THE OBJECTIVE
Teresa Giménez Barbat

¿Quién no quiere que su hija sea peón caminero?

«La secretaria general de Transporte Terrestre se propone incluir la perspectiva de género en sectores tradicionalmente de hombres, como es el de las carreteras»

Opinión
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¿Quién no quiere que su hija sea peón caminero?

Varior operarios, todos ellos hombres, asfaltando una calle de Madrid. | Josefina Blanco (Europa Press)

Bueno, «peona». Que el lenguaje es muy sexista. La cuestión es que las mujeres están muy subrepresentadas en algunas profesiones y oficios. Y hasta ahora esa queja sólo se había planteado para carreras y puestos de los llamados de «alto nivel», ingenieros o CEOs de tecnológicas, por nombrar alguno. Nunca había reclamado el feminismo lo que Warren Farrell, en oposición al famoso «techo de cristal», llama el «sótano de cemento». Ese lugar oscuro lleno de tíos que disfrutan siendo poceros, enterradores, buzos, camioneros (hablaremos luego de ellos) o peones camineros.

Pero por fin se hace justicia, y en una charla sobre El papel de la mujer en la conservación de la red viaria organizada por Executive Forum, la secretaria general de Transporte Terrestre, Marta Serrano, hace visibles esos empleos y los reivindica para las chicas. En su opinión se les manda un mensaje distorsionado sobre la presencia de la mujer en sectores relacionados con su ministerio. Empezando por los «dibujos animados». «En Peppa Pig todos los operarios de carreteras son señores», señala, acusadora.

Ya era hora de que una socialista lo denunciase. No sé si se han encontrado en verano, viajando por las estepas leridanas en plena canícula, con esos señores con chaleco amarillo regulando el tráfico en una carretera en obras y sudando la gota gorda. Muchos de ellos negros negrísimos, que no sabes si por el hecho mismo de ser subsaharianos o por llevar demasiados días en la solana. Aunque lo del color de la piel lo dejaremos para un día en que hablemos de «interseccionalidad», señalemos que no hay entre ellos una mujer ni por casualidad. ¿Y no sería menos discriminatorio que se repartieran el curro al 50% con féminas, a poder ser blancas y de proximidad? ¿Por qué, como dice Marta Serrano, quienes arreglan las carreteras siempre han de ser «señores enormes y musculosos»? Y negros, oye. Pero ya hemos dicho que dejamos eso para otro día. En conjunto, una anomalía histórica que la Secretaria General propone corregir incluyendo la perspectiva de género en los sectores tradicionalmente vinculados a los hombres, como es el caso de las carreteras.  

Y esto me recordó mi experiencia como diputada en Bruselas y a un «ladies lunch» con la Comisaria de Transportes Violeta Bulc. Por aquella época (mediados del 2016) también se estaba debatiendo un informe sobre «mujer y transporte». Se preguntaban algunas colegas (más bien todas de izquierda y de buena familia) por qué a las mujeres no les gusta ser, por ejemplo, camioneras. ¿Mande? Sería una buena pregunta para una chica como Georgina Rodríguez, la mujer de Cristiano Ronaldo, que es de Jaca y muy directa. «Pues porque no nos van los coches tan grandes, ni cambiar ruedas, ni mancharnos de grasa, ni dormir en cabinas», respondería sin duda.

«Con una buena campaña el verano que viene tendremos chicas a mogollón arreglando firmes y conduciendo camiones»

Pero en el «ladies lunch» la mayor parte de las diputadas siguió estrujándose el magín. Todas un poco en la parra. Luego supe que la comisaria Bulc era chamanista y que caminaba sobre el fuego. Es en serio. A pesar, o gracias a ello, causó una excelente impresión en su audiencia de confirmación en el Parlamento Europeo en 2014. Lo místico mola si es «alternativo». Si hubiera sido ex monja del Palmar de Troya no habría llegado a Comisaria, creo. Y no digo que no lo hiciera bien. Tenía cero experiencia tanto en política como en Transportes, pero era licenciada en informática, poseía un máster californiano en ciencias de la información, trabajó en Silicon Valley durante cuatro años y en 1999 fundó una exitosa empresa de telecomunicaciones.

También Marta Serrano es Ingeniera de Caminos. Pero no sólo de STEM vive el feminismo, y ambas se preocupan por las humildes camioneras y peonas. Y estarían de acuerdo en que Peppa Pig fomenta estereotipos desde abajo. Nada de que, por su propia naturaleza femenina, ellas huyan de ciertos empleos como de la peste. ¿Cómo van a tener interés por arreglar carreteras si ni la cerdita ni sus amigas conducen asfaltadoras? Es que si desde pequeñas las niñas no ven que las mujeres ocupan este tipo de puestos, dice la secretaria General, «cuando tienen ocho o diez años y llegan a Secundaria no piensan en ese tipo de trabajos».

Totalmente. Y yo creo que con una buena campaña («no es magia, son tus impuestos») el verano que viene tendremos chicas a mogollón arreglando firmes y conduciendo camiones.

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