¿Cómo se gana una moción de censura?
«Igual que la primera regla del club de la lucha es que nadie habla del club de la lucha, la primera regla de una moción de censura es que una moción no se anuncia, se presenta»
De igual manera que la primera regla del club de la lucha es que nadie habla del club de la lucha, la primera regla de una moción de censura es que una moción de censura no se anuncia, se presenta.
Algo que sin duda es condición necesaria, pero en absoluto suficiente para el éxito de una de las suertes políticas más complejas de todas las construidas por los padres de la Constitución, que en un ejercicio de prudencia propio de los tiempos en los que se redactó nuestra carta magna, prefirieron priorizar la estabilidad de los gobiernos de una democracia amenazada por múltiples peligros sobre la existencia de herramientas eficientes para la remoción de los mismos mediante ese anacoluto jurídico llamado «moción de censura positiva», un proceso tan gravoso que ha logrado que en 46 años de democracia sólo haya triunfado una de las muchas presentadas.
¿Y cómo se gana entonces una moción de censura? Pues bien, haciendo exactamente lo contrario de lo que ha hecho Vox con las dos últimas «mociones por cojones» que ha perpetrado y que solo han logrado consolidar a Sánchez. Verbi gratia:
El primer paso para el éxito de una moción de censura no se produce en el Parlamento, sino en los medios de comunicación, generando un tsunami de opinión. Concretamente, los medios han de plantear a los socios de coalición y a los socios parlamentarios lo que supone ante la ciudadanía y a sus votantes apoyar y sostener a Sánchez, utilizando todos los recursos a su disposición para que visualicen tanto las consecuencias políticas y electorales de mantener esos apoyos como las ventajas de cambiar de montura abandonando al Gobierno y exigiendo responsabilidades de forma contundente.
Si yo tuviera que elegir entre todos los socios de Sánchez tendría muy claro que los más susceptibles de realizar este viaje son Podemos y Sumar, ya que además de haberse quedado en los huesos tras transfundir más de la mitad de sus votantes al PSOE de Sánchez, lo cual pone en serio riesgo su propia viabilidad como proyectos autónomos, podrían ser los beneficiarios directos del hundimiento de Sánchez pudiendo incluso (en un escenario de demolición que no debe descartarse) llegar a producir el largamente buscado y nunca logrado sorpasso que les permita convertirse tras las elecciones en la principal fuerza de la oposición.
«Si yo tuviera que elegir entre todos los socios de Sánchez tendría muy claro que los más susceptibles de realizar este viaje son Podemos y Sumar»
El segundo paso para el éxito de una moción de censura tampoco es presentar la moción de censura, sino cuando el primer paso logre cuajar, y nunca antes, exigir la dimisión del presidente del Gobierno por tierra, mar y aire. Exigirla los lunes, los martes, los días de fiesta, los puentes y las fiestas de guardar, exigirla en todas las lenguas cooficiales y en todos los acentos regionales, exigirla en lenguaje de signos e incluso en verso alejandrino.
El objetivo de esta línea de comunicación no es tanto hacer mella sobre el Gobierno, sino lograr que la sociedad española asuma que su caída es un hecho casi biológico que va a producirse antes o después, como el anticiclón de las Azores o la crecida anual del río Nilo.
Y ahora sí, tras dar estos dos pasos, ya solo quedaría la presentación de la moción de censura, que idealmente debería hacerse en el momento más inesperado e incómodo para el Gobierno e idealmente utilizando alguna fecha simbólica para darle más fuerza. Una moción de censura que ya ni siquiera habría que ganar en el Congreso, porque ya estaría ganada en la calle.