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¿El macronismo en la cuerda floja?

«Cualquier primer ministro que nombre Macron se verá amenazado por otra moción, una vez roto el tabú de unir los votos de las extremas izquierda y derecha»

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¿El macronismo en la cuerda floja?

Alejandra Svriz

Suele decirse que cuando Alemania tose, Europa estornuda (y la situación política en Alemania es hoy ciertamente preocupante, con unas elecciones legislativas a la vista en las que una derecha ultranacionalista recrecida podría forzar a la derecha europeísta o bien a gobernar en coalición con ella, o bien a provocar una gran coalición multicolor en su contra). 

Pero cuando Francia yace enferma en la cama, es todo el proyecto europeo el que tiembla. La histórica moción de censura (la anterior fue hace 62 años, en 1962) que ha derribado al gobierno más efímero (tres meses) de la Quinta República han parido un ratón: la misma asamblea con las mismas minorías, que hasta el verano no puede ser renovada. Por lo tanto, cualquier primer ministro que nombre Macron tendrá encima de cabeza la posibilidad de otra moción, una vez roto el tabú de que la extrema derecha pueda votar conjuntamente con la extrema izquierda para derribar a un gobierno.

Si el nuevo primer ministro es, digamos, de izquierdas, hay más que suficientes diputados de centro, liberales, conservadores y de extrema derecha para derribarlo. Si es, digamos, de centro o de derechas, como lo era Michel Barnier,  ya se ha visto cómo los extremos se tocan sin pudor.  Y si se nombrara, un decir, a Jordan Bardella, el delfín/sustituto de Marine Le Pen, batiría el récord de brevedad de Barnier al frente de Matignon.  

Muchos creen que Le Pen buscaba con la censura el adelanto de las presidenciales, visto el horizonte penal sombrío que le espera, a cuenta de unos empleos ficticios de asistentes cuando fue europarlamentaria.

En su discurso de hace unos días, Macron cerró toda posibilidad de adelanto. Se limitó a afear la censura, a criticar a los diputados de ambos extremos que la votaron, y a los votantes que los votaron, por llevar entre todos al país al borde del precipicio y al caos.

Tiene sin duda razón. Pero votantes, diputados y partidos de extrema derecha e izquierda constituyen, ay, una mayoría social en el país.

Tal vez, y dado que no tiene la menor intención de acortar su mandato, que vence en 2027, haya llegado el momento de llevar el “experimento Macron” (“no soy ni de derechas ni de izquierdas”, y las cosas pueden hacerse con la derecha y la izquierda “al mismo tiempo”) hasta sus últimas y definitivas consecuencias. Es decir, nombrar, como apunta el investigador Espada, a tantos primeros ministros como haga falta, (uno cada quince días, si menester), hasta que la letra con sangre entre. Y gobernar por decreto; ilustrado, eso sí.

Coda 1) Dando la nota. Frente a una representación de todos los países importantes, España: ni rey, ni ministro de jornada. Ninguna participación española, siquiera a lo gramática parda,  como la de Meloni, en la ceremonia de  reapertura de la catedral de Notre Dame de París: la obra de arquitectura, ingeniería y reconstrucción, sin duda, más importante del siglo XXI; hasta los mayores detractores de Macron le reconocen el mérito de haber liderado tamaña proeza: como bien dijo el presidente: “Hemos redescubierto lo que las grandes naciones son capaces de hacer: realizar lo imposible”. 

(Se podrá objetar que tampoco ha ido el papa, con p, quien dicen ha preferido reservar sus fuerzas para visitar la isla de Córcega de aquí unos días… París nunca le valió una misa).

Coda 2) Unamunismo. Claudio de Ramón se hace un “Unamuno” que revela más sus carencias que glosa la alargada sombra del intelectual vasco. Qué otra cosa es sino jactarse de desconocer la célebre grabación  sonora que llevaba 25 años dando tumbos, y descubrir como una milagro la exposición en la Biblioteca Nacional, que es apenas una quinta parte de la que se presentó hace un par de años en Salamanca. Como dice Pollux Hernúnez:  “La cantidad de documentos expuestos era tan grande que requería más de una visita prolongada para poder leerlos todos, lo que sin duda la define como la más importante dedicada a la figura de Unamuno, y no solo como político, sino como hombre, si lo uno no fue sinónimo de lo otro en un animal político como él desde que tuvo uso de razón”. Aquí el libro de la expo.

Coda 3) Memoriosa. Merkel, la que fue mami de Alemania (y en cierto sentido de Europa toda) publica sus memorias. Aún no disponibles en español. De lo que se ha ido adelantando, apenas nada sustancial, típicos tópicos, y algún pellizco de monja (uno a Rajoy, para ensalzar a Sánchez, tan buen mozo europeo). Es cierto que Merkel que tuvo los redaños para incorporar a la sociedad a un millón de inmigrantes, la mayoría musulmanes. Hasta qué punto ello ha ido influyendo en el auge de la extrema derecha racista, es complicado de afirmar, a falta -en este tipo de fenómenos- de un posible experimento en doble ciego de falsación. Ahora bien. El gran recuerdo que Merkel tiene de  su infancia y juventud (y de su padre pastor) en la ominosa R.D.A, aquel infierno donde la gente se suicidaba casi tanto como en Hungría, resulta como mínimo inquietante. Los que recuerden la película oscarizada La vida de los otros entenderán el origen de tal inquietud. 

Lo que hay que leer:

Este trepidante ensayo, de Ellakuría y Planas,  sobre aquel Puigdemont que puso en jaque al Reino de España. Sigue sin haber vuelto, pero cómo pasa el tiempo.

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