ley para asaltar el consejo del ente. Trampas que no han cesado. Si el presidente abandonaba la comitiva real por la reacción agresiva de los indignados y olvidados ciudadanos, él, y su ministro de Interior, se inventaban una trama neonazi como supuesta agresora del propio presidente. Supuesta. Según la Guardia Civil, no hubo ninguna trama ultra preparada, ni ha podido encontrar ningún vídeo donde se vea esa agresión. Dice que va a ofrecer máxima e inmediata ayuda a los que se han quedado sin vivienda, ni comercio, ni coche, pero lo cierto es que de los 10.600 millones que ofreció en principio solo se aportaba realmente 2.100, porque 5.000 millones eran en realidad préstamos a devolver del ICO y otros 3.500 eran del Fondo de Compensaciones de las aseguradoras. Eso sí, de paso insinuaba que la DANA ha provocado tales daños que es necesario que le aprueben en los Presupuestos Generales. Trampa. No es necesario. Puede hacerlo.
«No está solo en esta trampa. También estará ausente la vicepresidenta y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera. La gran desaparecida»
Luego ampliaba las ayudas con otros 3.700 millones en un Consejo de Ministros adelantado al lunes por el viaje de Sánchez a la COP en Azerbaiyán. Trampa doble. Por un lado, evidenciaba que también podría haber adelantado el Consejo de Ministros o haber convocado uno extraordinario en los primeros días de la tragedia. Y por otro, evita, de esta forma, evitaba responder a cualquier pregunta en el Congreso sobre la DANA este miércoles.
No está solo en esta trampa. También estará ausente la vicepresidenta y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera. La gran desaparecida. La responsable de la Confederación Hidrográfica del Júcar llevaba dos semanas ausente, silenciosa. Solo unos minutos para una cómoda entrevista en la radio en la que no informó de nada, ni aportó nada y volvió a su escondite antes de la cita en el Parlamento Europeo al que llegaba sin haber explicado nada. Un silencio tan estruendoso que hasta el propio Partido Popular Europeo le ha exigido que explique su actuación en el Congreso español antes de darle a conocer si aprueba para ser la próxima comisaria de Competencia.
Y si hablamos de trampas no podía faltar el ínclito ministro del interior, Grande-Marlaska ha colado de forma sorpresiva en el decreto ley de ayudas por la DANA, para perpetuar en el cargo hasta su cese, y, por tanto, evitar su jubilación obligatoria del jefe operativo de la Policía Nacional, al comisario José Ángel González Jiménez. Marlaska burla la ley con la excusa del despliegue de la Policía Nacional en Valencia. Una nueva trampa de un Gobierno tramposo.
Trampas y mentiras para tapar una inacción vergonzosa de un Gobierno que sigue en el poder, pero que ya hace meses que no gobierna. Sobrevive a base de pagar chantajes inaceptables a sus socios extorsionadores. Tampoco asume responsabilidades de nada. Por eso le molestan tanto la prensa libre y los jueces independientes. Le descubren todas las trampas.