El año de la bilis
«La única posibilidad de resistencia para un presidente asediado por problemas judiciales es encanallar aún más el debate político. Y en eso es un verdadero experto»
Lamento enormemente interrumpir su gozosa ingesta de polvorones, turrones y peladillas así como los sinceros deseos de paz y fraternidad universales que suelen acompañar a estas fechas navideñas, pero el año en el que acabamos de entrar no será ni el de la concordia ni el del entendimiento ni el del amor; 2025, por designio del inquilino de Moncloa y su corte de nigromantes, será el año el de la bilis.
Y lo será porque la única posibilidad de resistencia para un presidente del Gobierno asediado por problemas judiciales que afectan a su partido y a su familia y sin capacidad alguna para aprobar ni una sola ley que no comporte cesiones escandalosas en el congreso, un presidente cada vez más solo y aislado al que ya nadie ni de su partido ni de su Gobierno tiene redaños de hacer frente en nada substancial sin correr el riesgo de ser expulsado a las tinieblas exteriores es pisar de nuevo el acelerador y encanallar aún más el debate político de nuestro país. Y en eso es un verdadero experto.
Cada vez que Sánchez se ha encontrado en una encrucijada política que ponía en riesgo su existencia, la ha resuelto de la misma manera, redoblando la apuesta a la espera de que quien tiene enfrente se acobarde, algo que hasta ahora ha sucedido siempre.
El primer pinchito de bilis ya lo tienen ustedes primorosamente cocinado por Moncloa y servido con la destreza habitual por los abnegados medios y tertulianos de plantilla: me refiero naturalmente a convertir 2025 en el año jubilar en homenaje al dictador Francisco Franco, con más de 100 eventos que tratarán de que ni una sola provincia, ni un solo pueblo, ni una sola familia y ni un solo grupo de amigos deje de degustar esta delicatessen del enfrentamiento que además lleva por título «50 años en libertad», un lema tan sospechosamente parecido a la campaña de lavado de cara orquestada por el propio franquismo en 1964 bajo el lema «25 años de paz» (les juro que esa campaña existió exactamente con ese lema) como para dejarlo pasar.
Y es que Sánchez y su entorno son perfectamente conscientes de que, dado que es imposible que logren gobernar de la forma que haría cualquier ejecutivo occidental, gracias a la lealtad discontinua y de pago a tocateja de los socios que les llevaron al Gobierno, su única y remota posibilidad de permanecer vivos hasta que alguna conjunción planetaria les dé una oportunidad electoral, es mantener alienado y en estado de guerra permanente al 30% de los españoles que aún sigue confiando en ellos.
«Sánchez es perfectamente consciente de que su única posibilidad de permanecer vivo hasta que alguna conjunción planetaria le dé una oportunidad electoral, es mantener en estado de guerra permanente al 30% de los españoles que aún sigue confiando en ellos»
No habrá, pues, agenda legislativa, ni política, ni económica durante 2025, solo una búsqueda creciente del enfrentamiento entre españoles del que los «50 años en libertad» no es más que un punto de partida desde el que ir acelerando durante los 12 meses que nos quedan por delante. Algo para lo que estoy seguro que contarán con la colaboración de su socio más leal y entusiasta en este tipo de juegos bastardos, me refiero naturalmente a Vox.
Por eso conviene que la oposición del Partido Popular, sea capaz de desoír esos cantos de sirena y fije su mirada en lo que los norteamericanos llaman la big picture, el cuadro completo, el panorama general, dejando en paso las provocaciones de las que van a ser objeto y utilizando toda su potencia política para hablar de forma incansable, cada día, cada hora, cada minuto y desde todas sus terminales de los problemas reales de los españoles reales, esos a los que cada trimestre se les va a hacer más complicado tragarse esta infame sopa de bilis que les propone el Gobierno.