La 'ley Begoña', otra vuelta de tuerca
«Esta ley es otro paso más en su camino para acabar con un Poder Judicial, que está resistiendo los intentos del autócrata para impedir que cumpla con su deber»
Con Franco, según declaraba ante las Cortes en 1971, «el sistema institucional del Estado español responde a los principios de unidad de poder y coordinación de funciones». Es decir, como ocurre en todos los regímenes totalitarios, la unidad de poder significaba precisamente eso, que todo el poder estaba concentrado en una persona y que no existía, para nada, separación de los tres poderes que tienen que existir en un Estado de Derecho, el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial.
Hace ya tiempo que descubrimos que ése es el ideal de Sánchez: acabar con la separación de esos tres poderes que los españoles consagramos en la Constitución de 1978 y que él, con su vocación de autócrata, no puede soportar de ninguna manera.
Con el Legislativo ya ha demostrado que hace lo que le da la gana, o bien utilizando la herramienta de los decretos-leyes o bien evitando los debates o bien despreciando las preguntas de la oposición, que, cuando las contesta, sistemáticamente convierte en agresiones a esa misma oposición sin contestar nunca nada, sin que la presidenta de la Cámara le llame jamás a la cuestión, como es su obligación.
Desde que tomó el poder en junio de 2018, el móvil último de todas las actuaciones de Sánchez es el de convertirse en una especie de caudillo al que sea imposible derrocar. Para ello no le he importado faltar a su palabra (¡qué tiempos aquellos en que existía la palabra de honor!), comprar votos con leyes ad hoc, acabar con la igualdad de los españoles, favorecer a asesinos etarras y, sobre todo, dar pasos para conseguir que todos los poderes del Estado, como con Franco, se concentren en su persona.
Pero ahí ha tropezado con la resistencia que el Poder Judicial le está presentando. Por cierto, aplicando unas leyes que en su mayoría han sido obra de los socialistas, claro que no todas de los sanchistas-zapateristas-independentistas-filoterroristas que hoy nos gobiernan.
«Esa resistencia del Poder Judicial a dejarse dominar por la que él cree su egregia persona le está poniendo de los nervios»
Esa resistencia del Poder Judicial a dejarse dominar por la que él cree su egregia persona le está poniendo de los nervios. Eso se nota en lo que él dice y en cómo lo dice, y, además, en lo que dicen todos sus voceros, que son todos los ministros del Reino de España y que, disciplinadamente, salen todos las mañanas a repetir los argumentos que les mandan desde Moncloa.
Y le está poniendo especialmente de los nervios porque algunos jueces, cumpliendo con su deber, están investigando una serie de hechos protagonizados por su mujer y su hermano que podrían ser delitos.
¡Cómo se le ocurre a un juez investigar al familiar de un caudillo! Pues así está siendo ahora en España, igual que en la Prusia de Federico el Grande, monarca absoluto pero que permitía que en el siglo XVIII hubiera jueces en Berlín. La diferencia es que aquel gran Federico era un monarca absoluto, sí, pero profundamente ilustrado, y aquí lo que tenemos es sólo ansias de poder absoluto, pero no de la menor ilustración.
Sin embargo, los jueces españoles no se rinden, a pesar de los insultos que reciben en el Congreso por parte de los que apoyan a Sánchez, mientras la presidenta de la Cámara mira para otro lado. Y al no rendirse están poniendo furioso al autócrata, que, con la ayuda de los centenares de asesores que le pagamos para que haga el mal, ha tenido la idea de preparar una ley, nada menos que orgánica, para limitar la acción popular en el ejercicio de las labores judiciales.
Merece la pena conocer exactamente lo que dice el proyecto que ha elaborado Sánchez:
«1. No podrán ejercitar la acción popular: a) Los menores de edad. b) Quien haya sido condenado en sentencia firme por delito, salvo que se trate de delito leve. A estos efectos, no se tendrán en cuenta los antecedentes penales cancelados o que debieran serlo. c) Los miembros de las carreras judicial o fiscal y las asociaciones profesionales de jueces y fiscales. d) Los partidos políticos y asociaciones o fundaciones vinculadas con ellos».
«2. Tampoco podrán ejercer dicha acción las personas jurídicas o entes públicos de cualquier clase y, en particular: a) el Gobierno y la Administración General del Estado; b) los gobiernos de las comunidades autónomas y los de las entidades locales y sus respectivas Administraciones; c) el Congreso de los Diputados, el Senado y las asambleas legislativas de las comunidades autónomas; d) el Tribunal Constitucional, Consejo General y los demás órganos de gobierno del Poder Judicial, el Tribunal de Cuentas y el Defensor del Pueblo; e) los organismos y entidades que, conforme a la Ley del Sector Público, integran el sector público institucional».
Y también la Disposición Transitoria, que, sin el menor disimulo, está redactada para aplicarse a los familiares de Sánchez:
«Es una ley redactada en caliente, porque los problemas judiciales de su mujer y de su hermano están muy calentitos»
«Las modificaciones realizadas en la Ley de Enjuiciamiento Criminal y en la Ley Orgánica del Poder Judicial serán de aplicación a los procesos en curso en el momento de la entrada en vigor de la presente Ley Orgánica, así como a los que comiencen con posterioridad a dicho momento».
Es una ley redactada en caliente, porque los problemas judiciales de su mujer y de su hermano están muy calentitos. De manera que, una vez aprobada esa ley, todas las acusaciones y todos los problemas que hoy acosan al entorno de Sánchez desaparecerán, para escándalo de propios y extraños.
Esta ley es, sin duda, otra vuelta de tuerca más en su camino para acabar con un Poder Judicial, que está resistiendo heroicamente los intentos del autócrata para impedir que cumpla con el deber de administrar la Justicia, que emana del pueblo, en nombre del Rey, por medio de jueces y magistrados independientes, inamovibles, responsables y sometidos únicamente al imperio de la Ley, como dice el artículo 117 de nuestra Constitución.
Pero con este proyecto está demostrando una falta de sensibilidad hacia su mujer, de la que, en una insólita pero solemne declaración institucional después de cinco días de retiro, ha llegado a decir que está «profundamente enamorado». Porque a nadie le va a caber la menor duda de que si esta ley sale adelante va a ser conocida siempre como la ley Begoña. Inmortalizar a la mujer de uno de esta manera, con una ley que limita derechos, no creo que sea una muestra de amor demasiado adecuada.