El año Pacobeo, para desacreditar al régimen del 78
«Juan Carlos I, el gran protagonista y testigo andante de la efeméride, será la estrella ausente de este circo…»
El 2025 será el «Año Pacobeo», «España en Libertad», esa invención grotesca que el Gobierno ha decidido regalar al país como homenaje al medio siglo desde que el Caudillo dejó de respirar en su lecho, sin que la oposición saliese ni un día a la calle. El dictador dejó España atada con nudos tan apretados que hoy seguimos intentando deshacerlos: el franquismo sociológico pervive en mucho tics de la sociedad española: cultura de subsidio, una juventud opositora (es decir haciendo oposiciones), tres generaciones bajo un mismo techo, telebasura (distinta pero igual de basurienta) a espuertas, y una religiosidad woke con tanto fervor adepto, real o impostado, como el de los catolicones del régimen.
Y el franquismo político también: el nacionalismo está más vivo que nunca en las regiones periféricas, que hacen de España al enemigo; y con Vox ha regresado un nacionalismo antieuropeo franquiano que los nacionalismos periféricos retroalimentan al denunciarlo.
¿Y por qué tanto esfuerzo en esta maratón de actos conmemorativos? La respuesta, simple y triste, es la misma de siempre: socavar el régimen del 78 y para ello qué mejor que comprometer a la Corona. Ese vestigio molesto de la dictadura que, a pesar de los intentos, sigue presente, como un manchón en la camisa que se resiste a desaparecer.
Juan Carlos I, el gran protagonista y testigo andante de la efeméride, será la estrella ausente de este circo. Si bien su presencia será fantasmal, casi se podrá oír el eco de la Transición, aquella brillante jugada que, por obra de magia o de pura necesidad, lo elevó a la categoría de monarca del pueblo. Ahora, medio siglo después, lo relegan a una sombra, a un espectro que ya no tiene cabida en esta nueva era. Y en su lugar, Felipe VI, que se debate entre la espada de su cargo y la pared de la memoria histórica, será el convidado de piedra.
Felipe VI, el hombre de la cuerda floja, tendrá que participar en algunas galas, hacer el malabarista, sin romper la cuerda que lo conecta con la Corona democrática y, por vía paterna, con la herencia franquista, una herencia de la que, en el fondo, no puede desprenderse a ojos de la izquierda y los independentistas. ¡Menos mal que Franco tuvo la prudencia de no apadrinarlo! Si lo hubiera hecho, no tendríamos ni que imaginar las caras de satisfacción de los rancios de siempre, aquellos que, con la memoria histórica a cuestas, habrían convertido a Felipe en el nuevo símbolo de la continuidad franquista. La sensatez de Franco la que evitó la peor pesadilla para el futuro monarca.
(Feijóo, si quiere liderar algo, ha de liderar la rebelíón cívica a tanta desmemoria. O lo hará Ayuso).
Coda 1) Un año trumpeando. O cómo la democracia americana se ha convertido en un circo de tres pistas. El 2025 se perfila como el año del payaso naranja. Trump, ese prodigio de la estafa inmobiliaria reconvertido en estadista de pacotilla, iniciará su mandato con el sambenito de delincuente colgado al cuello. Los pagos a una actriz porno, esa sórdida historia digna de un culebrón de sobremesa, no serán más que el aperitivo de un festín judicial que, paradójicamente, no le impedirá ejercer, gracias a la impunidad presidencial, como el hombre más poderoso del planeta.
Los americanos, en un alarde de masoquismo cívico, han elegido a un delincuente a sabiendas. Como si de un reality show se tratara, han decidido que el espectáculo debe continuar, aunque el precio sea la degradación de sus instituciones. Trump, rodeado de una corte de advenedizos tan ajenos a la política como él mismo, se dispone a aplicar su programa de gobierno: una mezcla explosiva de ocurrencias de barra de bar y delirios de grandeza. En el mejor de los casos, será un experimento de laboratorio sobre los límites del populismo; en el peor, un salto al vacío sin paracaídas.
Este segundo mandato promete ser muy diferente al primero. Si antes Trump jugó a ser un político convencional con tics de outsider mediático, ahora se nos presenta como un outsider con ínfulas de estadista. El resultado, me temo, será una amalgama de despropósitos que pondrá a prueba los cimientos de la democracia americana.
El triunfo de este modelo nacional-populista en Estados Unidos podría ser el pistoletazo de salida para que otros aprendices de brujo intenten replicar la fórmula en Occidente.
Trump es el test de estrés de Occidente.
