Sánchez pierde la confianza del Congreso
«La culpa del desgobierno, del caos y de los problemas sociales, no es de la oposición, es del gobierno. Y si no puede gobernar, convocatoria de elecciones»
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Ilustración: Alejandra Svriz
La bajeza moral de Pedro Sánchez, presidente del gobierno, le lleva a utilizar a los pensionistas, ciudadanos y damnificados de la dana como escudos políticos sociales para forzar su continuidad en La Moncloa. Es mentira que a Pedro Sánchez le muevan sus inquietudes sociales, a él sólo le mueve el poder. Por eso, el decreto ley ‘ómnibus’.
Los pensionistas y los damnificados por la dana no se merecen que se despachen sus derechos y necesidades a través de un Decreto Ley. Antes no había urgencia, había necesidad. Ahora sí hay urgencia y se debe a la negligencia crónica de este gobierno. Los pensionistas, los damnificados por la dana e incluso lo que supone el bono de transporte social para un país de sueldos que obligan al pluriempleo, merecen un necesario debate parlamentario y la aprobación individualizada de las oportunas leyes. Sólo un gobierno miserable utiliza las pensiones y las ayudas a los damnificados para forzar la aprobación de medidas políticas ideológicas que no tienen el respaldo de la mayoría.
La realidad de Sánchez es que los temas sociales son el instrumento con el que poder cumplir con el chantaje político de los partidos para que lo mantengan en La Moncloa. Regalarle al PNV la propiedad de un palacete en París, que fue la sede del Gobierno vasco, pero no del partido, y cuya propiedad el PNV no ha podido demostrar, y además asignar una renta mensual de un millón de euros, es política. No es social. Suspender los desahucios no es social —por mucho que se empeñe Podemos— es política. Meter el impuesto a los hidrocarburos, junto a la potenciación de la bici en las ciudades, es política, no social. El decreto ley ‘ómnibus’ era la trampa social para aprobar las medidas políticas que de ninguna manera tendrían la mayoría en el Congreso.
¿Por qué no se someten estos temas a un debate parlamentario? Porque Pedro Sánchez no puede. No hay una «mayoría de izquierda progresista» en el Parlamento. Eso sólo lo dice ya Patxi López porque o no sabe contar —algo que no me sorprendería— o sencillamente miente.
«Sánchez quedó retratado en FITUR, montado en una bicicleta atada al suelo —no se puede mover— viajando con gafas de realidad virtual aumentada. Su mundo es otro. Su ‘éxito económico’ es que miles de españoles tiene que ser pluriempleados para llegar a fin de mes. No hay presupuestos. No cuadra ninguna cuenta y las ayudas son virtuales»
El uso y abuso que hace Pedro Sánchez del decreto ley, sin que concurran las circunstancias establecidas para el uso de esa fórmula, convierte a tal mecanismo legal en una permanente moción de confianza del Congreso. Legislar desde el Ejecutivo, evitando el debate parlamentario, requiere de un sólido apoyo de la Cámara en el Gobierno, propio de mayorías absolutas. En la situación parlamentaria de Sánchez, usurpar el debate parlamentario es una forma de dictadura. Hubo un tiempo en el que le funcionó. Ese en el que había ganado las elecciones. No como ahora que las perdió. Es verdad que consiguió una mayoría de investidura, pero ya no existe. La prueba es que cuando Junts, que le apoyó en la investidura, le exige ahora que se someta a una moción de confianza, el PSOE, a través de la Mesa de Congreso, no lo autoriza.
El problema de Sánchez es que cada rechazo por el Congreso de su decreto ley es una derrota de una moción de confianza. La semana pasada sufrió por dos veces el rechazo del Congreso a su confianza. El Congreso no confía en Sánchez, que no tiene el apoyo mayoritario. Con el decreto ‘ómnibus’que suspendía la aplicación de desahucios, en el fondo estaba votando con Podemos, Sumar Bildu, PNV… que a él no lo desahucien de La Moncloa.
Pedro Sánchez es tan consciente de su bloqueo que tiene a todos sus inútiles ministros dedicados al pluriempleo imponiéndolos en todas las direcciones territoriales del partido. Control absoluto. Ni una crítica. No hacen nada que no sea ejercer de pedros ladradores rabiosos contra los suyos cuando algún dirigente local osa decir que va a competir por el poder y, sobre todo, contra el Partido Popular.
Las dos derrotas de su confianza en el Congreso han provocado que saque su megalomanía narcisista anunciando que la culpa de que el Gobierno no gobierne es de la oposición y que, en vez de corregir el desaguisado del ‘ómnibus’, va a volver a aprobarlo en el Consejo de Ministros para que el Partido Popular pueda corregir su error y por lo menos abstenerse. Nicolás Maduro por lo menos sabe qué es la oposición. La detiene, tortura… Pedro Sánchez, en su narcisismo, piensa que la oposición le tiene que seguir y apoyar.
Al presidente, con el fin de tener la razón, no le importa ridiculizar y someter a todos los estamentos e instituciones y esta vez, como parte del argumentario gubernamental, moviliza a los sindicatos en contra de la oposición. El ridículo cósmico al que están llevando los Secretarios Generales de UGT y CC.OO. a sus organizaciones es de desaparición. Pedro Sánchez, en el año de Franco presente, ha vuelto a recuperar los Sindicatos Verticales, dirigidos por Pepe Gordo Girón de Velasco y Unai Licinio de la Fuente Sordo. Sólo les falta a las marionetas sindicales organizar el próximo 1 de mayo exaltaciones folclóricas y gimnásticas en plazas y estadios en honor del autócrata Pedro Sánchez.
Para una nación como España, en el actual momento geopolítico internacional, es un serio problema estar en esta situación de inutilidad parlamentaria y gubernamental. Con un presidente que no puede pisar la calle. Un cobarde que huyó abandonando a los Reyes y al pueblo en Paiporta y que por fin ha vuelto a Valencia, tres meses después, sin pisar Valencia. Todo encerrado en recintos cerrados, controlados y del Estado. No visitó ni se acercó a un solo pueblo afectado. A apartarse de los damnificados le llama «compromiso social». Repugnante ver cómo utiliza a las víctimas como instrumento político para intentar continuar en La Moncloa. El tiempo corre en su contra y la de su partido. Vamos a volver a ver otro Canarias. Con Sánchez las ayudas son de palabra y omisión. Y contra la cartera del ciudadano, porque encima les cobra impuestos.
El presidente quedó retratado en FITUR escondido detrás de decenas de escoltas, montado en una bicicleta atada al suelo —no se puede mover— viajando con gafas de realidad virtual aumentada. Su mundo es otro. Su «éxito económico» es que miles de españoles tiene que ser pluriempleados para poder pagar el alquiler y llegar a fin de mes. No hay presupuestos. No cuadra ninguna cuenta y las ayudas son virtuales. Todo este debate no tapa toda la corrupción que le rodea, que según avanzan los casos se demuestra, cada vez más, que con Sánchez el Estado se vuelve cloaca.
Si no se hace un decreto ley por tema, ahora sí hay motivo de urgencia, ni el Partido Popular ni Junts ni Vox deben cambiar su posición ante el ‘ómnibus’. La culpa del desgobierno, del caos y de los problemas sociales, no es de la oposición, es del gobierno. Y si no puede gobernar, convocatoria de elecciones.