Belarra, Otegi y los asesinatos que abren debates
«Las injusticias que pueblan el mundo no se curan con una bala, ni los debates se ponen encima de la mesa con un asesinato»
Me da un tic en el ojo cada vez que alguien desde España alucina con que un hombre como Trump, con escasas maneras democráticas y sus variadas condenas judiciales, haya podido llegar a presidir la nación más poderosa del mundo. Y el tic, inevitable, es fruto de la paletada que pregonan nuestros queridos tertulianos cada vez que repiten el mantra. No quisiera hacer analogías, pero si Trump es una anomalía del sistema, en España llevamos más años con nuestras particularidades. Arnaldo Otegi no ha presidido los EEUU, ni tan siquiera ha ostentado la Lehendakaritza, aunque sí es uno de los dirigentes políticos más longevos de la democracia. El hombre referente de la izquierda abertzale, en los tiempos de la cancelación, es un ejemplo de resistencia.
Mientras que los dirigentes le temen a una imputación más que a la niña de la curva, Otegi, entre otras cosas condenado a seis años de prisión por secuestrar a Luis Abaitua, sigue ahí, y seguirá lo que quiera él. Y sin pretender, de veras, poner en pie de comparación nada, digamos que defraudar dinero es algo más humano, bastante más, que maniatar a una persona y meterla en un maletero. Igual los verdaderos anómalos somos nosotros, son los que aplauden, abrazan, elogian al hombre de paz que es Otegi. Y más, porque por un lado está lo penal, lo ya condenado, luego está la moral, la ética, y los discursos repugnantes sobre los que quisieron darle al terrorismo etarra una pátina de intelectualidad.
En La Sexta, allá por 2016, Jordi Évole le recordó a Otegi sus palabras, cuando era portavoz de Herri Batasuna, en las horas posteriores a que ETA asesinara al periodista José Luis López de Lacalle: «Lo que pretende ETA es en primer lugar poner encima de la mesa el papel de determinados medios de comunicación, poner encima de la mesa el papel de determinados profesionales de los medios de comunicación que, a juicio de ETA, están planteando una estrategia informativa de manipulación y de guerra en el conflicto entre Euskal Herria y el Estado». Curiosa manera de poner un tema encima de la mesa, disparar por la espalda –modus operandi de los etarras- y matar a un periodista, 62 años de edad, casado y con dos hijos.
En EEUU han matado a un inocente llamado Brian Thompson, el CEO de UnitedHealthcare, la mayor aseguradora médica del país. El asesino -si quieren pongámosle el presunto-, es guapo, joven, se llama Luigi Mangione. Un terrorista, simplemente aplicando la definición que le eleva del común asesino para darle mayor empaque, terrorista porque el crimen tenía no solo la motivación de acabar con la vida de Thompson, sino el interés de hacer llegar a los estadounidenses un mensaje político. Delay, Deny, Defend, o sea, retrasar, negar, defender, fueron las palabras escritas en los casquillos de bala que se encontraron alrededor del cadaver de Thompson. Retrasar, negar, defender: por qué las compañías de seguros no pagan las reclamaciones y qué se puede hacer al respecto, es el título de un libro, ahora superventas, que aborda el asunto de compañías como UnitedHealthcare.
«En realidad ha habido turba, muchedumbre, que se ha lanzado a jalear al homicida, cuando no a argumentar lo buenorro que está»
Que el sistema sanitario de EEUU es una aberración no es una afirmación que encontrará muchos críticos, estaremos de acuerdo en ello. Que la manera de abrir un debate no es, ni debería ser nunca, asesinar a tiros a alguien, ya si tiene su debate. Y no por este que escribe, más bien por algunas de sus señorías. La exministra Ione Belarra, habló desde la tribuna del Congreso del «debate social» que se ha abierto con el crimen de Mangione. Y entrecomillo debate porque en realidad ha habido turba, muchedumbre, que se ha lanzado a jalear al homicida, cuando no a argumentar lo buenorro que está, y lo víctima que es, ha sido y será, porque sí. Belarra, con la firmeza de los que nunca dudan, lanzó una pregunta al aire del Hemiciclo: «¿Qué es más violento, si un sistema sanitario privatizado como el americano que mata a miles de personas cada año o el crimen de Mangione?»
Ah, Mangione debe ser que ha probado la violencia del sistema y ha decidido hacer justicia por su mano. Otros sufrirán la violencia que genera un desahucio, la violencia energética por no poder pagar la calefacción, la violencia machirula que habita en la sociedad, la violencia racial, la violencia de los ricos contra los pobres. Las injusticias que pueblan el mundo no se curan con una bala, ni los debates se ponen encima de la mesa con un asesinato, pero igual Ione Belarra tiene otro parecer. Menos mal que los españolitos somos de cabreo intenso, pero corto, porque a saber lo que algunos estarían dispuestos a hacer cuando el funcionario le diga: «Por favor, vuelva usted mañana». Igual hasta abren un debate social.