Ya basta socialistas
«Uso partidista de los instrumentos del Estado y utilización descarada de la mentira. Para eso han quedado el PSOE y el Gobierno que dirige Sánchez»
Cumplí los 21 años justo a tiempo para poder votar en las elecciones legislativas de 1977 en las que se eligieron unas Cortes que acabaron siendo constituyentes. Puede decirse que he vivido en plenitud la historia de la actual democracia española y, por haberla vivido, he podido conocer las alteraciones operadas en el cuadro de nuestros partidos políticos observando los que empezaron la Transición, los que aparecieron después, los que desaparecieron, los cambios habidos en cada uno de ellos, las coaliciones electorales que han suscrito…
Pues bien, las dos modificaciones que más me han llamado la atención -una para bien, otra para mal- se han producido en el PSOE. La primera tuvo como protagonista a Felipe González que heredando a un partido casi sin militantes, pues a diferencia del Partido Comunista el de los socialistas no supo o no pudo resistir eficazmente la clandestinidad, lo convirtió con rapidez en un partido de masas. Que recibiendo un partido que se declaraba marxista y abogaba por la nacionalización de la banca o del sector eléctrico entre otros, supo reconvertirlo en una formación socialdemócrata al estilo de sus homólogos europeos. Que situado al frente de una formación que llevaba alejada del poder más de 40 años supo asumir sin traumas el que logró merced a su espectacular triunfo electoral en 1982. Ni soy fan personal de Felipe ni comulgo con sus ideas, pero creo que la historia sabrá reconocerle como un político responsable y un hombre de Estado.
Por el contrario, el segundo cambio operado en el PSOE me parece claramente negativo. Todo empezó con Zapatero que tras el fracaso electoral de Almunia, candidato impuesto por El País al PSOE -Borrell lo sabe bien-, se hizo con las riendas del partido por un puñado de votos. Sus primeros pasos -siempre inocuos, en ocasiones ridículos- le aventuraban un fracaso en las urnas tan grande o mayor que el cosechado por su predecesor, pero el atentado de Atocha y el más intenso agit prop conocido en la historia de España le situaron inesperadamente en La Moncloa.
Ya subido al machito inició con poca fortuna su acción de Gobierno, de lo que como pruebas irrefutables quedan el Decreto Ley de marzo de 2010 -única vez en la que se congelaron las pensiones en España y se bajó el sueldo a los funcionarios- y su salida forzada de la actividad política de primera línea en 2011. Y junto a su fracaso como gobernante, Zapatero protagonizó la segunda reconversión del PSOE que empezó a abrazar todas las causas y movimientos, cualesquiera que fuesen, que él consideraba dañinos para sus rivales. Que el radicalismo ecológico perjudicaba a los partidarios de la libertad de empresa y del libre mercado, que el nacionalismo extremo ponía en peligro las alianzas políticas del PP, que el extremismo feminista dificultaba la acción política de los partidos de centro derecha, que el relativismo moral socavaba los cimientos de la civilización judeocristiana cuyos principios inspiran a los partidos conservados y liberales… pues Zapatero convirtió al PSOE en el partido más radicalmente ecológico, más irracionalmente nacionalista, más extremadamente feminista y más marcadamente relativista. Así de simple, como todo lo que rodea al personaje.
Con semejante actitud, el PSOE fue reconvirtiéndose desde la formación socialdemócrata que configuró Felipe González hacia un conglomerado político de querencias a la contra. Sin ideología nítida y con la exclusiva estrategia de abrazar todo aquello que le pudiera ayudar a alcanzar y mantener el poder. Sobre esta base, Sánchez ha dado un paso más porque al servicio del citado objetivo estratégico no ha dudado en añadirle la absoluta ausencia de escrúpulos, carencia que ha provocado todos los males actuales que lastran a nuestra democracia que, por ser de sobra conocidos, no es preciso reseñar en estos párrafos.
