La tecnocasta de Pedro enamorado
«Álvarez Pallete solo es la más reciente víctima de una política corrupta y una pasión por el poder que nada tiene que envidiar a la de Trump»
![La tecnocasta de Pedro enamorado](https://theobjective.com/wp-content/uploads/2024/05/FERNANDO-SANCHEZ-TELEFONICA-0705.jpg)
Ilustración de Alejandra Svriz.
El retorno de Franco a la actualidad española no es un regreso al pasado, sino un anuncio del futuro en las formas de administrar el poder político. El Caudillo solía despedir a sus más fieles colaboradores, ministros y altos cargos enviándoles una carta en la que les comunicaba el cese y su agradecimiento por los servicios prestados, sin más explicación de los motivos. Nuestro perdidamente enamorado presidente del Gobierno no utiliza motoristas a esos efectos como hacía el dictador. Menos autoritario, como corresponde a nuestra madura democracia, emplea a funcionarios de alto rango. Estos convocan a Moncloa a las víctimas potenciales o a posibles nuevos colaboradores de la familia presidencial. Luego les ofrecen un café y les leen el porvenir.
Como antaño en el franquismo, el palacio de turno no se utiliza solo para decidir el futuro de la gobernación sino también el de empresas y actividades de la sociedad civil a las que ese escenario intimida. Begoña Gómez usó al personal y las instalaciones de la presidencia para citar al rector de la mayor universidad pública de España a fin de proponerle ser nombrada directora de una cátedra para lo que legalmente no estaba capacitada. Y hace solo unos días el secretario de Estado y jefe de la Oficina Económica de la Presidencia, Manuel de la Rocha, citó en su despacho monclovita al presidente de Telefónica de España para despedirle simple y llanamente, con educadas maneras y también sin ninguna capacidad legal al respecto.
El señor De la Rocha, persona de la mayor confianza de Pedro Sánchez el enamorado, ya había participado en otras reuniones con la esposa del presidente y el empresario Barrabés. Este recibió firmas de recomendación de la propia Begoña para ayudarle a obtener licitaciones públicas millonarias, y está imputado por tráfico de influencias en la causa contra la esposa de nuestro enamorado presidente. De la Rocha es por lo demás, y en gran medida, responsable de la adjudicación de los multimillonarios fondos europeos Next Generation, destinados a la ayuda de empresas y organismos.
La destitución de Álvarez Pallete decidida en la sede del Poder Ejecutivo es todo un símbolo de la degradación democrática del equipo Frankenstein, mezcla de monstruos y payasos. Contradice todas las normas éticas y estéticas del funcionamiento de las empresas cotizadas, vulnera los principios de su buen gobierno y los derechos de los accionistas minoritarios de la compañía. Claro que esta nunca se ha caracterizado por su independencia del poder político. Desde que Manuel Azaña, presidente de la segunda República, se opusiera al monopolio norteamericano de la ITT hasta nuestros días, la historia de Telefónica es la de una ciega obediencia al poder político, cómplice de las autoridades, al margen y por encima de las regulaciones legales. El abrupto relevo en su presidencia por orden sumarísima parece anunciar el sueño imposible de Pedro Enamorado, decidido a desafiar a la tecnocasta de Trump con la suya propia.
La designación al frente de la compañía del hasta ahora responsable de Indra es el segundo acto del antiguo empeño en controlar tanto la opinión pública como la publicada, y utilizar las tecnologías de comunicación en beneficio del interés político del partido de turno. Con Indra ya padecimos el caso Púnica, ligado a la corrupción y la financiación irregular del PP. Los delincuentes y sus cómplices fueron juzgados y sentenciados por los mismos o parecidos jueces que investigan ahora a los presuntos ladrones y malversadores del socialismo Frankestein. Los dirigentes del Partido Popular tuvieron al menos la decencia de no acusar al Poder Judicial de servir intereses personales y partidistas, ni tampoco adjudicarles prejuicios ideológicos, como así hacen ahora los sumisos monaguillos del presidente del Gobierno.
«La amenaza es que la alianza del sanchismo, el poder financiero y los medios adictos prolongue la deriva iliberal del actual PSOE»
No estamos ante un tema baladí. Las nuevas tecnologías son claves en el desarrollo de la industria de las armas como en la de las comunicaciones. A escala internacional, un alto ejecutivo chino cercano a Xi Jinping me resumió la cuestión en una simple frase: «El oro y el petróleo del siglo XXI son los datos, los big data. Los chinos somos 1.500 millones de personas. Los americanos no llegan a 400. Necesitan los datos de los europeos si quieren competir con nosotros». Estamos ante una batalla a nivel mundial y lo sucedido esta misma semana tras el éxito del DeepSeek chino y la hecatombe bursátil en Nueva York es solo un ejemplo de lo que nos espera si no cesan las bravuconerías en las relaciones internacionales. Pero la amenaza en nuestro caso es que la acción concertada del sanchismo con el poder financiero y el de los medios adictos prolongue la deriva iliberal y antidemocrática del actual partido socialista.
