El dique de contención
«’El dique de contención’ que tan bien les ha ido en casa a ciertos políticos, bajo la fórmula de ‘o nosotros o la extrema derecha’, se les ha diluido como azucarillo»
Lo que nos faltaba. La presidenta de la Comisión Europea, Sra. Von der Leyen, acaba de afirmar en el Parlamento Europeo que la Sra. Ribera, candidata a comisaria y vicepresidenta de la Comisión es, según reza la prensa que da la información, «una europeísta auténtica y comprometida». Me hubiera parecido más adecuado que la Sra. Von der Leyen se hubiera referido a las competencias profesionales y la experiencia demostrada de su candidata y, sobre todo, que los méritos no se circunscribieran a la enumeración de los cargos políticos previos ostentados, sino que se indicaran los resultados obtenidos.
Pero no. La valoración que acabamos de constatar se corresponde con lo que aparentemente se está realizando para formar una Comisión Europea que debería recibir otro tratamiento, no sé si mediático o político, porque jurídicamente no se sostiene que el órgano encargado de velar por el interés europeo como «guardiana», que lo es, de los Tratados, sea objeto de cambalaches y cambio de cromos que nada tienen que ver con la función a desempeñar por quienes han sido finalmente nombrados.
Veamos. La Comisión Europea es el ejecutivo de la UE. Su Presidencia es elegida por el Parlamento Europeo y el resto de sus miembros, acordados entre la Presidencia y los gobiernos de los Estados miembros, tienen también que recibir el plácet del Parlamento, como si de un sistema parlamentario se tratara. Es más, para poder recibirlo, tienen que pasar por unas «audiencias» en las que los europarlamentarios les someten a examen, técnico y político. Técnico porque sus futuros cometidos van a ser complejos; recordemos que es la Comisión quien tiene la iniciativa legislativa en la UE, salvo contadas excepciones, además de las tareas ejecutivas propias de órganos de esta naturaleza. Político porque se tienen que guardar equilibrios de esta naturaleza. Cada país tiene que tener un comisario y el reparto de carteras se realiza con criterios de distribución territorial, equilibrio por sexos y equilibrio entre familias políticas.
No todos los candidatos pasan siempre estos exámenes. Lejos de ser cierto lo que se afirmaba desde el Gobierno de España, referido a que el rechazo que el Partido Popular español, vistos los antecedentes de la candidata, expresó al respecto, podía dar al traste con toda la Comisión, hay que señalar que, a lo largo de la historia europea, han sido rechazados varios candidatos y también se ha cambiado de puesto a otros porque se les ha considerado más adecuados en responsabilidades distintas de las que inicialmente constaban en la propuesta.
Si examinamos la lista de candidatos a comisarios rechazados o cuya cartera ha sido cambiada bajo la presión del Parlamento, los partidos más afectados han sido el Partido Popular Europeo (PPE) y los Liberales de ALDE/Renew Europe con cuatro candidatos de cada uno de ellos, pues han tenido tres candidatos rechazados y otro aceptado pero con cartera modificada. Solo una candidata socialista ha sido rechazada y otro candidato fue aceptado con cambio de cartera.
«En ninguno de estos casos se abrieron los cielos sobre la Comisión, que finalmente pudo conformarse con el acuerdo requerido»
Desglosando por años e indicando el candidato, su Estado de procedencia y partido afectado, tenemos los siguientes resultados:
- En 1995, al candidato Padraig Flynn (Irlanda), ALDE/Renew Europe se le cambió de cartera.
- En 2004 fueron rechazados Rocco Buttiglione (Italia) del PPE e Ingrida Udre (Letonia) de ALDE. Al candidato László Kovács (Hungría) del Partido Socialista Europeo (PSE) se le asignó nueva cartera, después de que el Gobierno húngaro rechazara nominar a otro candidato.
- En 2009 fue rechazada Rumiana Jeleva (Bulgaria) del PPE.
- En 2014 el Parlamento Europeo rechazó a Alenka Bratušek (Eslovenia) de ALDE y Tibor Navracsics (Hungría) del PPE fue cambiado de cartera.
- Finalmente, en 2019, fueron rechazados Rovana Plumb (Rumanía) del PSE, Sylvie Goulard (Francia) de ALDE/Renew Europe y László Trócsányi (Hungría) del PPE.
En ninguno de estos casos se abrieron los cielos sobre la Comisión, que finalmente pudo conformarse con el acuerdo requerido. Y no se les ocurrió a los gobiernos de los candidatos rechazados formular acusaciones prácticamente de traición a su Estado a quienes se opusieran a las propuestas, que son políticas y, lamentablemente, lejos de lo que se hizo en los primeros tiempos, formuladas sin consenso político. No hubiera pasado nada si el Parlamento Europeo, finalmente, se hubiera opuesto al nombramiento propuesto por el Gobierno de España. O si el Sr. Sánchez hubiera retirado esa propuesta y presentado otra candidatura. Mejor dicho, seguramente se hubiera podido dar el plácet a una propuesta más adecuada. Pero los cambalaches políticos han ganado la partida, al menos de momento.
Aunque, desde otro orden de consideraciones, se ha podido apreciar como «el dique de contención» que tan bien les ha ido en casa a ciertos políticos patrios, bajo la fórmula de «o mandamos nosotros o manda la extrema derecha», se les ha diluido como azucarillo en vaso de agua cuando se han asomado al exterior. En efecto, el acuerdo tomado en el Parlamento Europeo ha supuesto que, a cambio de que el Grupo Popular Europeo y allegados votaran a la Sra. Ribera, el Grupo Socialista Europeo votara a su vez a los candidatos de Italia y Hungría considerados, al menos hasta ahora, representantes de esa extrema derecha de la que hay que huir como de las brasas tras el fuego.
Vamos a tener una Comisión Europea en la que seguramente veremos atacar naves en llamas más allá de Orión, o rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser… Bromas aparte, el equilibrio político, necesario en un órgano en el que sus miembros no representan a los Estados miembros desde los que les han propuesto, sino que deben representar el interés europeo, se logra a partir de perfiles cuya trayectoria se debería buscar impecable (o lo más parecido a ello), teniendo en cuenta sus posiciones no sólo ideológicas en cuanto a filosofía de partido sino también en relación con las materias objeto de su función. No es dable que, para conseguir ser miembro de la Comisión, se afirme en sede parlamentaria europea que se va a hacer lo contrario de lo que se ha dicho y hecho en los cargos políticos internos ocupados por la persona candidata.
Vaya dique de contención que ha montado el Partido Socialista. Los castores los urden con mayor precisión en sus parajes. Al menos no tienen que decir que en vez de castores son «cocodrilos».