THE OBJECTIVE
César Calderón

El tecno-autoritarismo que viene

«Hoy lunes en Washington DC va a consumarse la gran venganza de un mundo al que, ingenuos de nosotros, creímos haber derrotado»

Opinión
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El tecno-autoritarismo que viene

Donald Trump de espaldas. | Ilustración de Alejandra Svriz

Es posible que no lo recuerden, pero hubo un tiempo allá por los finales del pasado siglo y comienzos del presente en el que el nacimiento de internet supuso una era de optimismo tecnológico en la que muchos pensábamos que iba a convertirse en una herramienta clave para la profundización democrática, la transparencia de los gobiernos y la participación ciudadana. Nada más lejos de la realidad.

Internet era un símbolo de democracia, de descentralización del poder, de libertad de opinión, una herramienta con la que las ideas de cualquier ciudadano expresadas en un blog gratuito podían competir con los editoriales de los grandes medios, una palanca con la que el alcance de tu pensamiento y tu influencia no dependían ya de tu coincidencia ideológica o de los contactos de tu familia en el consejo editorial de una de las grandes corporaciones mediáticas, sino de tu talento a la hora de explicarlas. Yo lo viví y les puedo asegurar que era así.

Internet era un mundo en el que gracias a la genialidad de Tim Berners-Lee  las redes centralizadas típicas de la sociedad industrial habían sido sustituidas por una gran red distribuida, una red en la que cada nodo era igual de importante que el resto independientemente de que uno fuera un gran diario con miles de lectores en su edición de papel y el otro un modesto blog con una imagen gamberra de Super Ratón que llevaba el puño de Otpor! (el símbolo de las primaveras de colores del este europeo que pusieron en jaque a la Unión Soviética) en el pecho. Ambos competían en igualdad de condiciones.

Pensábamos que Internet iba a ser un arma de democratización masiva, conversación entre iguales, descentralización, la sabiduría de las multitudes, una herramienta para la libertad, una luz que acabaría con las dictaduras y que serviría para iluminar algunos espacios aún oscuros de las democracias desarrolladas. Y durante una corta primavera fue así.

Como pueden suponer la cosa no duró demasiado, los autócratas y las grandes corporaciones no podían permitirlo y tras la primavera de las redes distribuidas y del tecno-optimismo este lunes en Washington DC va a consumarse la gran venganza de un mundo al que, ingenuos de nosotros, creímos haber derrotado. Un viejo mundo que fue capaz de ver más allá y supo comprender que Internet también podía ser una herramienta de alienación colectiva, un arma para envenenar sociedades, un instrumento de control social y político, un artefacto orwelliano para generar espejismos capaces de dar marcha atrás a la historia y llevarnos de nuevo al medievo.

«Los elementos más reaccionarios de nuestras sociedades han sido capaces de volver a tomar el control usando las herramientas con las que les derrotamos»

Hoy, en la toma de posesión de Donald Trump se va a poner de manifiesto que tras haberles ganado la primera mano a comienzos de siglo, los elementos más reaccionarios de nuestras sociedades han sido capaces de rearmarse y volver a tomar el control usando las mismas herramientas con las que les derrotamos.

Pero les aseguro que la partida no ha acabado. 

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