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Esperanza Aguirre

¿Y si los escándalos fortalecen a Sánchez?

«Los socios del Gobierno están entusiasmados con un presidente cada vez más débil ante la opinión pública porque de su debilidad nace la fuerza de todos ellos»

Opinión
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¿Y si los escándalos fortalecen a Sánchez?

Ilustración de Alejandra Svriz.

Desde que hace seis años y medio Sánchez llegó a La Moncloa nos hemos acostumbrado a sus mentiras (no en vano su jefe de Gabinete es autor de una tesis titulada La ética del engaño).

También estamos acostumbrados a sus concesiones a los partidos que, en forma de Frankenstein, le mantienen en el poder (amnistía a golpistas, suelta de asesinos etarras o tratamiento privilegiado a Cataluña y País Vasco).

Y a sus asaltos al Estado de derecho (ocupación de todas las instituciones con fieles servidores suyos, desde el Tribunal Constitucional a RTVE) para acabar con los contrapesos que las democracias han creado para evitar caer en la tiranía de un autócrata.

Pero esa manera autocrática de ejercer el poder ha dado lugar, como pasa siempre en las tiranías, a la aparición de casos de corrupción, que tienen su origen en la arrogancia de los corruptos que creen que, por su cercanía al poder del jefe supremo, son impunes. De esto llevamos ya muchos años conociendo casi día a día casos cada vez más escandalosos. Hasta el punto de que llega a ocurrir que la aparición de un caso de grave corrupción acaba tapando o, por lo menos, disimulando, la gravedad del caso del día anterior.

Ahora mismo, cuando estábamos empezando a digerir las declaraciones del afamado comisionista Víctor de Aldama, nos encontramos con que la UCO de la Guardia Civil ha presentado documentación más que acreditada para demostrar que el fiscal general del Estado estuvo en el origen de la filtración de datos, que tenían que haber permanecido secretos, para atacar a una adversaria política a través de su novio.

«Cualquiera de estos escándalos son razones más que suficientes para haber provocado la dimisión del presidente»

Cualquiera de estos escándalos son razones más que suficientes para haber provocado la dimisión del presidente del Gobierno y así habría sido en cualquier país que no aspire a tener un régimen como el venezolano. Así ha sido en Portugal.

Las acusaciones de Aldama necesitan ser demostradas y no voy a entrar a opinar aquí sobre ellas. Pero en esas declaraciones se cuentan hechos incontrovertibles que no necesitan ser demostrados y que nos ofrecen una información más que suficiente para conocer lo cerca que el comisionista estaba del poder en general y del supremo jerarca en particular.

Su presencia en Barajas la noche del 20 de enero de 2020, junto al ministro Ábalos, para recibir a la vicepresidenta del régimen comunista bolivariano de Venezuela, Delcy Rodríguez, que tenía prohibido pisar territorio europeo por sus relaciones con el narcotráfico, demuestra que estaba al tanto de lo que tramaban y hacían el Gobierno de Sánchez y la delincuente, que, en pura lógica, nada más pisar suelo español debería haber sido detenida por la policía de Marlaska, que, por el contrario, ayudó a que no le pasara nada y sí pudiera llevar a cabo las gestiones que permanecen secretas entre el gobierno de la dictadura bolivariana y el nuestro.

Y que, con la firma del ministro Grande-Marlaska, se le concediera la Medalla al Mérito de la Guardia Civil por «sus profundos valores y sus tributos de forma altruista en favor de los intereses de España», es señal más que evidente de que Aldama no era un personaje ajeno a los Cuerpos de Seguridad del Estado.

«Cuanto más débil es su situación, más intenso es el apoyo que recibe de Frankenstein»

«¿De quién depende la Fiscalía? ¡Pues eso!», esta frase resume con una precisión insuperable la concepción que tiene Sánchez de la dependencia del Poder Judicial respecto del Ejecutivo. Es el argumento irrebatible para exigir la dimisión de Sánchez, puesto que él se considera el responsable último de lo que haga el fiscal general del Estado. Y más, cuando ahora sabemos que la maniobra de hacer públicos aquellos documentos secretos surge de la jefa del Gabinete del jefe del Gabinete de la Presidencia del Gobierno, a quien le han llegado de la Fiscalía de Álvaro García Ortiz. Que, a su vez, lo había recibido de la Fiscal Jefa de la Audiencia Provincial de Madrid, Pilar Rodríguez, que en un mensaje a García Ortiz, cuando éste le da las gracias por la información que le ha mandado, le dice: «Aunque dan ganas de incorporar un poquito de cianuro». Sin comentarios.

Y esto son sólo dos noticias de ahora mismo, ¡cualquiera sabe qué podremos encontrarnos dentro de un rato! Pero la experiencia nos ha demostrado cumplidamente durante estos seis años y medio que, cuando aparece un escándalo que se llevaría por delante a cualquier político serio y honesto, resulta que Sánchez sale inmediatamente fortalecido. Por una razón muy evidente, cuanto más débil es su situación, más intenso es el apoyo que recibe de Frankenstein, que contempla despavorido lo que puede ser de sus intereses con un Gobierno de la derecha.

Desde los golpistas de Puigdemont a los filoterroristas de Bildu, pasando por los del PNV, los de ERC o los del BNG, todos están entusiasmados con un presidente del Gobierno que esté cada vez más débil ante la opinión pública, porque de la debilidad del presidente nace la fuerza de todos ellos.

Por eso, no le van a dejar caer de ninguna manera. Eso lo sabe él mejor que nadie, así que cuando ve a Aldama tirando de la manta o cuando ve lo que descubre la UCO de su fiscal, en vez de avergonzarse y dimitir inmediatamente, experimenta un alivio porque sabe que sus socios ahora le van a apoyar más y más incondicionalmente, siempre, claro está, que les obedezca en sus pretensiones, pero eso ya saben todos ellos que no es problema para él.

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