THE OBJECTIVE
Félix de Azúa

Cuando recordar es rematar

«Si alguien se interesa en serio por la guerra civil, lo mejor es leer novelas como ‘Me piden que regrese’ de Andrés Trapiello y ‘El día del lobo’ de Antonio Soler»

Opinión
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Cuando recordar es rematar

Ilustración de Alejandra Svriz.

La historia de España es endemoniada (o está poseída) y es conveniente tener una brújula mágica para orientarse en ella. En los últimos tiempos hay, además, una orden ministerial para que recordemos lo que manda el Gobierno, una directiva perfectamente inusitada en el contexto europeo. Por supuesto al Gobierno sólo le importa controlar nuestra memoria sobre la guerra civil, y bastante menos las diecisiete historias locales, varias de ellas míticas y racistas.

Recordar la guerra civil es, en España, un negocio y un elemento de agitprop, o sea, de agitación y propaganda según el modelo que Lenin impuso en la Rusia soviética. En general, las historias de la guerra gozan de buena salud en casi todas las naciones europeas, menos en Alemania, donde no es un género popular sino científico. Sí, en cambio, en Francia, donde cada día aparecen publicaciones sobre la Primera y la Segunda Guerra, a veces honradas y a veces puramente propagandistas del nacionalismo galo.

Aquí se ha traducido hace poco El exilio de los colaboracionistas de Yves Pourcher (Forcola) en el que se cuentan los avatares de aquellos franceses que colaboraron con los nazis y que luego salieron por piernas, aunque no todos. Es una muestra de decencia en un país que ocultó su pasado nazi durante décadas por orden del general De Gaulle.

En España se reanudó la agitprop con la Ley de Memoria Histórica de Zapatero, en 2007. Al principio parecía que podía tener algún aspecto decente, pero pronto se constató que sólo iba a servir para tratar de ganar la guerra civil por parte de los socialistas de Largo Caballero y los comunistas. Se procedió a cambiar nombres de calles con muy poco ingenio y a cometer errores de bulto propios de analfabetos históricos. La ley quedó anulada cuando ganaron los de Rajoy. Y en cuanto Sánchez llegó al poder volvió la agitprop ahora con el nombre de Ley de Memoria Democrática. Todos sabemos lo que la palabra «democracia» significa entre los sanchistas y sus socios, así que la guerra civil vuelve a ser, en este momento, una poza de podredumbre política.

Como es extraordinariamente difícil llegar a un acuerdo objetivo y honrado sobre lo que sucedió en aquellas fechas, hasta el punto de que, en realidad, a nadie le importa lo que sucedió en verdad (¡hace casi cien años!), la actividad de los memorialistas de Sánchez consiste en sacarle el juguito que se le pueda exprimir a los muertos. Si alguien se interesa en serio aún por la guerra civil lo mejor que puede hacer es recurrir a la literatura.

«Las novelas son más honradas y objetivas que las propagandas y agitaciones del sanchismo»

Las novelas son más honradas y objetivas que las propagandas y agitaciones del sanchismo. Valgan dos ejemplos de reciente aparición, ambas creaciones ejemplares sobre el terror que sufrió la población de este país y que desencadenó la sublevación. La primera es la de Andrés Trapiello, Me piden que regrese (Destino), una novela perfecta de alguien que conoce como muy pocas personas la verdad de aquellos años y la escribe con grandeza. En este caso no son los años de la guerra sino de la inmediata posguerra, cuando los EEUU trataban de neutralizar a los individuos más próximos al nazismo dentro del Gobierno de Franco. Personajes sólidos, espléndida reconstrucción del Madrid de los años cuarenta y cincuenta, decencia absoluta sobre los asesinatos y represalias de la época. Una obra magistral en la que ficción y verdad histórica van a la par. Y con un final que desearía firmar Hitchcock.

La lista de TO
Me piden que regrese
Andrés Trapiello Comprar
El día del lobo
Antonio Soler Comprar

El segundo es un libro muy peculiar porque, aunque se presenta como una novela, es en verdad una memoria de los padecimientos de la familia del autor, Antonio Soler, durante la ocupación de Málaga por Queipo de Llano. Su título, El día del lobo (Espasa) anuncia la llegada a la ciudad del lobo feroz. Conocidas son las barbaridades del general en aquella población, tan brutales que llegaron a disgustar incluso al general Franco quien, desde aquel momento, trabajaría para hundir a Queipo. Soler es uno de los más brillantes prosistas del país y sus novelas han sido muy celebradas y premiadas. En esta, distinta a las anteriores, ha puesto más corazón, no en vano es malagueño y allí vive. Es un relato estremecedor y emocionante, con estupendas zonas de ficción, pero absolutamente esclavo de la verdad. El terror es abrumador.

No es el nuestro el único caso en el que la literatura se muestra más honrada que la historia oficial sobre los conflictos nacionales. En Francia, por ejemplo, lo mejor que se ha escrito últimamente sobre la Primera Gran Guerra es la trilogía de Pierre Lemaitre Les enfants du desastre. Es la única obra de las que he leído en la que el autor escapa del chauvinismo galo y muestra con crudeza la inepcia y estupidez criminal de la cúpula militar y la explotación económica y política de los muertos. Ficciones reales.

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