Algo más que Telefónica
«No se caracteriza el ‘estilo Sánchez’ por disimular sus hazañas. Más bien al contrario. Las exhibe como símbolos de su poder»

Sede de Telefónica en Madrid.
La creación de nuevas narrativas, aunque generen ilusiones ficticias; los gestos exagerados adrede para exhibir en toda su crudeza el poder político; el uso o mal uso de los símbolos de ese poder para generar temor y miedo o las cortinas de humo que esconden laberintos secretos de las verdaderas intenciones, todas estas cosas son ya una enfermedad, degenerada incluso en adicción, para el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
El asalto a Telefónica ha sido un nuevo ejemplo de como convierte las amenazas en oportunidades y las oportunidades en hachazos de poder. En esta ocasión el hacha ha caído sin previo aviso en la cabeza del presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete. Se va decapitado por sorpresa, pero eso sí con una multimillonaria indemnización. Tan grande que para muchos puede parecer hasta inmoral. Dicen que la sexta más grande de la historia de España y ronda los 50 millones de euros. Así duele menos.
La narrativa de esta decapitación empezó hace años. Presiones continuas para que la primera compañía tecnológica participara de forma activa y entusiasta en salvamentos de medios afines que el Gobierno quería cuidar, proteger y controlar. Hace menos de cinco años ya intentaron gentes cercanas a la Moncloa que Movistar Plus, socorriera a la otrora poderosa armada de Prisa que lleva ya muchos años en aguas peligrosas.
Pallete resistió con el imbatible argumento de la necesidad de rentabilidad exigido por sus accionistas referentes que ya habían vivido experiencias no muy exitosas en esas aguas. Sin embargo, hace poco más de un año se abrió una puerta por sorpresa. El grupo saudí STC se coló por ella y de esta forma anunciaba que entraba en Telefónica dejando en evidencia a todos. A Pallete y a su equipo, a los socios de referencia y al mismísimo Gobierno. Nadie lo vio venir. Eso dicen y hay que creerlo. Pero el hecho es que generó la lógica inquietud que todo gobierno occidental tendría si le ocurría a una de sus empresas tecnológica de máxima importancia estratégica para la seguridad nacional.
El Gobierno no tuvo, otra opción, asegura, dice, afirma, que autorizar que los saudíes se acaben haciendo con un paquete cercano al 10%. El mismo porcentaje al que luego ha llegado el socio de referencia de CriteriaCaixa, La Caixa, y el mismo que el que controla ya la SEPI, es decir, Pedro Sánchez que ahora sabe cómo controlar a sus otros dos socios.
El grupo financiero catalán, que a su vez tiene en sus entrañas todavía una participación pública estimable que venía dentro de Bankia, no habrá visto con malos ojos que sea Marc Murtra, un directivo catalán el nuevo presidente. Muy cercano al PSC. Tan cercano que su carrera política no es menor. Fue gerente del área de Educación de Barcelona, jefe de gabinete del ministro de industria Joan Clos y luego también con Miguel Sebastián. E incluso fue director de red.es también durante el Gobierno de Rodríguez Zapatero.
No le es ajeno, por tanto, la política al hasta ahora presidente de Indra donde los analistas dicen que ha tenido un mandato brillante. Un presidente que supo convencer al PNV, un socio fundamental del Gobierno, cuando Indra empezó a crear el gran grupo de defensa y aeroespacial que contaba con Navantia y también con la vasca ITP en la que entró con casi un 10%. Ahora Murtra es el hombre de Sánchez en Telefónica.
A los que recuerdan que José María Aznar nombró a Juan Villalonga, su fulgurante y decepcionante compañero de pupitre, como presidente de Telefónica hay que recordarles también que, por aquel entonces, 1996, el Estado español poseía casi el 21% del accionariado de Telefónica a través de Patrimonio del Estado. Con aquel nombramiento se intentaba finalizar el proceso de privatización que había iniciado Felipe González. Era un proceso totalmente distinto al de ahora, aunque las derivadas mediáticas puedan parecer casi clavadas al llevar detrás la creación de un grupo mediático audiovisual.
