THE OBJECTIVE
Bosco Esteruelas

El misterio está en el bombo de Broncano y la solución, en el ingenio de Mota

«Más de un espectador debió pensar anoche que la gran bola del reloj iba a empezar a bajar mientras David y Lala hablaban entre ellos de cosas banales»

Opinión
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El misterio está en el bombo de Broncano y la solución, en el ingenio de Mota

Lalachús y Broncano en las campanadas de TVE. | RRSS

Con David Broncano todo puede ocurrir, porque nunca tiene guion. Y su compañera Lalachus, en la despedida del año en la Puerta del Sol, estaba asustada de que la cosa pudiera ir a peor. Vestido con un esmoquin negro, pajarita blanca y calcetines rojos, regalo de David Bisbal, entró en escena subido al tejado del edificio Tío Pepe, en la madrileña Puerta del Sol. Tiene pericia el conductor de La Revuelta en la escalada y ayudándose de una cuerda, que según él trajo de casa, descendió con su querido bombo mientras Lala, con traje negro escotado, gritaba de miedo «Ay, Dios mío». El equipo de TVE debió de temer que la transmisión de las famosas campanadas iba a terminar en accidente. Pero Broncano dio un salto y se unió sano y salvo a su compañera de La Revuelta, el programa que dirige desde hace tres meses en la tele pública y que ha ganado por una décima al Hormiguero, de Pablo Motos, según el último índice de audiencia.

Poco antes había terminado el programa AI-AI-OH de José Mota. El director, actor y humorista manchego ha superado esta vez la brillantez de sus anteriores (lleva más de 20 Nocheviejas) dedicándolo en esta ocasión al tema de la inteligencia artificial y su relación con los políticos y la comedia. Si existe salvación en el mundo de hoy, ciertamente no está en ellos, sino en los cómicos, en el humor, parece concluir Mota. Incluso aunque Pedro Sánchez, arrogante, diga en un cierto momento que «la comedia no es la nuestro, no porque no podamos, sino porque no queremos». Alberto Núñez Feijóo asentía. Y afortunadamente lo hacen tan mal que los cerebros de Inteligencia Artificial los castigan a participar en el concurso de Grand Prix nada menos que con el incombustible Ramón García. «¿Cuántas veces ha cambiado de opinión?», le pregunta Ramonchu, esta vez sin la capa que le hizo famoso cuando presentaba lo de las uvas con Ana Obregón. Tira por lo bajo el jefe del Gobierno. El presentador le contesta que al menos 25. «¿Y usted, señor Feijóo, cuántas repitió lo del sanchismo?». No sabe contestar el líder del PP. «Seis», le sopla García.

Cuando no sabe qué decir, Broncano recurre al grito, algún que otro taco, aunque anoche estuvo bastante comedido o incluso pidió perdón si mostró sin pretenderlo un primer plano de la parte trasera del cuerpo, o coge el bombo para solidarizarse con los damnificados de la catástrofe de Valencia. Mota también hizo un claro guiño a la dana al final de su película, en un tono quizá un tanto dramático y populista. La tragedia estuvo también presente en el resumen del año que dirigió antes Pedro Almodóvar, que mostraba extrañamente un rostro abatido, ensombrecido, al borde de la lágrima.

El equipo de cámaras que transmitió el acto de las campanadas de la Puerta del Sol debió pensar más de una vez que todo se les iba de las manos. Especialmente cuando Broncano miraba a Lala y no hacía más que preguntar: «¿Y ahora qué hacemos?». El desconcierto fue mayúsculo cuando una de las cámaras comenzó a enfocar el balcón desde donde transmitían para Antena 3 Cristina Pedroche y Alberto Chicote, que llevan liderando la ceremonia desde hace tres años. Una y otra vez uno de los cámaras enfocaba a los rivales. Broncano comenzó a enfadarse, pero inmediatamente recurrió al grito como si estuvieran en el patio de luces de su edificio y Cristina y Alberto fueran los del tercero, con quienes tienen gran confianza. Estos se dieron cuenta y les devolvieron el saludo con sonrisas. «¿Dónde vais luego para ir con vosotros?», voceaba el director de La Revuelta. Broncano no se identifica con la guerra de audiencias y así lo ha dicho una y otra vez en el caso de su reñida batalla con Motos. Nunca se sabe si es una puesta de escena muy suya.

