Iker Jiménez al menos pidió disculpas
«Es a nosotros, adultos en libertad, a quien nos corresponde elegir cómo, con quién y de quién nos fiamos. Criterio, prudencia y responsabilidad no son moda»
No es cierto que Fernando Aramburu haya muerto por culpa de un infarto y tampoco hay nada de veraz en que un helicóptero se haya estrellado contra el rascacielos más alto de España. Sí es un hecho que ambas noticias fueron publicadas por la Agencia EFE en un grosero error, pero solo un error, perdonable, aunque el perdón, como las hombreras o los bidés, no estén a la moda. Estoy seguro de que es a los periodistas de la agencia estatal de información a los que más les duelen los dos errores publicados en apenas una semana. Y sería fácil intuir lo que hubiesen dicho de otros medios si se hubiera publicado cualquiera de las dos noticias fake.
Igual los moderados habían pedido que se prendiera fuego a la redacción del periódico y los más acalorados que ejecutaran primero a los periodistas para más tarde colgar su cabeza en una pica y mostrarla en la plaza pública. Advertencia de lo que harían con los buleros, si es que se atrevieran esos mamarrachos, a cometer el más mínimo error informativo y con ello provocar el pánico entre los ciudadanos. Pero ha sido EFE quien ha cometido el doble fallo, y hacen bien en pedir disculpas. Porque los medios de comunicación, sanchistas o fachosfericos según la estúpida división de los Savonarolas mediáticos, tienen reglas, códigos y responden por sus actos. Presidente, admiradores y tertulianos afectos, nadie miente impunemente en España.
Y no hablo solo de la vía legal que manda a un informador a los tribunales porque alguien considera que la verdad ha estado ausente en sus palabras, también existe la honradez de un comunicador que rectifica honradamente y hace público su lo siento. Pero la mentira no campa a sus anchas en los medios de comunicación, sí lo hace en las redes como también ocurre en los gobiernos. Recordemos a Pilar Alegría, portavoz del Ejecutivo, a comienzos de octubre cuando hizo gala de un exquisito trumpismo -inventándose una verdad alternativa- asegurando que la Audiencia de Madrid consideraba la causa de Begoña Gómez como una «investigación prospectiva». La Audiencia dijo todo lo contrario. Al menos Iker Jiménez, al que no le pagamos el sueldo los españoles, pidió disculpas por sus palabras sobre los fallecidos en el párking de Bonaire.
Igual ando solo en la batalla, pero no me preocupa en exceso la desinformación. No considero que sea un grave peligro para nuestra democracia, si acaso el mismo que existía hace años. ¿O es que nuestros adultos de antes repasaban de la primera a la última de las páginas de un periódico? ¿Intentaban formarse un juicio crítico sobre la realidad? ¿Les gustaba escuchar opiniones diversas y que les llevaran la contraria? ¿No existía hace décadas la conspiranoia, la leyenda urbana a la que intentan aupar a verdad? El consumidor de información no es hoy peor que antes, tampoco mejor. El consumidor somos cada uno, y es a nosotros, adultos en libertad, a quien nos corresponde elegir cómo, con quién, de quién nos fiamos.
«Se lleva menos decir que vivimos en la era de la mejor oferta informativa que ha conocido el ser humano»
Ya lo sé, es muy práctico formar mucha escandalera y remover el mantel para pensar que los bulos nos atosigan. Infectados de mentiras, «un puto bulo detrás de otro», que dijo mi admirado Juan Carlos Ortega, irónico y lúcido, cuando entró a la redacción de THE OBJECTIVE. Y se lleva menos decir que vivimos, así lo creo, en la era de la mejor oferta informativa que ha conocido el ser humano, y ahora, como ha pasado siempre, corresponde a nosotros decidir dónde confiar. Si tu criterio informativo es lo que te llega por WhatsApp, allá tú. Si crees que los memes son los que mejor te enseñan la realidad, okey. Si la verdad para ti es lo que dice Pilar Alegría, estás en tu derecho. Si consideras que el único aguerrido comunicador en quién merece la pena confiar en los días de la post Dana se llama Iker Jiménez, libre eres.
Mucho antes del fact-checking o de los debates sobre lo necesaria que es una ley anti bulos justo cuando la esposa del presidente fue imputada, existía el criterio. Usted es libre de confiar en quien le vende información adulterada, pero no intente hacernos creer que el resto de ciudadanos seguimos su método para consumir noticias o que el periodismo de hoy es mucho peor que antes. Criterio, prudencia y responsabilidad, no son moda alguna, son lo clásico, o sea, lo que no se puede mejorar.