THE OBJECTIVE
Félix de Azúa

El muerto es un vivo

«Los sanchistas son los herederos históricos del modo de ejercer el poder de Franco. Están persuadidos de que a este país hay que gobernarlo con mentiras»

Opinión
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El muerto es un vivo

El dictador Francisco Franco.

En su obsesión por husmear en las tumbas, acaba Sánchez de abrir una que no le va a favorecer demasiado. Lo de convertir el año 25 en una sesión continua en blanco y negro sobre Franco, puede darles ideas a los votantes. Para empezar, puede que se comience a explicar quién y cómo era aquel señor. Veamos.

El general Franco fue un personaje de hace 100 años, que murió el siglo pasado y tuvo en un puño a España, por lo que se le considera un dictador. Era época de dictadores. Los había por todo Europa y por toda América. Y aunque el dictador español mantenía al país centralizado, mostraba mucho afecto por las identidades provinciales y protegió mucho los caracteres raciales. En el País Vasco, por ejemplo, siempre era recibido con danzas típicas y otras peculiaridades ancestrales. Lo mismo sucedía en Cataluña o Galicia y en todas las restantes provincias españolas.

Tenía una corte de incondicionales fanáticos que le aplaudían hasta despellejarse las manos y le veían todas las virtudes, le obedecían en todo sin la menor protesta o disidencia, como a un dios. Por eso se les llamaba «adictos al régimen», como los de la cocaína. Casi todos se dejaban corromper, pero Franco lo permitía porque sabía que era la manera de tenerlos bien sujetos.

Le irritaba la monarquía. Mantenía al heredero de la corona, pero procuraba que no se le viera mucho. Al final, uno se percataba de que él prefería las repúblicas antes que las monarquías, pero como no era tonto del todo sabía que la república, en sus dos intentos para adaptarse al carácter español, habían sido un desastre. Sin embargo, su dictadura estaba mucho más cerca de las repúblicas latinas que de las monarquías europeas.

En aquel siglo la dictadura más feroz era la comunista o bolchevique, ya que las fascistas y nazis habían sido derrotadas en la guerra. Pero su dictadura no, como la de Perón, por ejemplo, con quien se llevaba a partir un piñón. En la actualidad le habría gustado mucho la de Venezuela, porque le complacían los hombres fuertes, según se dice. Pero los comunistas eran gente peligrosa por su carácter secreto, criminal y conspirativo, parecidos a los masones, según creía, a quienes odiaba igualmente y los persiguió sin demasiado éxito. El caso era tener un enemigo claro y popular.

«No tenía ni doctrina ni ideario político. Todo lo que hizo se basaba en la mentira, el engaño y la alianza con lo que le conviniera»

Duró cuarenta años en el poder y habría durado más si no se le hubiera cruzado un adversario invencible, la muerte. Durante décadas tuvo como hostiles de verdad tan sólo a los comunistas, pero estos no pudieron hacer nada contra un personaje blindado por una fortaleza económica y otra militar y policial. En aquella época los militares aún mandaban bastante y de hecho estaban siempre detrás de todos los golpes de Estado latinos.

No tenía ni doctrina ni ideario político. Todo lo que hizo se basaba en la mentira, el engaño y la alianza con lo que se le pusiera a mano o le conviniera: primero Hitler, pero luego Eisenhower sin ningún problema, le daba igual un partido nazi que uno liberal con tal de que le sostuvieran en el poder. Eso sí, con los que mejor se llevó fue con los reyes de Marruecos.

Su vida personal fue siempre casta e intachable, nunca tuvo la menor denuncia o se le conoció escándalo personal alguno. No así sus familiares, y en especial su mujer, a la que llamaban «la Collares» porque tenía debilidad por los regalos que le hacían los joyeros más obsequiosos. No había necesidad de corromper a la familia porque estaba protegida por una recua de jueces todos ellos puestos a dedo por el dictador y los adictos: ya se encargó él desde buen principio de tener a la judicatura atada y bien atada. Con Franco no hubo Poder Judicial, de hecho, sólo Poder Legislativo y Ejecutivo, pero eran todos lo mismo, o sea, él.

También es cierto que metió a mucha gente en prisión y que al comienzo de su mandato fusiló a diestro y siniestro. Así se hacía en aquella época también en la América Latina, pero eran infamias que hoy resultan impensables y que ya no se estilan. Es decir, no son necesarias porque hay otros mecanismos para obtener la sumisión de los súbditos.

En fin, podríamos seguir enumerando sus caracteres, pero es innecesario, ya lo harán los sanchistas que son los herederos históricos de ese modo de ejercer el poder. Están persuadidos de que a este país hay que gobernarlo con mentiras, calumnias y engaños, aunque manteniendo y financiando sus diferencias regionales, míticas, raciales y folklóricas. Dentro de poco veremos a los ministros integrando los Coros y Danzas del sanchismo. De hecho, ya están integrados en ellos, pero en lugar de traje regional usan modas caras. Son como niños.

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