THE OBJECTIVE
Antonio Caño

Contra Trump

«Trump puede dar la puntilla al modelo de democracia liberal desacreditado y perseguido en la mayor parte del mundo, incluido España»

Opinión
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Contra Trump

Ilustración: Alejandra Svriz

Hoy es un día aciago para todos los demócratas: un hombre que carece de principios y valores democráticos se va a poner al frente de la nación más poderosa de la Tierra, que al mismo tiempo es el país que desde hace casi un siglo vela por la seguridad y la estabilidad del mundo libre.

En cambio, todos aquellos que no ven la democracia como el propósito rector de sus vidas y entienden la política o su propia existencia bajo la ley de la fuerza celebran el acontecimiento que tendrá lugar en el Capitolio de Washington. Enormes mayorías de personas en la India, Rusia o China, así como en muchos otros países de África, Asia y América Latina, millones de desesperados y decepcionados con el orden conocido hasta ahora se suman a la celebración con la ilusión de que Donald Trump hará volar todo el sistema de gobernanza internacional y alumbrará un tiempo nuevo. En ese mismo campo, aunque por motivos de estricta supervivencia, están muchos gobiernos del mundo que intentan desde hace tiempo el reconocimiento de sus modelos autocráticos y abominan de la democracia. Igualmente, los de Rusia, China y la India se encuentran entre ellos, junto a los de Turquía, Hungría, Argentina y bastantes más en todos los continentes. En resumen, la triste realidad es que una mayoría de la población y de los Gobiernos del mundo festeja el retorno de Trump.

«Hay que admitir que la democracia liberal va quedando arrinconada como el último reducto de los nostálgicos, carente del principal argumento que la mantuvo en vigor durante las décadas pasadas: su éxito»

Ante la expectativa de barrer las instituciones y los políticos que han ocasionado el daño que hoy padecemos, parece fácil olvidar la conducta exhibida en el pasado por el nuevo presidente de Estados Unidos y sus graves amenazas de cara al futuro. Ciertamente, el mundo sigue siendo un lugar injusto en el que las desigualdades han crecido y las aspiraciones de los más jóvenes están seriamente comprometidas. La gestión de Biden fue un fracaso, igual que fracasan uno tras otro la mayor parte de los gobiernos democráticos de Europa. Hay que admitir que la democracia liberal va quedando arrinconada como el último reducto de los nostálgicos, carente del principal argumento que la mantuvo en vigor durante las décadas pasadas: su éxito.

También en España es fácil entender el respaldo al nuevo inquilino de la Casa Blanca. ¿Qué democracia hay que defender frente a Trump, la de Sánchez?, se preguntan con motivo todos los que maldicen las arbitrariedades diarias del Gobierno. Igualmente, en España, una democracia menguante por la acción de un líder con vocación autocrática es un pobre freno para la ola trumpista.

Tan compresible es el apoyo a Trump como equivocado. Su segundo mandato puede ser la liquidación completa del sistema de democracia liberal que nos ha garantizado hasta ahora tantas décadas de paz y prosperidad. En los días previos a su toma de posesión, Trump ha dejado claro que prioriza la fortaleza económica y militar de Estados Unidos al respeto al derecho y las relaciones internacionales, y que, por supuesto, da más importancia a la lealtad a su persona y su causa que a la defensa de los principios democráticos. Trump, simplemente, no es un demócrata ni está interesado en que el resto del mundo lo sea.

En esas condiciones, el mundo volverá a regirse por la ley de la fuerza y, más temprano que tarde, una gran conflagración decidirá quién es el victorioso.

No veo razones por las que un demócrata en España tenga que apoyar a Trump por el simple hecho de que estará en contra de Sánchez. Al margen de algún que otro desplante como los que le hizo en el pasado, estoy convencido de que Sánchez no es ni de lejos una de las prioridades de Trump ni le importa lo más mínimo lo que Sánchez pueda hacer con España, siempre que respete los acuerdos militares, que los respetará.

Un demócrata no puede exponer un sólo motivo para apoyar a Trump, pero, si lo piensan un poco y tienen en cuenta que Trump será una excusa más para que Sánchez justifique su política frentista y su permanencia en el poder, encontrarán una razón más para no hacerlo.

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