THE OBJECTIVE
Carlos Padilla

¿Valencia no merece su tiempo, presidente?

«Entiendo el pavor de Sánchez a pisar la calle, pero ser el líder del Ejecutivo significa anteponer tu deber antes que el temor de lo que te puedan decir»

Opinión
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¿Valencia no merece su tiempo, presidente?

Misa funeral por los fallecidos por la dana.

La vieja teoría futbolera reza que los jugadores llevan en el sueldo los insultos que les son proferidos dentro del terreno de juego. Una idea que empata con aquel viejo lema de «aquí se viene llorado de casa», esto es, toca aguantarse, «ajo y agua», y demás ideas de la resistencia numantina. Si te dicen lo malo que eres, toca resistir porque va en la nómina. No crean que compro esa idea porque los insultos, graves o anecdóticos, suelen ser vociferados por el fenotipo de fan que usted imagina. Gente que va al campo a cabrearse, todo vale para el desahogo. Como pasa en X, pero en la vida real.

Y no admito la vieja tesis balompédica porque los salarios no se calculan en base a los zarandeos que el público está dispuesto a darte. Al político, bien o mal pagado, tampoco se le adjudica un jornal esperando a que le sea suficiente para compensar las cosas que se dirán de él. Pero ha de saber que, aunque vengan ciudadanos descarriados a lanzar migajas de odio, su puesto pertenece al de los servidores públicos. Esto supone, sin que tengan que poner buena cara ante el comentario, el hecho de que nunca pueden devolver el insulto.

Un político no es un actor como Fernando Fernán Gómez con su «Váyase usted a la mierda», porque sus señorías, en ocasiones injustamente tratados, están incapacitados para ponerse al nivel del ciudadano. No es gustoso salir a la calle siendo el presidente del Gobierno y encontrarte con un vendaval de viandantes enfurecidos, y, sin embargo, hay que pasar por delante para llegar a algunos sitios. Entiendo el pavor de Sánchez a pisar la calle —como les pasaba a otros mandatarios—, no me gusta la agresividad de cientos de españoles con él, pero ser el líder del Ejecutivo significa anteponer tu deber antes que el temor de lo que te puedan o no decir.

Y no me refiero con esto a que como le pagamos su sueldo, Sánchez merezca la más mínima de las intimidaciones físicas como las que se vieron en Paiporta, lo que digo, esté quien esté en el poder, es que el papel del presidente del Gobierno es volver a ir a Paiporta y a todos los pueblos afectados, y por supuesto, su lugar debería haber estado en la Catedral de Valencia durante la misa que se celebró este pasado lunes. No fue un funeral de Estado, pero sí uno de los primeros actos colectivos de consuelo pasados 40 días de la dana trágica que se llevó la vida de 222 personas, todavía con cuatro ciudadanos desaparecidos. Solo puede entenderse la ausencia desde el cálculo político, nada más.

«¿No merecen los familiares de los muertos en la dana, no de hace 50 años, de hace menos de dos meses, el abrazo del que manda?»

Sánchez estuvo este martes por la mañana en Madrid para acudir a un acto en el Auditorio Nacional de Música, era el Día de Recuerdo y Homenaje a todas las víctimas del golpe militar, la guerra y la dictadura, y el gran anuncio estrella fue la programación de un centenar de actos en 2025 por los 50 años de la muerte de Franco. Volvió lo que algunos llaman el Francomodín, y, sinceramente, bien está que se hagan cien o tres mil homenajes a las víctimas de la dictadura, pero es justamente la presencia de Sánchez en Madrid sumada a la ausencia del mismo en la misa del lunes lo que lleva a preguntarse, ¿Valencia no merece su tiempo, presidente? ¿No merecen los familiares de los muertos en la dana, no de hace 50 años, de hace menos de dos meses, el abrazo del que manda en España?

Puede que me llamen demagogo, ya sé que un abrazo no soluciona demasiado, que falta maquinaria pesada, grúas, manos de gente que ayude, pasta, acuerdos políticos, pero pienso que reconforta humanamente sentirse escuchado por el que manda. Y si el padre de un hijo muerto te rechaza la mano, te gira la cara o te lanza una palabra tosca, tú, presidente, aunque no haya sueldo que pague eso, aguantas porque sabes bien que es tu papel estar ahí. Lo que traslada Sánchez en su ausencia es una falta de empatía, muy parecida a la que tuvo cuando no se dignó a visitar Barbate en aquel atentado que les arrebató la vida a dos guardias civiles. Prefirió ir a los Goya o visitar un desfile de moda.

El BOE soluciona más que un abrazo y más que el hecho de que Sánchez esté o no en Valencia. Pero no hablamos de las ayudas, tarden más o menos, nos referimos a lo simbólico, a lo humano. La empatía con los muertos de Franco, claro, pero con los guardias civiles de Barbate también, y con los fallecidos de la DANA, que ni ahora ni en 50 años deberíamos olvidar.

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