The Objective
Ignacio Ruiz-Jarabo

Sánchez al ataque

«Tu ya largo mandato está resultando un tenebroso camino hacia un nuevo caudillaje que está enterrando las características de una democracia liberal»

Opinión
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Sánchez al ataque

Ilustración de Alejandra Svriz.

Si hay algún mérito que estoy dispuesto a reconocerle, probablemente el único, a Sánchez es su bravura. Es un auténtico toro de casta que no se amilana nunca ante el caballo de picar por pesado que sea su peto, larga la garrucha, y amplio el castoreño que cubre la cabeza del varilarguero. Que no se asusta en el segundo tercio aunque las banderillas vayan ornamentadas de rojigualdo en homenaje a la bandera de España y sustenten un arpón fuerte y punzante. Que aunque llega ya cansado tampoco rechaza el combate en el último tercio, ya maneje el maestro la franela con diestra o siniestra y ya muestre o esconda el acero en los sucesivos lances. Y que al llegar la suerte suprema, está dispuesto a embestir fuera cual fuese el modo en el que se requiera su embestida, sea recibiendo, al volapié o al encuentro.

Pero parece ignorar Sánchez que el final habitual de un toro bravo es morir en el ruedo, pues los indultados son escasos y decretar el indulto exige un reconocimiento general que él en ningún caso va a tener. De modo que sí, Sánchez, tu final está escrito y todos veremos como las mulillas guiadas por los areneros te arrastrarán hasta el desolladero. Allí, cuando ya seas un cadáver político, te tocará contemplar cómo los tuyos se desmarcan de tí. Y en ese cruel episodio verás como los que hoy te adulan serán tus principales críticos. Criticarán tus medidas, ridiculizarán tus gestos y manifestarán una impostada alegría porque se haya puesto fin al peligro para la democracia que suponías.

Lo malo de la película es que, más allá de la hipocresía de los que entonces te despellejarán habiendo cultivado hoy tu desmedido ego y tu ilimitada soberbia, les estás dando armas de sobra para que te despellejen. Tu asalto al Estado y a la democracia -nunca vistos desde que disponemos de la Constitución de 1978-, tus tics autoritarios propios del franquismo más puro, tu agenda presuntamente social a imagen y semejanza del falangismo más joseantoniano, tu populismo woke del peor estilo caribeño, todos los signos infumables de tu personalidad política alimentarán las críticas de los que hoy te ensalzan. Pero la culpa es tuya, solo tuya.

Acabas de alardear -una vez más- de la triunfal marcha de la economía española. Primero fue un cohete, luego una moto, ahora un barco velero que navega a toda vela. Pero ¿quién te aconseja utilizar semejantes imágenes? Recuerda a Zapatero, tu siniestro cicerone, y el ridículo en el que cayó cuando afirmó que su economía jugaba en la Champions League.

Estás utilizando a tu fiscal general para la defensa de tu mujer y de tu hermano en los presuntos delitos que han cometido haciendo que sea él el que presuntamente haya acabado delinquiendo. Has recurrido a usar a la Agencia Tributaria para intentar camuflar los ilícitos fiscales cometidos por tu hermano hasta el punto de provocar que los responsables de la entidad hayan tenido que violentar sus propias normas de conducta.

“¿Cuál el próximo sector económico en el que metas la mano? ¿Vas a reinventar el INI creado por tu ídolo?”

Has convertido irregularmente al Tribunal Constitucional en la última instancia judicial ordinaria para lavar los delitos por los que están condenados dos expresidentes de tu partido. Has reorientado al Instituto Nacional de Estadística para que maquille los datos económicos más relevantes como, por ejemplo, los relativos al paro y al empleo. Y tú completas lo anterior con una comparación técnicamente errónea entre la renta per cápita que existía en el franquismo y la existente ahora. Definitivamente quieres superar a Franco, es el objetivo de todo discípulo ante su maestro.

Ahora evidencias tu disposición a asaltar también el mundo de la empresa. Empezaste por Indra, seguiste con el uso torticero -dejémoslo ahí – de los rescates empresariales realizados por la Sepi y tu última asonada ha sido colonizar a Telefónica. ¿Cuál va a ser tu próximo asalto? ¿Cuál el próximo sector económico en el que metas la mano? ¿Vas a reinventar el INI creado por tu ídolo?

Tu descontento con el Poder Judicial te ha llevado a enviar a los tuyos con la bayoneta calada contra los jueces y magistrados que te incomodan. Has anunciado tu propósito de acabar de hecho con la acusación popular -instrumento que tu partido usó reiteradamente cuando estaba en la oposición- y ahora pretendes que Bolaños, el ministro que “tiene que subir”, reforme el sistema de acceso a la carrera judicial para inundar ésta de comisarios políticos a tu servicio, cuestión que has iniciado ya en la Administración Pública. Todo para asaltar un sistema judicial antes de que lleguen las esperables condenas a los de tu Gobierno, a los de tu partido y a los de tu familia.

Como te disgusta la existencia de medios de comunicación que no te hagan la ola y que denuncien tus abusos, has iniciado una cruzada contra las libertades de expresión y de información con objeto de amordazar toda voz crítica que se atreva a alzarse contra tu gestión, tus decisiones y tus proyectos. Franco controlaba férreamente el mundo de la prensa y llegó hasta cerrar el diario Madrid así que ya tienes un antecedente para ser emulado.

“Qué decir de tu anunciada empresa pública de vivienda, otro burdo plagio más que haces al franquismo”

Siguiendo con tu decidida vocación de emular al General, aspiras a intervenir el mercado del arrendamiento de viviendas siguiendo el modelo de alquileres de “renta antigua” que rigió durante la dictadura. Qué decir de tu anunciada empresa pública de vivienda, otro burdo plagio más que haces al franquismo en tu empeño por volver a recrear el circo de las empresas públicas.

No te gusta que haya en España nadie por encima de ti y de ahí tu indisimulada incomodidad con la figura del Jefe del Estado y con la persona de SM el Rey Felipe VI. Martín Seco explicaba anteayer en THE OBJECTIVE lo insoportable que te resulta comparar la animadversión popular que tú provocas -acuérdate de Paiporta- con el cariño popular que recibe el Rey. ¿Cuántos feos más estás dispuesto a hacerle? ¿Qué nuevas descortesías proyectas dedicarle? ¿Seguirás marchándote antes que él de los actos que presida? ¿Vas a tenderle nuevas trampas? En su praxis, Franco tampoco fue excesivamente monárquico, también te pareces en eso al General.

En fin, que tu ya largo mandato -más de seis y años y medio- está resultando un tenebroso camino hacia un nuevo caudillaje que está enterrando paulatinamente los signos, símbolos y características de una democracia liberal para, al tiempo, hacer reverdecer los propios de cualquier autocracia. Pero recuerda que todos los toros de lidia acaban muriendo en el ruedo salvo los indultados y tú no serás de éstos. Así que cuando notes que la espada de la democracia se hunde hasta la bola en el sistema autocrático que estás construyendo y la plaza puesta en pie celebre el fin de tu etapa como gobernante y el término de tu caudillaje, no te sorprendas de la reacción del respetable pues te lo estás ganando a pulso.

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