PSOE: búnker e impunidad
«El partido de Sánchez es un refugio de muchos presuntos delincuentes para protegerse de la acción de la justicia y un grupo que no admite la menor crítica»
En una mayoría de los comentarios que ha suscitado el Congreso del PSOE, celebrado en Sevilla el pasado fin de semana, aparece la palabra «búnker» para describir cómo será ese partido desde ahora. Porque hay que tener en cuenta que los congresos de los partidos tienen como principal función exponer ante los afiliados cuáles serán sus líneas de actuación en los próximos tiempos.
Así, al comprobar que muchos analistas políticos hablan de búnker, no está de más ir al Diccionario de la Real Academia Española, que ya ha admitido esta palabra de origen extranjero y a la que adjudica dos significados: «Refugio, por lo general subterráneo, para protegerse de bombardeos» y «Grupo resistente a cualquier cambio político».
Estas dos acepciones creo que se le pueden aplicar hoy al partido de Sánchez. Es un refugio de muchos presuntos delincuentes para protegerse de la acción de la justicia, y no hay más que ver la lista de imputados y sospechosos que pertenecen a la cúpula dirigente del partido. Y, al mismo tiempo, es un grupo que no admite la menor crítica a la que ha sido su acción de gobierno en los últimos años.
En todo congreso debería haber siempre un mínimo de autocrítica de lo que ha hecho el partido desde el anterior congreso. Para después explicar lo que el partido quiere hacer en el futuro. Aquí lo que ha habido han sido furibundos ataques a la derecha: la ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez, ha dicho «vamos a ir mucho más allá de lo que hemos ido hasta ahora. No nos conformamos con la Ley de Vivienda. Cuando acabemos con la derecha brindaremos las políticas de vivienda en la Constitución». No han faltado tampoco ataques a la prensa que no les obedece del todo. Y ataques a los jueces que se atreven a iniciar investigaciones sobre hechos en los que están metidos dirigentes del PSOE o familiares suyos. En definitiva, el PSOE no hay duda de que está en un búnker y, por lo que parece, muy contento de estarlo.
Sin embargo, los observadores del show del Congreso hemos podido extraer dos mensajes muy nítidos, que hay que tener en cuenta para saber por dónde va a ir la política de Sánchez en el futuro inmediato.
«El ex dirigente con mayor protagonismo ha sido Zapatero, que fue el que cambió las ideas socialdemócratas por el odio a la derecha»
El primero, la clamorosa ausencia en un congreso que se celebraba en Sevilla de los dos sevillanos más importantes de la historia reciente del PSOE, Felipe González y Alfonso Guerra. Ellos protagonizaron en Suresnes, hace justo 50 años, la creación del nuevo PSOE, un PSOE socialdemócrata a la europea, anticomunista y ajeno a la siniestra historia del socialismo español durante la II República, la Guerra Civil y la posguerra. Pues bien, su ausencia está llena de significado. Y es que el PSOE de Sánchez ni quiere ser socialdemócrata a la europea, ni anticomunista, ni ajeno a aquella siniestra historia.
Por el contrario, el exdirigente que ha tenido mayor y más intenso protagonismo ha sido Zapatero, que fue el que cambió las ideas socialdemócratas por el puro y simple odio a la derecha y que hoy se ha convertido en el entusiasta embajador del comunismo bolivariano por todo el mundo y el que resucitó la Guerra Civil para dividir a los españoles. Exactamente lo que propugna su hijo político, Sánchez, y el resto de aplaudidores de Sevilla.
El segundo mensaje que los socialistas nos han enviado desde este congreso nos lo ha enviado la estruendosa ovación que tributaron allí a los expresidentes de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, y la exministra Magdalena Álvarez. Los tres condenados en firme por todas las instancias judiciales por las que ha pasado el asunto de los ERE, esa monumental maniobra delictiva que se saldó con la desviación de más de 660 millones de euros, que tenían que haber servido para ayudar a los parados andaluces y que acabaron en manos de socialistas y amiguetes.
«Las ovaciones a los responsables de los ERE sirvieron para avisar de que, si estás en el sanchismo, puedes hacer lo que te dé la gana»
A esos tres delincuentes, y esto no lo digo yo, sino que lo han dicho los jueces, hasta los del Tribunal Supremo, a estos tres delincuentes se les tributó una cerrada ovación, mientras el presidente de la mesa decía, sin cortarse un pelo, que eran un magnífico ejemplo para las nuevas generaciones de socialistas.
El Tribunal Constitucional, convertido de Sala de Casación del Supremo, ha decidido exonerarlos de sus delitos, considerando inconstitucionales las sentencias anteriores. Y aquí es inevitable recuperar la pregunta retórica con la que Sánchez va cargándose todos los posibles obstáculos que encuentra: ¿de quién depende el Tribunal Constitucional? ¡Pues eso! Mientras ahí estén Conde-Pumpido y el resto de magistrados que proceden de puestos de la administración en los que les ha colocado Él.
Las ovaciones a los responsables de los ERE sirvieron para avisar a todo el mundo que, si estás en el sanchismo, ya puedes hacer lo que te dé la gana que nunca te va a pasar nada, incluso delinquir porque para eso está Sánchez, para impedirlo o, en el peor de los casos, para perdonarte después y, al final, para aplaudirte orgullosamente.
Con Sánchez el PSOE es hoy sinónimo de impunidad. Es algo que parecía que no podría darse jamás en una democracia liberal occidental, pero es así. Aunque el afán que hemos visto que han puesto en bunkerizarse hace pensar que quizás no hayan acabado de creérselo del todo.