«El PSOE y el Gobierno afrontan la catástrofe con la única finalidad de provocar el máximo daño al PP»
Pero sí quiero resaltar cómo la reciente y dramática catástrofe que ha asolado a Valencia y territorios próximos está permitiendo observar en lo que se ha convertido el PSOE que lidera Sánchez y, por extensión, el Gobierno que encabeza. A mi juicio, es claramente perceptible que la están afrontando con la única finalidad de provocar el máximo daño al Partido Popular aunque para ello tengan que utilizar inadecuadamente -por acción y por omisión- los instrumentos del Estado de los que disponen, mentir descaradamente a la sociedad española, intoxicar a los españoles a través de los medios de comunicación sumisos a su poder -los públicos y los privados- o pagar una campaña de propaganda y publicidad en redes sociales que pretende inculpar exclusivamente a la Generalitat valenciana de las consecuencias provocadas por la maldita DANA.
Pero es lo único que le importa a ese PSOE que remodeló Zapatero y que Sánchez ha acabado por deformar del todo: hacer daño al contrario. No les importa nada más.
Si les importara la seguridad y el bienestar de los valencianos, la ministra y vicepresidenta Ribera sí hubiera acometido las obras públicas de previsión que le recomendaron sus técnicos y que ella desechó aludiendo a que suponían más coste que beneficio y no se hubiera ido a Bruselas en el fragor del desastre a trabajarse el puesto de comisaria europea al que aspira.
Si Sánchez tuviera alguna preocupación por los valencianos no hubiera condicionado el uso de los instrumentos del Estado en su ayuda a la recepción de una solicitud formal, no hubiera dudado en decretar la Emergencia Nacional o sí hubiera convocado un Consejo de Ministros extraordinario en los días siguientes a la riada. Si los valencianos y demás víctimas de la tragedia supusieran algo en la mente de Margarita Robles no se hubiera despachado en su larga entrevista televisiva -a escasas horas del inicio de la debacle- con aquellos de que el Ejército no está para todo ni hubiera criticado reiteradamente al presidente valenciano.
«Esta catástrofe ha servido también para comprobar el permanente recurso de los socialistas a la mentira como arma política»
Pero hay más, porque junto a las acciones y omisiones reseñadas, esta catástrofe ha servido también para comprobar el permanente recurso de los socialistas a la mentira como arma política. No es verdad que Teresa Ribera llamara telefónicamente cuatro veces a Mazón en la tarde de autos, él lo ha desmentido y ella no ha enseñado la prueba de las llamadas. Tampoco es verdad que Sánchez huyera de Paiporta por una agresión porque hasta su huida no había sufrido más que lo mismo que sufrieron los Reyes, exclusivamente algún puñado de barro. Es solo cuando decide escaparse y da inicio a su huida cuando entonces sufre un mayor acoso, tampoco gran cosa, por otra parte. Es también incierto que los que le fueran ultraderechistas organizados, otra mentira más.
En fin, uso partidista de los instrumentos del Estado y utilización descarada de la mentira, lo que he reseñado y muchos más. Para eso han quedado el PSOE y el Gobierno que dirige Sánchez. Pero por la reiteración en su uso y utilización, los socialistas españoles están haciendo un evidente daño a España, están emponzoñando la vida política, están destruyendo nuestra convivencia y están comprometiendo nuestro futuro. Ya está bien, socialistas, basta ya. Creo pertenecer a un numeroso ejército de españoles que no os lo va a perdonar jamás.
Desgraciadamente, un personaje tan tóxico como Sánchez puede desembarcar en cualquier partido, también en cualquier empresa, club deportivo, asociación cultural o comunidad de vecinos, nadie está libre de semejante riesgo. Pero el elemento diferencial es vuestra complicidad con el Sánchez que os ha tocado, ahí está la vuestra. Sin vuestra aquiescencia con el personaje éste sería una anécdota, pero con vuestro apoyo y vuestra colaboración constituye todo un peligro para una nación entera. De modo que cuando él desaparezca del ámbito público, y ojalá sea más pronto que tarde, seréis vosotros los que tendréis que responder. Preparar vuestra respuesta, pues somos muchos los españoles que pensamos pediros explicaciones y exigiros responsabilidades.