En el inmediato futuro Telefónica, que tiene potencial acceso a los datos de sus usuarios, tendrá que decidir sobre cuestiones cruciales, siendo la principal el desarrollo y extensión de la red 5G, esencial para el desarrollo de las tecnologías del futuro, incluidas la inteligencia artificial y la computación cuántica. Al comienzo de la era Pallete, Telefónica firmó un pacto con la china Huawei, pionera en el desarrollo de redes avanzadas, inicialmente tanto en Europa como en América Latina, África y Oriente Medio. El veto a la compañía en los Estados Unidos y las presiones de Washington sobre la Unión Europea y la OTAN para sumarse a la prohibición, ha conseguido que el gigante chino prepare ya su retirada de nuestro continente.
Telefónica y Huawei firmaron en 2017 un acuerdo para el desarrollo del 5G, después de llevar a cabo un interesante experimento en un Laboratorio de Innovación que dirigían conjuntamente en Madrid. Hace solo dos años esa historia de amor periclitó a favor de Nokia debido a las citadas presiones. La batalla entre Huawei y los gobiernos del área occidental no ha hecho más que comenzar. Afectará a la configuración del nuevo desorden mundial entre el inicial declive del imperio unipolar americano y la emergencia del chino. La guerra de los aranceles desatada por Trump es casi un juego de niños comparada con la de las redes 5G. Afecta al futuro ecosistema de la nueva civilización: desde el desarrollo armamentístico, la autoconducción en el transporte, los servicios sanitarios, el universo financiero y la ocupación de territorios en busca de minerales y materias primas imprescindibles en este nuevo mundo.
«La compañía ‘lobista’ de Huawei en España es Acento, empresa de José Blanco, antiguo ministro de infraestructuras de Zapatero»
Semejante panorama otorga un nuevo sentido a la intrusión arbitraria del Estado español en la compañía Telefónica, bajo el pretexto de la participación en su capital del reino de Arabia Saudí. Pero quedan algunos temas por esclarecer. La compañía lobista de Huawei en España es Acento, empresa de José Blanco, antiguo ministro de infraestructuras de Rodríguez Zapatero, y de otros socios ligados de una manera u otra a las huestes políticas del PSOE, pero también al rancio PP de antaño. Parece especializada en asesorar respecto a licitaciones públicas, en lo que dicen es muy exitosa. Rodríguez Zapatero, por su parte, fue además el organizador del reciente viaje oficial de Pedro Sánchez a China, país que junto con Venezuela concentra sus intereses políticos y personales.
Volviendo a Telefónica, en enero de 2020 su presidente ahora fulminado me invitó a visitarle en su despacho. Cara a cara fue enseguida al grano:
-¿Podrías decirme cómo y cuando entró Telefónica en el capital del grupo Prisa?
-Te diré cómo me enteré yo –le contesté-. En 2011 César Alierta me convocó a esta misma habitación y me dijo textualmente: «Te he llamado para decirte que soy el primer accionista de Prisa, ¿eh?, ¿eh? ¡Bueno, no yo, Telefónica! Tenemos el 20%». Ante mi sorpresa, y como nada de eso aparecía en los registros de la compañía, le pregunté cómo lo había hecho. «Entrando en la ampliación que hicisteis el año pasado con el spac Liberty (2010) y a través de un fondo que ya nos fue muy útil para quedarnos con nuestra compañía en Brasil. Esto no lo saben ni el consejo de administración ni el comité ejecutivo».
-Te puedo asegurar que yo mismo no tenía ni idea -me confesó Álvarez Pallete.
-Lo sé y te creo -le repondí-. Pero tú eras entonces el Director Financiero de Telefónica. Y las dos compañías, la tuya y Prisa, estaban cotizadas en Madrid y Nueva York. A partir de ahí comenzó una verdadera guerra que algún día habrá que narrar a ignorantes y desmemoriados.
Solo como recordatorio: durante los siete años de la presidencia de Rodríguez Zapatero, César Alierta, nombrado presidente de Telefónica por indicación de José María Aznar, se mantuvo en el puesto.
Al fin y al cabo, Álvarez Pallete solo es la más reciente víctima de una política corrupta y una pasión por el poder que nada tiene que envidiar a la de Trump. Ni en sus formas ni en sus contenidos.