Antifranquismo selectivo
«Lo que se busca conmemorar en este Año Franco no es la dictadura (o su final), sino de nuevo la Guerra Civil. Para que siga viva, con sus trincheras claras»

La prensa anunciando la muerte de Francisco Franco.
En 1956, tras varios disturbios entre falangistas y estudiantes antifranquistas en los alrededores de la Universidad Complutense de Madrid, siete estudiantes fueron detenidos como instigadores de los conflictos y responsables de un manifiesto contra la presencia excesiva de Falange en la universidad. Cinco de los siete estaban de alguna manera vinculados a los vencedores de la Guerra Civil. Dionisio Ridruejo fue un falangista convencido, coautor del Cara al sol y voluntario en la División Azul. Miguel Sánchez-Mazas Ferlosio era hijo del fundador de Falange Rafael Sánchez Mazas, creador de la consigna «¡Arriba España!». José María Ruiz Gallardón era hijo de Víctor Ruiz Albéniz, considerado el «cronista oficial» del régimen franquista. Javier Pradera era hijo de un carlista fusilado por los republicanos, se crió con su tío, exdirector del diario Ya y jerarca del Movimiento; antes de entrar en el PCE, Javier Pradera fue militante de Falange. Gabriel Elorriaga Fernández fue dirigente del sindicato estudiantil falangista SEU. Los dos únicos que eran hijos de los vencidos eran Enrique Múgica Herzog y Ramón Tamames.
Su antifranquismo no era en absoluto parecido. Ridruejo pasó del falangismo a lo que llamaba «liberalismo socializante». Sánchez-Mazas era afiliado del PSOE, Múgica Herzog, Pradera y Tamames del PCE (aunque los dos primeros los sesenta se marcharon). Ruiz Gallardón era monárquico. Elorriaga Fernández era más o menos liberal y décadas después fue clave en la formación de Alianza Popular, precursora del Partido Popular. Ninguno tenía la misma idea de lo que sería el posfranquismo. Los monárquicos no pensaban todavía en una monarquía constitucional, los comunistas y socialistas estaban pensando más en Cuba y Argelia que en la democracia liberal.
Pero, como dijo Javier Pradera en un acto de aniversario de ese primer acto de desafío contra el régimen desde los jóvenes e intelectuales (unos años después tendría más repercusión el llamado «Contubernio de Múnich»), «La generación de 1956 […] constituye una muestra de los procesos convergentes, desde el lado de los vencedores y desde el lado de los vencidos, que estaban llevando a una nueva visión de la guerra civil, alejada de las interpretaciones maniqueas dadas en ambos bandos durante la contienda y sensible a las dimensiones trágicas de un conflicto cainita que hubiera debido y podido evitarse».
Hablar hoy de conflicto cainita sería impensable. Suena demasiado equidistante. Pero era la tesis oficial del PCE, por ejemplo. En el manifiesto de los estudiantes del 1 de abril de 1956, redactado por Jorge Semprún y Javier Pradera bajo las órdenes del partido, los autores aprovechaban el 30 aniversario del golpe de Estado franquista para pedir la reconciliación: «Lo hacemos precisamente en esta fecha –nosotros, hijos de los vencedores y de los vencidos– porque es el día fundacional de un régimen que no ha sido capaz de integrarnos en una tradición auténtica, de proyectarnos a un porvenir común, de reconciliarnos con España y con nosotros mismos». Parecen palabras tibias, pero realmente son graves.
«Dudo mucho que el Gobierno reivindique figuras como las de Dionisio Ridruejo o Joaquín Ruiz-Giménez»
En el año de Franco que ha iniciado el Gobierno me cuesta creer que se vaya a reivindicar este tipo de antifranquismo. Dudo mucho que el Gobierno reivindique una figura como la de Dionisio Ridruejo, que se atrevió ya en los años sesenta a criticar al régimen (fue constantemente enviado al exilio interior, encarcelado, por sus críticas a Franco), pero también a señalar los orígenes antidemocráticos de muchos de los defensores de la República. También dudo que se reivindiquen figuras como las de Joaquín Ruiz-Giménez y su oposición cristiana al franquismo.
¿Se recordará el famoso «contubernio de Múnich», al que acudieron todas las fuerzas opositoras al franquismo (excepto los comunistas), desde monárquicos a socialistas o demócrata-cristianos? Uno pensaría que sí. Al fin y al cabo, hubo representación del PSOE. Pero en el manifiesto que se firmó tras la reunión, se dijo: «Hoy acaba la Guerra Civil». Y lo que se busca conmemorar en este Año Franco no es la dictadura (o su final), sino de nuevo la Guerra Civil. Para que siga viva, con sus trincheras claras.