Puigdemont no tumbará a Sánchez
«Que Sánchez ejerza de presidente resultaría incomprensible sin el miedo a Vox que llevó a tantos electores catalanes a escoger la papeleta del PSC»
![Puigdemont no tumbará a Sánchez](https://theobjective.com/wp-content/uploads/2024/06/AMNISTIA-PEDROSANCHEZ-PUIG-0306.jpg)
Ilustración de Alejandra Svriz.
Tengo por norma no creer en ninguna encuesta cuyo resultado coincida con la línea política del medio de comunicación que la haya encargado; algo que me empuja a desconfiar del 90% de las que se publican en España. Pero en las restantes, las incluidas en ese muy escaso 10% adicional, tampoco suelo depositar excesiva confianza. Un escepticismo añadido, ese mío, que se apoya en dos razones de sobra contrastadas a lo largo del tiempo. La primera de ellas remite al hecho de que el voto socialista siempre supera la estimación que recogen los sondeos, circunstancia recurrente que se explica por la sistemática movilización de última hora que el PSOE logra provocar entre sus bases más inclinadas a priori por la abstención. La gran mayoría de las catas demoscópicas realizadas con anterioridad al inicio de las campañas electorales suelen fallar por eso.
La segunda, a mi juicio no solo la más importante sino también la más indetectable por los encuestadores, remite al miedo inconfesable de un segmento significativo de los votantes independentistas catalanes. Así, que Pedro Sánchez ejerza a estas horas de presidente del Gobierno resultaría incomprensible sin reparar en que el miedo a Vox de tantos electores de ese territorio los llevó a escoger una papeleta en la cabina de votación, la del PSC, que en cualquier otra circunstancia hubieran repudiado.
Por lo demás, no hay razones de peso para suponer que ninguna de esas dos circunstancias que tienden a castigar a la derecha estatal en la suma de escaños en el Congreso vaya a sufrir durante esta legislatura alguna modificación sustancial. El final ya definitivo de aquella anomalía insurgente que fue el procés está teniendo dos consecuencias contradictorias en la política doméstica catalana y, por extensión, en la española; toda vez que, y por razones puramente demográficas, hoy resulta imposible gobernar España sin contar con un apoyo más que notable en las urnas catalanas.
Y es que la toma de conciencia del grueso del nacionalismo a propósito de que el de la independencia era un proyecto imposible está llevando a que Junts recupere las señas de identidad derechistas que heredó de CiU. Junts, y cada nuevo día que pasa más, está transitando de encarnar el partido de la República Catalana a percibirse como el partido de la derecha catalana, espacio que por razones culturales nunca le podrá disputar el Partido Popular; huelga decir que mucho menos aún Vox.
«Junts, a diferencia de lo que sucedía hace bien poco, comparte porosas fronteras electorales ya no solo con ERC, sino también con el PSC»
Al tiempo, el acta de defunción del procés igual ha facilitado el agrietamiento de las barreras emocionales que impedían los trasvases entre el bloque nacionalista y el llamado constitucionalismo, algo habitual en tiempos de Pujol. De ahí que en este nuevo escenario, el caracterizado por un retorno paulatino a la normalidad institucional, Junts, a diferencia de lo que sucedía hasta hace bien poco, comparta porosas fronteras electorales ya no solo con Esquerra, el otro gran partido soberanista, sino también con el PSC, formación avalada por las suficientes credenciales catalanistas como para poder atraer a una parte no desdeñable del antiguo electorado convergente.
Son factores todos ellos que introducen grados de complejidad en una escena política, la de esta España cuya estabilidad gubernamental depende en última instancia del soberanismo catalán, cuyas claves trascienden a los caprichos y estados de ánimo cambiantes de un chiflado ciclotímico que responde por Puigdemont.
Entre otras razones, porque el liderazgo personalísimo y carismático que fue capaz de ejercer Pujol durante décadas, algo que le permitió entregar la Moncloa a un perfil tan difícil de digerir para su electorado como el de Aznar, no se repite, ni de lejos, en la figura de Puigdemont. Un Pujol con 20 años menos (y sin sumarios abiertos) tal vez podría haber descabalgado a Sánchez del poder vía el voto afirmativo a una moción de censura promovida por Feijóo. Pero ese tipo de cosas solo alguien con la autoridad sobre los suyos que acumuló Pujol se las podría permitir. Él y sólo él. Pierdan toda esperanza en Madrid: Puigdemont no hará caer al Gobierno.