Nos encontramos ahora con un panorama en el que, bajo la excusa cierta, pero nunca sabremos si forzada o permitida, de que se trataba de controlar y equilibrar la entrada de un estado extranjero como el saudí en una compañía clave para la defensa y seguridad española, se han hecho con el control ejecutivo y político de la principal compañía de telecomunicaciones que, por ende, y no es menor la conquista, tiene un fortísimo brazo audiovisual de España.
«Años lleva Sánchez, por consejo de sus gurús mediáticos, intentando controlar también la narrativa televisiva»
Años lleva Sánchez, por consejo de sus gurús mediáticos, intentando controlar también la narrativa televisiva. Se sabe que sí o sí, por «dedazo cósmico», el principal asesor de Sánchez, el periodista, productor y empresario audiovisual, José Miguel Contreras va a tener un nuevo canal de TDT. ¿Razones? Hacer pinza con una RTVE ya controlada por decretazo por el Gobierno, para ganar la narrativa, que diría el amigo García Ortiz, todavía fiscal general del Estado y gran seguidor del principio de que lo que importa es la narrativa, y lo demás, aunque sean las leyes, son minucias. Una pinza con objetivos propagandísticos que haga frente a la libertad informativa de las actuales televisiones privadas. Querían que fuera El País el que se mojara en esa aventura pero no se avanzaba.
Muchos meses llevaba resistiendo el presidente de Prisa, Joseph Oughourlian a esta nueva aventura televisiva. Para el dueño del fondo Amber Capital su experiencia en Prisa no es de las más satisfactorias. Sin embargo, muchos analistas creen que esas penas en la editora han sido suplidas por las alegrías en una empresa en la que tiene ya más de un 7% y en la que es el segundo mayor accionista después del Gobierno español. Dicen que en estos años ha conseguido en esa empresa plusvalías de más de 20 millones de euros. Y esa compañía es, oh qué casualidad, Indra, la empresa que presidía el que ahora va a presidir Telefónica. Todo queda en casa.
A nadie extrañaría que el nuevo presidente de Telefónica fuera más accesible a los cantos de sirena obligados de abrirse a nuevas aventuras que facilitaran y ayudaran con su potencial tecnológico, financiero y audiovisual a la creación de ese nuevo canal de TDT que quieren crear en la Moncloa sea como sea. Habrá que estar atentos a si Telefónica se mantiene en sus actuales entornos de creación y distribución de contenidos de entretenimiento o la obligan a adentrarse en territorios informativos y meterse en el barro de la lucha política. Y que no olviden los medios, ya sean diarios, radios o televisiones que Telefónica es uno de los mayores anunciantes de España y que sus decisiones pueden marcar mucho el panorama. En estos tiempos en los que se pide la lógica transparencia sobre la publicidad institucional, ahora es un anunciante privado el que podría distorsionar, esperemos que no, el mercado.
Pronto lo sabremos. No se caracteriza el «estilo Sánchez» por disimular sus hazañas. Más bien al contrario. Las exhibe como símbolos de su poder. Usar la guillotina en el mismísimo Palacio de la Moncloa y que suelte la cuchilla Manuel de la Rocha, el mismísimo jefe de la Oficina Económica de Presidencia, demuestra que lo que para muchos es una invasión intolerable de un gobierno en una empresa privada, para este gobierno es solo la lógica de su poder que muestra para que crezca el miedo y temor en otros posibles candidatos a ser «redirigidos». Indra y Telefónica demuestran que, con un pequeño porcentaje, pero significativo, y mucha presión a los socios de referencia, se puede controlar todo.
Tribunal Constitucional, fiscalía general del Estado, RTVE, Banco de España, Agencia Efe, Correos, Consejo de Estado, son muchos los sitios ya invadidos por nombramientos que no han querido seguir los procedimientos habituales y en los que ni siquiera han querido disimular el objetivo del control total de ellos. Eran de la estructura del estado y eran empresas públicas. Ahora son empresas privadas. Serán muchos los que defiendan el papel estratégico de Telefónica o Indra. Dos nuevos presidentes para las dos mayores empresas tecnológicas. Es curioso que en los mismos días que Pedro Sánchez denuncia a los capos de las tecnológicas de Silicon Valley a los que llama «tecnocasta», decida que en España la «tecnocasta» la decide también él. Es su estilo.