THE OBJECTIVE
José Carlos Rodríguez

No, Milei no está loco

«La honradez presupuestaria y la lucha contra la inflación han permitido que el peso se revalúe un 40%. Y ha cerrado la brecha del cambio con el dólar»

Opinión
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No, Milei no está loco

Ilustración de Alejandra Svriz.

Se ha cumplido un año desde que Javier Milei asumió la presidencia de la Argentina. Es tentador correr hacia los datos que nos habrán de decir si su primer año de mandato ha sido exitoso o no. Pronto lo haremos, pero antes quiero compartir qué es lo que explica su éxito continuado; qué le llevó a la presidencia, y qué explica que con la tasa de pobreza disparada haya mantenido siempre, sin descanso, el apoyo mayoritario de los argentinos.

La clave del éxito político de Javier Milei se la ha dado un empleado de supermercado al Financial Times: «Está loco». Es decir, «estamos cansados de los viejos políticos de siempre, que dicen que arreglarán las cosas y nunca lo hacen. Tenemos fe en que este loco puede cambiar Argentina»

Hay que estar verdaderamente loco para decirles a los votantes la verdad: sois pobres porque lleváis décadas de socialismo. Una casta política se ha repartido el excedente económico de un sistema político basado en el expolio del hombre común. Ellos os dijeron que todo lo hacían por mejorar vuestra situación, mientras vuestra realidad era cada vez más miserable. Todo el discurso socialista sobre la desigualdad os tenía a vosotros, a los argentinos de a pie, a un extremo, y a ellos, a los políticos, en el otro. Os han robado la libertad de prosperar, para poder hacerlo ellos a vuestra costa. Sí, hay que estar loco para decir todo eso. Pero la situación era tan desesperada, que el hombre más razonable de Argentina se acabó llevando el voto mayoritario del pueblo. 

No es sólo que tenga una pelambrera que desvía las miradas. No se trata únicamente de que sea el más rápido del país de la plata en insultar a sus adversarios. Ni pasa la cuestión principalmente porque hable como si estuviera retransmitiendo un Boca Juniors – River Plate. Es que su discurso es antitético con todo lo que han aprendido los argentinos desde Perón.

Bien, Milei no es un político, esa es otra. Es un académico. Un economista. Un economista adherido a la escuela austríaca de economía, una tradición de pensamiento que le ha dedicado mucha más literatura que el resto al estudio de los fundamentos de la propia ciencia, y que tiene una concepción distinta sobre cómo se deben entender los procesos sociales. Ni siquiera en eso está en la corriente mayoritaria. Pero le ha permitido ofrecer a los argentinos un discurso que va contra las entrañas de la bestia. Y la bestia es el Estado depredador. 

«Tras mejorar la calidad de la base del sistema financiero, ha pasado a controlar la cantidad monetaria»

Los argentinos han respirado el socialismo hasta el hartazgo. Este es el momento en que podemos empezar a plantearnos si las reformas de Milei son tan alocadas. Él heredó un Estado que sometía a la población a una hiperinflación. Los precios subieron a lo largo de diciembre de 2023 un 25%. La inflación es el impuesto de los pobres. Sólo los más ricos pueden escapar a ella.

Para controlarla, el nuevo Gobierno argentino ha hecho dos cosas en el ámbito estrictamente monetario. En primer lugar, cambió la composición del balance del banco central: lo limpió de deuda pública, mientras acumulaba reservas. En el lado del pasivo, transfirió las obligaciones no financieras al Tesoro. En segundo lugar, una vez saneado el balance del órgano regulador, ha seguido una política de restricción monetaria. Tras mejorar la calidad de la base del sistema financiero, ha pasado a controlar la cantidad monetaria. Como la inflación es un fenómeno eminentemente monetario, ha respondido adecuadamente a esta política, y se ha reducido en gran medida. Hoy está por debajo del 3% mensual. Es todavía una inflación alta, pero el país está controlándola. 

No ha permitido que ningún mes de su Gobierno el Estado caiga en el déficit fiscal. El superávit es modesto, pero lo importante es que Milei se está guiando por los principios de una buena gestión económica. No va a engañar a los argentinos con un mayor gasto hoy que tendrán que pagar, muy pronto, con impuestos o inflación. Esa política fiscal también afecta a la inflación. El sistema político anterior, ¡y hace de esto sólo un año!, se basaba en que el político gastaba para comprar el voto de los argentinos, y el pago se realizaba diluyendo la poca riqueza de los ciudadanos en un océano de inflación. Eso se terminó. La honradez presupuestaria y la lucha contra la inflación han permitido que el peso se revalúe un 40%. Y ha cerrado la brecha del cambio con el dólar. En sólo un año. De no creer. Además, está liberando a los argentinos de una multitud de regulaciones que les impedían progresar. 

Argentina, que para un inversor podría verse como una atracción más en cualquier casino, ahora vuelve a ser un lugar atractivo para la inversión, que ha vuelto con fuerza en los últimos meses del año. BBVA prevé que la inversión crecerá un 15% el año que viene, y la economía, seis puntos. El riesgo país se ha desplomado.

«La locura no es lo que define a Milei, sino a quienes aún creen en el socialismo»

Y la pobreza. Ese es siempre el principal problema. Milei advirtió de que sus medidas iban a empeorar, en un primer momento, una situación ya desesperada; y así ocurrió. Pero también está pasando lo que había prometido a los argentinos: la pobreza remite. Estamos en los niveles de pobreza e indigencia (pobreza extrema) de cuando llegó al poder, y con una tendencia a la baja. Cuando vuelva a revisar la situación en aquél país, veremos que habrá caído muy por debajo de cuando estaba cuando llegó. El mejor resumen de su primer año está en este informe de UFM Reform Watch y del Instituto Juan de Mariana. La locura no es lo que define a Milei, sino a quienes aún creen en el socialismo. 

Ha prometido eliminar el cepo monetario y la libre competencia de monedas. «Nos encontrábamos entre los peores 35 países del mundo en el ránking de libertad económica. Hoy ya nos encontramos en la mitad superior de la tabla y no vamos a parar hasta convertirnos en el país más libre del mundo. Por eso, nuestro objetivo es hacer 3.200 reformas estructurales más antes de terminar nuestro mandato», ha dicho a los argentinos. «Ahora se viene la motosierra profunda». Dios le oiga. 

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