Más de un espectador debió pensar anoche que la gran bola del reloj de la Casa de Correos, antigua sede de la Dirección General de Seguridad de la dictadura franquista y hoy sede de la presidencia de la Comunidad de Madrid, iba a empezar a bajar mientras David y Lala, distraídos, hablaban entre ellos de cosas banales como si estuvieran en el salón de su casa. Pero no, la comunicadora de Fuenlabrada, que lleva más de un año colaborando con el humorista ahora en La Revuelta y antes en La Resistencia, puso un punto de seriedad al caos y avisó que había que explicar bien a los telespectadores el procedimiento: primero la bola, luego los cuartos y finalmente las 12 campanadas. No hicieron mención al fallo de esa pobre presentadora de TVE que en 1989 se hizo un lío monumental con los cuartos y hubo quienes terminaron de comer las 12 uvas cuando se estaba emitiendo el primer anuncio publicitario del año. Desde entonces, la cadena pública hace una labor pedagógica y muestra con gran detalle los números que corresponden a la ingestión de cada una de las 12 uvas.

Pero no fallaron y se comieron los granos sin atragantamiento, aunque luego él tuvo que pedir agua antes de que uno del equipo de la transmisión les pasara dos copas y un «champi» del caro, según confesaban. Abajo, cerca de 15.000 personas, según cálculos de la Policía Municipal, celebraban el paso del año sin importarles demasiado el frío o si Broncano y Lalachus lo habían hecho bien, regular o deficiente. El director de La Revuelta, 40 años recién cumplidos y cuatro Premios Ondas en el bolsillo, no hacía más que preguntar si todo ya había terminado. «Creo que lo hemos hecho bien, que ha salido bien», decía medio serio, medio sonriente, a su compañera de ceremonia, Laura Yustres, de 34, alias Lalachus, humorista que ha saltado a la fama desde que trabaja con Broncano y tiene en su cuenta más de medio millón de seguidores.

Lalachus tiene estudios sin completar de Comunicación Audiovisual y ha sido recepcionista de una empresa. Confiesa con orgullo que el éxito se lo debe a su propio esfuerzo. Comparte elogios y críticas por su obesidad. «Me los paso por el papo a quienes se mofan de mi físico», ha dicho en una de las múltiples entrevistas que ha concedido desde que Broncano la eligió como compañera para las uvas de la Puerta del Sol. Anoche, al formular un deseo, hizo un comentario indirecto a su obesidad: «Ojalá la gente deje de opinar sobre los cuerpos ajenos». Más modesto en sus peticiones, David deseó ser presidente del Real Madrid.

El fenómeno Broncano ya ha dado pie a ríos de tinta, comentarios en radio, televisión o redes sociales. Hay quienes no ven ninguna gracia a su talk show nocturno en la Primera. Critican el caos, el lenguaje un tanto soez y la incoherencia de sus entrevistas. Otros, en cambio, sostienen que es un innovador. Pero lo cierto es que ha levantado el índice de audiencia de la cadena estatal y ha atraído a jóvenes espectadores que hasta ahora no veían la televisión. Es el comunicador de moda. Todos hablan de él. Hasta el propio presidente Sánchez hizo un comentario al respecto en su conferencia de prensa de fin de año. David Broncano firmó este verano un contrato de dos años, para emitir 300 programas, con RTVE a razón de 14 millones de euros por temporada. «Te cobras barato», le dijo el futbolista Gerard Piqué en una de sus entrevistas recientes mientras el presentador le miraba entre sorprendido y reflexivo.

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