Treinta y tres
«Los 33 escaños que la Comunidad Valenciana envía al Congreso de los Diputados vuelven a estar en juego por la infame gestión de Carlos Mazón en la DANA»
Quienes más me conocen de entre todos ustedes, al leer el título de esta columna habrán pensado inmediatamente que iba a realizar un nuevo homenaje a La Costa Brava, el grupo zaragozano liderado por Sergio Algora a quien mi generación sigue llorando desde que nos dejó a todos huérfanos de sus canciones y poemas el verano de 2008.
Pero no, treinta y tres no solo es el título de uno de los himnos más icónicos de la que sigue siendo una de mis bandas fetiche, sino también el número de diputados que envía la Comunidad Valenciana al Congreso de los Diputados. Y de eso es de lo que voy a hablarles hoy.
Treinta y tres: dieciséis por la provincia de Valencia, doce por la de Alicante y cinco por la de Castellón. Muchos menos de los que eligen Andalucía, Cataluña o Madrid, pero diez más que los que asigna Galicia y catorce más de los que reparte el País Vasco.
Treinta y tres actas que, atendiendo a la escasa competitividad del Partido Popular en los territorios de mayor implantación nacionalista, son determinantes para que los de Feijóo puedan obtener una distancia suficiente como para poder hacerse con el Gobierno en la próxima convocatoria electoral.
Treinta y tres escaños en los que, según todas las encuestas, el PP iba a meter una paliza al PSOE.
«La sola presencia de Mazón en los informativos de las televisiones se ha convertido en el mejor banderín de enganche del PSOE»
Treinta y tres curules que gracias a la infame gestión de Carlos Mazón en la DANA vuelven a estar en juego y sobre los que el PSOE y sus socios de Compromís vuelven a tener serias opciones para obtener más votos que los populares. Algo que no sólo dificultaría, sino que impediría una mayoría suficiente de gobierno en solitario para los populares, articulando una sola posibilidad, un pacto con Vox, que no deja de ser una forma bastante creativa de perder los próximos comicios.
Un escenario que deja a los populares muy pocas opciones más allá de quitarse de encima cuanto antes a Carlos Mazón, cuya sola presencia en los informativos de las televisiones se ha convertido en el mejor banderín de enganche del PSOE y sus socios, y sustituirlo por algún alfil de su poblado banquillo valenciano, en el que no faltan líderes bien valorados por la ciudadanía como la alcaldesa valenciana, María José Catalá, esperando a que estos cambios les permitan volver a crecer electoralmente en la tierra de los Borgia. Un espacio político en el que el PP solo tiene una opción para acceder a la Moncloa: ganar con claridad suficiente como para enjugar la distancia que estos les van a meter en Cataluña y País Vasco.
Y además deben hacerlo cuanto antes tanto por razones electorales como de disciplina orgánica, ya que, recordemos, tres semanas antes de las pasadas elecciones generales fue el ínclito Carlos Mazón quien, saltándose todas las instrucciones estratégicas emitidas por el equipo de Feijóo, llegó a un precipitado pacto de gobierno con Vox que fue el que permitió a Pedro Sánchez articular su campaña electoral contra el monstruo de «la derecha y la ultraderecha» con el resultado que todos conocemos.