The Objective
Pilar Marcos

Ahorcados del Parlamento colgado

«Seguiremos sin Presupuestos y a golpe de decreto. Y es muy razonable decir que eso no es gobernar. ¿A quién le importa? Lo que cuenta es mandar, mandonear, mangonear y manipular»

Opinión
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Ahorcados del Parlamento colgado

Ilustración: Alejandra Svriz

Desde hace año y medio la política española vive en un hung Parliament, en un “Parlamento colgado”. Ese fue el resultado de las elecciones del 23 de julio de 2023: un “Parlamento colgado” que, sin los experimentos que puso en marcha Pedro Sánchez tras vociferar su falso “somos más”, habría llevado en muy pocos meses a la repetición electoral. Porque el resultado del 23-J no ofrecía, ni ofrece, una mayoría de Gobierno. Ni de derechas, aunque ganara en votos, ni de izquierdas, aunque diga que gobierna. Pero sí permitía, y permite, al líder del muro atornillarse al poder amarrado a un conglomerado de enfrentadas minorías que van ahorcándose en el cadalso de sus respectivas negociaciones con Sánchez. 

Un año y medio después seguimos con el mismo Parlamento colgado y con un creciente listado de ahorcados con esa soga sanchista que ha convertido en virtud su necesidad de que el fin justifique los medios. Que cualquier fin que apetezca al señor presidente justifique siempre cualesquiera medios que puedan serle momentáneamente útiles. El Parlamento colgado no garantiza el Gobierno, pero sí da alas al poder. Y, cuando el poder logra sus fines exprimiendo cualquier medio, gusta poco de compañías con las que compartirlo.

Un año y medio después está tan acreditado como la ley de la gravedad que hoy -en la política española- quienes más necesitan al jefe del muro, los que más dependen de sus decisiones, quienes más confían en ganarle alguna vez la partida del engaño… son los que más padecen las apreturas de la soga. 

Por eso, los primeros y más numerosos ahorcados son esos socios de Pedro Sánchez que le necesitan para mantener su propia posición. El ejemplo premonitorio, en la anterior legislatura, lo ofrecieron Pablo Iglesias y su Podemos. Tanto necesitaban a Sánchez para imaginarse Gobierno -uno vicepresidente, otra ministra, y algunas más secretarias de Estado- que todos fueron succionados por esa mantis religiosa que es el líder socialista antes de caer, convenientemente ahorcados, en el basurero de su propia historia. El ejemplo y la trayectoria de Podemos, camino de su patíbulo, ha sido seguido con minuciosa precisión por Sumar. No en vano, Yolanda Díaz ha tomado el relevo a Iglesias en el papel de principal báculo del sanchismo. 

En el lado opuesto, sólo se salva de la horca ese peculiar socio que acredita que puede vivir sin Sánchez, aunque le vaya mejor que bien gracias a él. Posiblemente, se salva porque le exige el pago de sus facturas para cada puntual apoyo con la misma frialdad con la que, hace no tanto, contabilizaba recibos de extorsiones… o apuntaba decisiones letales para tantas víctimas. Porque hace falta acumular una amplia y profunda carrera en la más cruel delincuencia para salir indemne del juego del ahorcado. 

A sus más cordiales enemigos, los recogenueces, tampoco les va del todo mal. El del muro acaba de regalarles la sede del Instituto Cervantes en París sin motivo alguno. No se les ve tan libres de la soga como a los diseñadores de aquellas dianas de antaño, pero también saben mantener una higiénica distancia de Pedro, gran hermano y mejor marido. 

Peor le va al aprendiz de Waterloo. Se nota demasiado lo mucho que necesita al jefe del muro para sentirse alguien. Porque hoy no es nadie, como todo el mundo sabe. Ya no puede contar siquiera esa milonga de que él es el President a l’exili. Renunció a tal quimera cuando participó, y perdió, en unas elecciones que le ganó un tal Illa. Un Illa que hoy manda hasta en Telefónica, no sólo en Indra. ¿Manda realmente? Al menos, facilita nombres para poner y quitar presidentes de empresas del Ibex. Y el expresident a l’exili, mientras tanto, sólo puede amenazar con la nada desde su cobijo entre Bélgica y Suiza. 

Porque es la nada decir que no apoyará los Presupuestos de 2025. Pues “no se hunde el mundo porque el jefe siga gobernando con los de 2023”, que bien caros nos salieron. Se pagó el precio de suprimir el delito de sedición y de rebajar el de malversación. A tan alto coste hubo que sumar la amnistía para la investidura. ¿Qué más se puede pagar? Ah, que la amnistía sea de verdad y borre todo delito a Puigdemont. En cuanto pueda encargarse Conde Pumpido, un poco de paciencia. “¿Qué vas a hacer, Carles, irte con el PP y Vox?”, le preguntó el clásico. Pero al de Waterloo le falta paciencia y esa es la soga que le está ahorcando. 

También se suman a la cuerda colgante los socios Junqueras y Rufián. Es demasiado visible que han quedado como meros empleados del mes. Y para dilectos zascandiles el del muro ya tiene a Bolaños y a Patxi, entre otros mil. Sobran los meritorios externos. 

Sobran los externos porque muchos internos también se han unido al equipo de potenciales ahorcados. Ahí se ve cómo bambolean los pies de poderosísimos de hace un rato, como el vice-todo-Ábalos o su Koldo, ese “gigante de la militancia”. También se intuye la cercanía de la soga en otros tan principales como el fiscal general imputado y, quién sabe, en más de uno que aún es ministro. La última moda, estrenada este fin de semana, consiste en ampliar la cordada a grandes nombres de grandes empresas. Lo de Pallete ha sido más que un aviso a navegantes. 

Seguiremos sin Presupuestos y a golpe de decreto. Y es muy razonable decir que eso no es gobernar. ¿A quién le importa? Lo que cuenta es mandar, mandonear, mangonear y manipular. Y, sobre todo, que se note quién da las órdenes. La cuerda de los colgados da buena cuenta de lo mucho que se nota.

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