THE OBJECTIVE
Teresa Giménez Barbat

¿La austrolopiteca Lucy se identificaba como hembra?

«Hace 50 años del descubrimiento de un antecesor de los humanos. Como el delirio ‘queer’ apenas se atisbaba y el fósil era de una hembrita, le llamaron Lucy»

Opinión
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¿La austrolopiteca Lucy se identificaba como hembra?

Una niña contempla una reconstrucción del Australopithecus afarensis bautizado por sus descubridores como Lucy. | Museo del Neanderthal de Mettman (Wikimedia Commons)

Yo creo que podemos apostar a que Lucy no dudaba de su sexo. Los australopitecos vivieron en unos tiempos muy duros donde todas las neuronas estaban concentradas en sobrevivir. El trending topic de la sabana era por dónde andaba el hdp del dientes de sable (si me permiten las licencias). Ahora nuestro grado de opulencia y seguridad es tan extremo que podemos dedicarnos a cuestiones tan esotéricas como si tenemos el sexo que tenemos o no. Hasta el punto de que, en el siglo XXI, es un tema de debate muy comprometido.

Que se lo digan si no a Céline Martin, profesora de Historia Medieval y ex responsable de Feminismo de Izquierda Unida en Burgos. Hace unos días, en este periódico, Marcos Ondarra escribía un artículo sobre la polémica que casi lleva a su expulsión. ¿Motivo? Verán, Mar Cambrollé daba una charla, organizada por la Confederación General del Trabajo, sobre violencia contra las mujeres trans. Cambrollé es un varón biológico que se reclama mujer y un transactivista. O sea, alguien que no sólo defiende el derecho de un transexual a no ser discriminado y a llevar una vida segura, cosa que a todos nos parece de cajón, sino que exige que una creencia tan anticientífica como que un hombre o una mujer puedan cambiar de sexo a voluntad sea asumido por la sociedad, la legislación e incluso, para los discrepantes, el Código Penal.

Y Martin dijo en X que «si las mujeres trans son mujeres, ¿por qué no dejan que una mujer no trans hable en nombre de las mujeres transNaturalmente, tras esto, se la acusó de «transfobia» y «alineamiento ideológico con la ultraderecha». Vamos, como se suele calificar a cualquiera que muestre su desacuerdo con que un hombre biológico suplante la identidad femenina y plantee preguntas inconvenientes. Sobre todo si lo hace desde el feminismo izquierdista como la Sra. Martin.

Pues miren, justo el pasado domingo se cumplieron 50 años de cuando el paleoantropólogo Donald Johanson celebró con su equipo el descubrimiento de un antecesor de los humanos que se estimaba que había vivido 3,2 millones de años antes. Era el 24 de noviembre de 1974 y en una grabadora estaba sonando aquella canción de los Beatles que dice «Lucy en el cielo con diamantes».

Y como el delirio queer aún apenas se atisbaba, la gente de ciencia podía dedicarse a la ciencia y el fósil era de una pequeña hembrita decidieron ponerle Lucy y esto hizo historia. Sólo tenía 1,1 m de altura y su cerebro era también diminuto, como el de un chimpancé. Pero la criatura andaba erguida, sobre sus dos pies, rompiendo los esquemas de cómo había evolucionado la bipedestación. Para los descubridores no había duda de que se trataba de una nueva especie de homínido al que bautizaron como «Australopithecus afarensis».

«Una nueva tendencia está empujando a los científicos a pensarlo dos veces antes de asignar sexo a restos humanos antiguos»

No todos los paleoantropólogos estuvieron de acuerdo con que aquello era una nueva especie, pero eran científicos antes que nada y, tras el hallazgo en 1978 de las huellas de otros tres fósiles similares en Laetoli, Tanzania, cambiaron de opinión. Como saben, tan pronto como se excavan los restos humanos antiguos, los arqueólogos son capaces de determinar una serie de rasgos sobre lo que queda del individuo, incluida la edad, la raza y el sexo. Lo que no discutieron para nada es que fuera una hembra. Era inimaginable que 50 años más tarde habría una comunidad política, mediática y social que podría «cancelarlos» por ese atrevimiento. Incluso la comunidad científica. No lo digo por decir. Por loco que parezca hay una nueva tendencia dentro de la Arqueología que está empujando a los científicos a pensarlo dos veces antes de asignar un sexo a restos humanos antiguos.

Pero la realidad es la que es. Otra cosa es que tu género, que en principio también viene determinado por tu sexo, seguramente por incidentes en el embarazo pueda no corresponder del todo con tus cromosomas. Naces con un sexo, sigues con él y tus restos mortales lo siguen proclamando. Que se lo digan si no a Scott Newgent que después de someterse a siete cirugías para la transición de mujer a hombre, imaginó este relato arqueológico forense: «Si alguien desenterrara mi cuerpo dentro de un siglo, diría ‘sí, es una mujer’. Los arqueólogos forenses no suelen equivocarse nunca».

Y, aunque seguramente tenga muchas diferencias políticas con Céline Martin, ahora militante rasa, suscribo como la liberal escéptica que soy esas frases suyas: «Como atea, no admito que se me impongan ideas religiosas o dogmas de fe» y «más pensamiento crítico en todas partes, y en la izquierda en especial». En unos días en que en muchas academias e instituciones del planeta se conmemora el hallazgo de Lucy le extendemos también a ella nuestro manto de sororidad. Aunque igual nos envía a todas/os/es a hacer puñetas.

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