The Objective
Rosa Cullell

Ellas están solas

«En España los residentes procedentes de países islámicos son 2,5 millones. Miles son mujeres. No vale esperar al 8-M para hablar de su derecho a la igualdad»

Opinión
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Ellas están solas

Mujeres con velo.

Mi despacho, en aquel plácido año 2003, daba a una plaza del Raval de Barcelona. Hacia mediodía llegaba hasta mi ventana un grupo de mujeres paquistaníes con sus bebés (niños y niñas). Las hijas mayores, que cubrían sus melenas con la típica hiyab, acudían a la salida del instituto. Comían todas juntas, entre risas. En esa época, el barrio empezó a conocerse como Ravalistán. Hoy, en Cataluña viven 660.000 musulmanes, más que en ningún otro lugar de España.

Me preguntaba entonces, qué iba a ser de esas niñas, criadas entre túnicas y velos, en un Estado europeo y, teóricamente, laico. Más de 20 años después, el Raval -como tantos otros barrios de Francia, país al que Cataluña admira- se ha convertido en un gueto de inmigrantes, trufado de pisos turísticos.

Las familias inmigrantes llevan décadas aumentando en número gracias a la reagrupación y a los nacimientos. Han venido para quedarse. Alrededor del 35% de los menores catalanes son, hoy, de origen extranjero; el mayor grupo es el marroquí

El crecimiento de la población venida de otros lugares es incómodo para la izquierda radical y el peor de los peligros para la derecha extrema. Silvia Orriols, la ex lcaldesa ultranacionalista de Ripoll y líder de Aliança Catalana, empezó a hablar contra la inmigración en 2017, cuando se produjeron los atentados yihadistas en Barcelona y Cambrils (16 muertos, cientos de heridos).

Aquellos terroristas pertenecían a una cédula salafista formada, en el mismo pueblo de Orriols, por un imán radical. Buena parte de ellos (10) eran jóvenes nacidos en Cataluña. Hablar claro, antes y ahora, ha acabado convirtiendo a Orriols en la líder más temida por el independentismo clásico (el de ERC y Junts). Les roba votos. 

«La preferencia del independentismo por los inmigrantes de lengua árabe, en detrimento de los latinoamericanos, me parece sospechosa»

El yihadismo lleva años dormido, aunque, en 2024 se ha notado un repunte en el número de detenciones. Según cifras proporcionadas por THE OBJECTIVE, 608 personas han sido detenidas en España por terrorismo islámico desde 2012. La comunidad con más detenciones fue Cataluña, con 172, seguida por Madrid, con 94.

Mientras escribo sobre este tema tan antipático, siento que estoy contraviniendo las normas, que debería volver al silencio o al todo va bien. Pero no me lo creo. La preferencia del independentismo por los inmigrantes de lengua árabe, en detrimento de los latinoamericanos (esos españolazos), me parece sospechosa.

«Un latinoamericano», explicaba Jordi Pujol, «es más difícil de integrar que un marroquí porque al latino le cuesta entender la catalanidad». Asimismo, el anterior presidente de la Generalitat, Pere Aragonés (ERC), siguió la misma línea, incluso la feminizó: «Los y las musulmanas de Cataluña, sois también Cataluña».

Desde el terrible atentado en Las Ramblas, los sucesivos presidentes catalanes y los alcaldes, han dedicado parte del tiempo a visitar mezquitas, aumentar subvenciones, aprobar clases de árabe en la escuela… El actual Gobierno de Salvador Illa tiene encima de la mesa la famosa petición de introducir el menú halal en la escuela pública. 

«’Por Ellas’, un movimiento de profesores de Barcelona, ha dado un paso adelante para proteger a las jóvenes musulmanas del Raval»

Sin embargo, algo chirría entre tanta compresión interracial y religiosa. Y empiezan a salir otras voces. Por Ellas, un movimiento de profesores y educadores sociales de Barcelona, ha querido dar un paso adelante para proteger los derechos de las jóvenes musulmanas del Raval. Les preocupa la situación de vulnerabilidad que viven algunas niñas, «creada por entidades religiosas concretas». Existe, resaltan, «un indudable control social» sobre ellas.

En los primeros años de este siglo, Barcelona tenía tres mezquitas; hoy, son 36 (10 de ellas en el Raval). En toda la autonomía llegan a alrededor de 100, sin contar con los lugares de oración clandestinos.

El amor catalán por la población islamista no es verdadero, es utilitarista y depende del momento o de las encuestas de opinión. El nacionalismo, sea de donde sea, acaba teniendo tics supremacistas.

Sin embargo, los ex-convergentes acaban de tener una curiosa idea. Para impedir que crezca el radicalismo religioso, proponen evaluar a los cientos de imanes que ejercen en Cataluña. A todos. También quieren que estudien catalán y participen en cursos sobre derechos humanos. Lengua, paz y amor, es la receta.

«El imán Malik Ibn Benaisa es famoso por sus palabras contra las mujeres que se perfuman. ‘Esas fornicadoras’, las llama»

Me temo, no obstante, que el islamismo salafista, que defiende un retorno a las tradiciones de los «predecesores piadosos», no está para tonterías. El último congreso islamista, que pretendía llevarse a cabo en Torredembarra (Tarragona) con la participación del imán Malik Ibn Benaisa, tuvo que ser suspendido tras mucha controversia. Ese imán es famoso por sus palabras contra las mujeres que se perfuman. «Esas fornicadoras», las llama. 

Tras la salida de los norteamericanos de Afganistán en 2021, también leímos numerosos razonamientos bienpensantes sobre los talibanes. Había la esperanza, según supuestos expertos, de que la mezcla de islamismo (el 80% de los afganos son suníes) y las costumbres pastunes podría «no ser tan mala para con las mujeres». Pues lo ha sido. Casi cuatro años después, la vida de las afganas es un infierno

El documental Bread and roses, de Sahra Mani, narra la lucha de tres mujeres por recuperar su autonomía. Las protagonistas de la cinta acaban sin poder siquiera salir de casa ni trabajar ni ser médicas (ni poder ir al médico) ni nada de nada. 

Según estudios recientes, a partir de los 12 años (cuando tienen la regla), un gran número de niñas musulmanas dejan de hacer gimnasia y/o se vuelven menos participativas. En los colegios españoles, hasta hace poco, las jóvenes musulmanas se limitaban a taparse el pelo con el hiyab, pero ahora aparecen en la escuela con abaya y/o con niqab (túnica hasta los piés y pañuelo que oculta parte de la cara). Quizás sea un mero gesto de orgullo y pertenencia, pero ahí está. 

En España, el número de residentes procedentes de países islámicos llega a los 2.5 millones. Miles de ellos son mujeres, niñas. No vale esperar al 8 de marzo para hablar de su derecho a la igualdad. El buenismo no recorta brechas. Muchas niñas españolas, hoy, sí están solas.

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