THE OBJECTIVE
Joaquín Leguina

Malas compañías

«Una parte de la dirección del Partido Socialista de Sánchez ha arrastrado al PSOE y al Gobierno hacia una posición difícil de defender»

Opinión
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Malas compañías

Ilustración de Alejandra Svriz

En el escándalo surgido tras las confesiones de Víctor de Aldama ante la judicatura uno no tiene a quién creer, pero ese uno se coloca ante un panorama en el cual de un lado está el denunciante y enfrente están quienes dicen, como en el tango, que «todo es mentira». Pero, ¿es creíble que todo el barro que ha sacado Aldama de su boca sea mentira?

Recordemos algo respecto a Pedro Sánchez. Poco después del éxito en sus primarias, Sánchez convocó el 39º congreso (en junio de 2017), que trajo consigo la destrucción del sistema interno, no tanto por el texto aprobado en aquel congreso sino, sobre todo, a través del reglamento federal aprobado en Comité Federal del 17 de febrero de 2018.

Con abundante literatura de evasión, lo que allí se decidió fue que en el nuevo PSOE solo existirían como elementos decisivos: el líder elegido en primarias, es decir, un sistema plebiscitario, y las bases, a las que creo conocer bastante bien: allí abundan los sectarios y los chupópteros a partes iguales.

Y es que al no existir nadie para poder discutir o rebatir los impulsos del líder, se va en derechura hacia el sistema autocrático y, así, las consultas a la militancia fueron una de las grandes apuestas de Pedro Sánchez en su campaña de primarias, y nadie sabe adónde han ido a parar esas consultas.

El reglamento incorporó un punto que puso de manifiesto el poder de Ferraz sobre las federaciones. La norma habilitaba a la dirección federal para organizar directamente las votaciones en aquellos supuestos en los que la dirección territorial competente (municipal o autonómica) no quisiera convocarlas.

«Si tú eres el dueño de un partido y no hay sobre ti ningún control, puedes caer en el agujero de los ‘compas’»

Y esto que acabo de escribir, ¿qué tiene que ver con Aldama? Pues casi todo: si tú eres el dueño de un partido y no hay sobre ti ningún control, puedes caer en el agujero de los compas, que es, creo yo, lo que ha ocurrido con las malas compañías de Koldo, Ábalos, Aldama o Santos Cerdán. Usaré a este propósito lo escrito por Ignacio Varela en El Confidencial:

«No es fácil saber qué resulta más estrafalario: que en el seno del Gobierno más progresista que vieron los tiempos se haya formado el amasijo de golferías, bribonadas y granujadas entrelazadas que ahora vamos conociendo por entregas gracias a la profesionalidad de algunos medios de comunicación y al rigor de los jueces, o que se permitiera que un arribista desaprensivo como el tal Aldama acumulara tamaña cantidad de información explosiva sobre los manejos turbios de los máximos responsables políticos del país. Como sucede invariablemente con la corrupción política, hay comportamientos que sólo se explican por un sentimiento de impunidad que es casi siempre engañoso».

Vamos, que una parte de la dirección del Partido Socialista de Sánchez ha arrastrado al PSOE y al Gobierno hacia una posición difícil de defender, pues más parece una ciénaga donde elementos notables del PSOE han sacado dinero para sí a cuenta del conjunto de los españoles.

La cosa irá para largo, pues las cosas de palacio van despacio y esos largos procesos judiciales van como el Guadiana, unos ratos bajo tierra y otros a la vista del público, pero la corriente nunca lleva a los encausados a la tranquilidad del olvido.

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