2025: la farsa continúa
«Ahora toca Franco. Siempre hay una cortina de humo para esconder una misma realidad que nos apabulla: la indigencia moral de Sánchez»
Todos sabemos que Pedro Sánchez no tiene ninguna intención de aprovechar el 50 aniversario de la muerte de Franco para facilitar un análisis de lo que la dictadura representó para España. Lo saben quienes critican la cascada de actos que se nos anuncian con ese motivo, lo saben quienes le siguen la corriente al presidente del Gobierno porque es lo que toca en estos momentos y lo sabe el propio Sánchez, que a estas alturas se cree ya con impunidad suficiente para tomarnos el pelo cada vez que se le ocurra sin pagar el menor precio por ello.
Todos sabemos que el único objetivo de esta supuesta celebración es el de insistir en la división del país en dos mitades, lo único que Sánchez ha hecho bien desde que la suerte lo elevó a una alta responsabilidad política. Lo saben, sobre todo, los que colaboran con Sánchez, que son también los que mejor lo conocen y los que ya preparan en secreto cómo van a justificar en el futuro su tropelías sobre la base de la obediencia debida.
«Vivimos una enorme farsa que simplemente trata de ocultar la absoluta sumisión de toda la agenda política del país a las necesidades y caprichos de Sánchez»
Los colaboradores de Sánchez, los ministros, los diputados socialistas, los dirigentes del PSOE, todos saben que vivimos una enorme farsa que simplemente trata de ocultar la absoluta sumisión de toda la agenda política del país a las necesidades y caprichos de Sánchez. Es triste ver cómo alguno de los ministros que han pasado y alguno que todavía está, sabiendo esto, sigue haciendo esfuerzos a diario por dar a esta comedia -tragedia, más bien- visos de veracidad, pero en su cara se refleja a veces que no se lo creen. Cómo sé que no se lo creen muchos de mis colegas que intentan buscar un clavo ardiendo al que agarrarse para justificar algo de la verdad oficial.
¡Cómo no van a saber todos que la conducta del fiscal general escandaliza a cualquier persona con mínimos principios democráticos! ¡Claro que lo saben, pero intentan unos y otros aferrarse a la idea disparatada de que es peor el fraude fiscal aún por demostrar de la pareja sentimental de Isabel Díaz Ayuso. Ese nombre lo justifica todo para estos modernos torquemadas. Contra Ayuso vale todo. Ayuso es la píldora que permite conciliar el sueño a quienes han pasado el día liquidando nuestra democracia para sostener a Sánchez.
¡Cómo no van a saber todos que la actuación de José Luis Ábalos, con su Koldo y su Aldama, apesta! Claro que lo saben, pero ahí los tienes, buscando precedentes en el amplio baúl de corrupción del Partido Popular o recurriendo a manidos subterfugios sobre los garbanzos negros con tal de proteger al jefe. Todavía peor: no les duelen prendas en llevarse por delante al poder judicial, al que acusan de fascista, con tal de deformar la realidad y levantar una cortina de humo que impida a los ciudadanos ver lo que en el fondo ellos ven con absoluta claridad.
¡Cómo no van a estar todos avergonzados de los abusos cometidos por la esposa del presidente, que se conseguía másters y adulaciones desde su influyente residencia en Moncloa! Claro que les escandaliza, pero es más prudente vociferar contra los medios de comunicación que lo cuentan y construir un gigantesco bulo nacional sobre la noble intención del Gobierno de acabar con los bulos.
¡Cómo no van a agachar la cabeza todos cada vez que se enteran de una nueva concesión del Gobierno al prófugo de Waterloo, a los provocadores de Esquerra o al salvapantallas de la extinta ETA, aquellos que tanto atormentaron a los socialistas y a los que los socialistas con tanta saña persiguieron en su día! Claro que el rubor los invade cuando tienen que justificar todo eso por la reconciliación cuando saben de sobra que solo se trata de retener el poder.
Todo es una farsa que trata de esconder las vergüenzas del gobernante más indecoroso y mendaz de nuestra democracia. Nada es lo que dicen que es. No se pretende celebrar el nacimiento de la democracia tras la muerte de Franco. Detengámonos en este punto: no es más antifranquista el que presume de ello veinte veces al día sino el que trabaja para perfeccionar nuestra democracia y mejorar nuestra convivencia, que es exactamente lo contrario que hace el Gobierno. Ni se pretende celebrar el nacimiento de nuestras libertades ni se trata de acabar con el fraude fiscal ni se busca despolitizar el poder judicial ni existe la más mínima intención de reforzar la independencia de los medios de comunicación ni hay ninguna necesidad de reconciliación nacional con ex terroristas y golpistas. Todo es una farsa que nos fuerza a todos a sumarnos al debate al que nos conduce el Gobierno -ahora Franco-, conscientes como somos de que siempre hablamos de lo mismo: la indigencia moral de Pedro Sánchez.