Coda 2) Edmundo Dantés González. Empieza la gira por LATAM y Washington del vengador venezolano, arrancando en Buenos Aires, esa ciudad que se cree París, pero huele aún a peronismo con Milei on fire. González, cual Edmundo Dantés tropical, pretende ajustar cuentas el 10 de enero con la satrapía chavista que ha convertido Venezuela en un parque temático del hambre y la represión. El éxito o fracaso de este periplo y lo que ocurra en la investidura determinarán no solo el destino de la maltrecha Venezuela, sino también el de aquellos países americanos que oscilan entre la democracia y el caudillismo de opereta. Una responsabilidad hercúlea para alguien que hasta hace poco era un don nadie con ínfulas de estadista. Lástima que González no haya iniciado su cruzada redentora en España, desde el balcón del Palacio Real, flanqueado por un monarca que seguramente quisiera hacer lo que no le dejan desde Moncloa.
Los miles de compatriotas exiliados, esos que cambiaron el paraíso bolivariano por la democracia española, habrían aclamado a su Mesías con el fervor de quien han recuperado toda esperanza. La victoria de González, tan inapelable, habría sido aún más contundente si esos exiliados hubieran podido votar.
Cuestionario maldito a Javier Ruiz Martín: autor del libro Callejero maldito (Editorial Funambulista) en el cual elabora una imaginativa reflexión histórica, ética y personal acerca de varios personajes, vencedores de la Guerra Civil Española y sostenedores, en una u otra medida, de la dictadura franquista. Todos ellos cometieron crímenes, y, aun así, todavía tienen calles dedicadas en Madrid y otras ciudades españolas.
1- ¿Por qué escribió este Callejero Maldito?
La barbarie ha de ser motivo de análisis y reflexión, nunca de homenaje. En Madrid se daba lo segundo.
2- ¿Sólo cometieron atrocidades los franquistas?
Evidentemente no. Recomiendo la lectura de El holocausto español, de Paul Preston.
3- ¿Qué calles habría en Madrid de haber ganado la República?
Manuel Azaña Díaz; Vicente Rojo Lluch; Buenaventura Durruti; Dolores Ibárruri; 14 de abril; los aliados, y un largo etcétera.
4-¿Cuáles fueron los principales carniceros republicanos?
Cabe mencionar las checas, engrosadas por numerosos individuos sedientos de sangre que nunca merecerían tener calles dedicadas.
5-¿Considera que hay que celebrar los 50 años de la muerte de Franco, la cual no supuso la democracia, sino que hubo que esperar varios años?
Franco está más lozano que nunca (parece que no esté muerto), con 50 liftings a sus espaldas. Igual aguanta otros 50. ¿Conmemorar, el qué?
6- ¿Ve a Italia o a Alemania celebrando el aniversario de la muerte de Mussolini o de Hitler?
En 1995 se celebró el 50 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial. Juan Pablo II escribió unas palabras conmemorativas. En 2020, en pandemia, se celebró el 75 aniversario; también Berlín participó. Ojo, distingamos entre celebrar la muerte de alguien, o conmemorar el fin de un régimen dictatorial. Me pregunto de qué va la cosa en España, y el Gobierno debería hacerse la misma pregunta.
7 – ¿Qué debería enseñarse sobre Franco en las escuelas?
Lo que ya se sabe, que sobrecoge, más la reflexión que hago en mi respuesta a la 5ª pregunta.
8- ¿Cómo le dio por resucitar a personajes tan siniestros?
Quería acercarme a ellos de verdad, a ver qué se siente. La experiencia fue espantosa. Es como tomarse una caña con un verdugo. Aún no me he repuesto.
9- ¿Teme que le tachen de radical de izquierdas?
Más temo a quienes opinan desde la ignorancia y sin haber leído el libro: Typical Spanish.
10- En serio, ¿qué piensa de Franco?
Que era un hombre, como usted y como yo, y eso es lo peor. La bestia paleolítica que todos/as llevamos dentro no está muerta, solo dormida. Aun así, necesito tener fe en el ser humano.
11- ¿Hizo Franco alguna cosa buena?
Un régimen que se perpetúa por medio del terror no puede tener nada bueno. Si acaso lo único positivo del franquismo es que terminó, y no precisamente con la muerte física del caudillo. Recordad, queridos españoles, el harakiri de las cortes franquistas. Nunca olvidaré el cuadernillo con el texto de la Ley para la Reforma Política, que anduvo por mi casa en aquellos años y no sé dónde ha ido a parar.
12- ¿Qué les diría a los que afirman que con Franco se vivía mejor?
Que no se podía vivir peor.