THE OBJECTIVE
Pilar Cernuda

Sánchez, en la cuerda floja

«El principal problema al que se enfrenta Sánchez no son los jueces y fiscales, sino dos dirigentes que le han sido incondicionales: Puigdemont y Yolanda Díaz»

Opinión
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Sánchez, en la cuerda floja

Ilustración de Alejandra Svriz.

Sánchez debe presentir que le pueden echar los jueces. Es fácil deducirlo si se siguen de cerca los movimientos innobles que realiza para tratar de neutralizar a los hombres de leyes formados para hacer cumplir la ley.

La estrategia de desacreditar a jueces y fiscales que intentan averiguar si se han producido fechorías, o delitos, en el círculo del presidente de Gobierno, avergüenza a cualquiera que respete a quienes aplican la justicia; y, en el caso de fallar esa necesaria tarea en cualquier democracia, cuentan con un Consejo General del Poder Judicial para castigar a quien no ejerce su trabajo con la obligada honradez y profesionalidad y para defender a quien es desacreditado con insidias para mancillar su nombre e intentar así anular sus investigaciones. Se está viendo, todos lo estamos viendo.

Perdió las elecciones –es el primer presidente que no ganó las elecciones– pero logró los apoyos necesarios para mantenerse en Moncloa con la ayuda de socios de muy distinto pelaje y condición. Esos apoyos no le llegaron por el camino de la adhesión inquebrantable a su proyecto, sino por el miedo a la ultraderecha y, sobre todo, por la dadivosidad y generosidad de Pedro Sánchez, dispuesto a pagar el precio que se le exigiese, político o económico, para conseguir los votos necesarios que le permitieran mantenerse en Moncloa. La historia es suficientemente conocida, capítulo a capítulo, y no tiene nada de ilegal, manda quien consigue los votos necesarios en las urnas o, si no llega, cuenta con la capacidad de convicción, y algo más, para conseguir los socios dispuestos a prestarle los votos.

Dicho lo cual, el principal problema al que se enfrenta ahora Pedro Sánchez no son los jueces y fiscales que se empecinan en cumplir con la ley y hacer cumplir la ley por muy poderosos que sean los que se la saltan. Hoy, dos personas pueden hacer caer al presidente de Gobierno. Dos dirigentes que le han sido incondicionales, y que por esas cosas que suceden en política, llega el desamor cuando no se alcanzan los sueños y aparece la sed de venganza.

Carles Puigdemont está deseando regresar a España, a Cataluña. Poco a poco va asumiendo que se ha convertido en un personaje casi irrelevante cuando se creía el más relevante: un reelegido presidente de la Generalitat, amnistiado gracias a Pedro Sánchez y cubierto por el manto del poder con la estelada en lugar de honor. Pero la amnistía se retrasa aunque la ley está aprobada, porque son los jueces los que la aplican; Sánchez le envía a Santos Cerdán a Bruselas y a Suiza para que negocie y negocie, pero no llegan a nada y no ve el final del túnel. Así que se inventa una iniciativa para que Sánchez presente una moción de confianza. O Puigdemont conoce mal la vida parlamentaria, o está mal asesorado, o alguien le ha engañado. Porque nadie ni nada puede obligar a un presidente a presentar una moción de confianza.

«Si no presenta una moción de confianza, amenaza Puigdemont, que se olvide Sánchez de contar con los votos de Junts en el futuro»

Si no lo hace, amenaza Puigdemont, que se olvide el presidente de contar con los votos de Junts en el futuro. Ese sí es un peligro real para Pedro Sánchez. Aunque se puede gobernar sin presupuestos, es más difícil hacerlo si no tiene posibilidad de sacar adelante una sola iniciativa. Y Puigdemont es de los que suelen cumplir lo que dicen, en eso no se parece en nada al presidente.

Luego está Yolanda Díaz, que acumula fracasos en Galicia, su tierra, porque por ser su tierra es donde mejor la conocen y saben perfectamente cómo se las gasta.

Ha traicionado a todo el mundo. Hay que acudir a Wikipedia para poner en orden la lista de partidos a los que ha utilizado para medrar y abandonó en cuanto logró sus objetivos: Esquerda Galega, Alternativa Galega con Anova, En Marea, Podemos, en Común… seguro que falta alguno. Ha renunciado al liderazgo de Sumar tras el fracaso de las elecciones europeas y ahora amaga con apoyar a Junts, o a quien sea, para poner en situación de riesgo a Pedro Sánchez. Al que debe mucho, pero más debía a Pablo Iglesias y bien que le traicionó. Y además le castigó castigando a su mujer. Así que tampoco le importaría apuntar un nuevo nombre a la lista de caídos por sus malas artes.

Este presidente de Gobierno tiene tan alto concepto de sí mismo, se considera tan extraordinario, tan inteligente, tan sagaz, tan instruido, tan benefactor, que es impensable que en algún momento se le haya pasado por la cabeza la posibilidad de marcharse a casa. Porque España y los españoles no serían nada si no fuera por él, por mantenerse firme al pie del cañón, listo para defendernos de la mala gente que anda por ahí.

«Tampoco ayuda que no solo el fiscal general, sino otras personas cercanas al Gobierno, hayan borrado el contenido de sus móviles»

Pero… más allá de las actuaciones judiciales y de las investigaciones de la UCO, unidad que trabaja tan concienzudamente que docenas de fiscales cuentan que sin los informes de la UCO en ocasiones habrían tenido difícil cumplir con su trabajado de acusación –como recordaba el magistrado Hurtado–, a Pedro Sánchez se le complican las cosas.

¿Tanto como para perder el Gobierno? Quién sabe. Pero se le abren frentes todos los días. No ayuda nada que la declaración de su hermano haya dado la razón a quienes pensaban que le regalaron un cargo que le quedaba muy grande. Demostró no saber siquiera en qué consistía su trabajo. Tampoco ayuda que no solo el fiscal general, sino otras personas cercanas al Gobierno, también hayan borrado el contenido de sus móviles en fechas muy señaladas. O que los abogados de Ábalos estén trabajando para anular la causa abierta contra él por cuestiones procedimentales en la labor investigadora.

Algo huele a podrido en Dinamarca. No, en Dinamarca no, en Moncloa.

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