Las tetas
«Cosificar el cuerpo femenino es también someterlo al capricho de la ideología. Usarlo de ariete contra el bando contrario. Encorsetarlo en una mirada activista»

Bianca Censori y Kanye West en la gala de los Grammy.
Una mujer llamada Bianca Censori ha decidido pasearse con un vestido transparente por la gala de los Grammy. No la critican los conservadores, que incluso hablaron de antiwokismo y libertad, sino los progresistas. Porque intuyen -o saben- que no lo hace libremente, sino obligada, casi abducida, por su pareja, Kanye West. Ahora ella, una arquitecta australiana aficionada a vestir ligero, es considerada un símbolo de la opresión patriarcal y una víctima del machismo sistémico, además de una especie de zombi sin voluntad utilizado para la promoción internacional del rapero.
Hace 21 años, el 1 de febrero de 2004, Janet Jackson actuó en el intermedio de la Super Bowl. En el dúo con Justin Timberlake, interpretaban Rock your body, el cantante, como parte del show, le arrancó una pieza de su corpiño, dejando al aire su teta derecha. Esa misma noche se hicieron más de medio millón de llamadas a la FCC, la Comisión Federal de Comunicaciones, con quejas, denuncias, insultos e indignaciones varias. La América puritana acabó con la carrera de Janet, que fue vetada en radios y televisiones. Un pezón enjoyado fue suficiente para que el trabajo y el talento de una mujer desapareciese de la tierra. Sin defensa, sin matices. Borrada del mapa. Por una teta.
En 2020, la organización del Tour de Francia, ASO, decidió reemplazar la tradicional presencia de dos azafatas en el podio por una pareja mixta, compuesta por un hombre y una mujer, en las ceremonias de entrega de trofeos y maillots. Esta medida, que buscaba promover la igualdad de género y eliminar prácticas consideradas machistas, seguía la línea de otras competiciones ciclistas, como la Vuelta a España, que en 2017 eliminó la costumbre de que las azafatas besaran a los ganadores en el podio. Fue una medida muy aplaudida por el feminismo. El País publicaba en su día galerías como la llamada 10 imágenes sexistas de azafatas en la Vuelta ciclista que no se repetirán para alertar de hechos cosificadores y denigrantes. Una parte de la España conservadora, que no entendió en su día la prohibición de minifaldas, tacones y besos en la mejilla, ha usado este capítulo para atacar a Inés Hernand.
Y es que, hace unos días, en la fiesta posterior al Benidorm Fest, la presentadora Inés Hernand enseñó las tetas mientras sonaba el Ay, mamá de Rigoberta Bandini. El vídeo fue compartido por muchos perfiles de X con bandera en su avatar. Se mofaban del tamaño de sus pechos y la insultaban por hacer lo que hizo. Ella grabó un vídeo explicando qué paso. «(Suena el Ay, mamá y) lo voceo, lo bailo, me lo gozo y hago un fantástico topless de siete segundos al ritmo de no sé por qué dando tanto miedo nuestras tetas; de una forma inocua, divertida y desconociendo el nivel de conversación que adquiriría después». Ella, afortunadamente, no ha perdido sus trabajos, sino que ha sido aupada –de nuevo- como símbolo de libertad y de feminismo.
Irene Montero, tras este episodio, grabó un vídeo donde decía: «Hay que ver lo que os molesta que las mujeres hagamos lo que nos da la gana con nuestro cuerpo. Mucha libertad, mucha libertad, pero luego enseña Inés Hernand las tetas y os pasáis tres días llorando. Vamos, es que la queréis denunciar y todo. Amigo, que libertad no es que yo haga lo que a ti no te molesta, es que yo decido sobre mi propio cuerpo».
«Esto no va de oprimidas o liberadas, sino de mujeres que deciden, como dice Montero, lo que quieren hacer con su propio cuerpo»
Y, leído esto, puede usted, lector volver al primer párrafo. Con Bianca Censori paseando prácticamente desnuda por un photocall. A mí me gustaría decir que me parece estupendo que las mujeres enseñen las tetas y lo que quieran, pero eso me convertiría en un machista, o en un sexualizador. Así que prefiero guardar algo de silencio esperando a que se aclare el mundo con el tema de las tetas.
Yo creo que cosificar el cuerpo femenino también es someterlo al capricho de la ideología. Usarlo de ariete contra el bando contrario. Encorsetarlo en los prejuicios propios, en nuestra mirada activista. Que una teta es una teta estemos en el bando que estemos. De Sabrina Salerno a Eva Amaral y de las Chicas Chin Chin hasta las Femen. Que esto no va de oprimidas o liberadas, sino de mujeres que deciden, como dice Montero, lo que quieren hacer con su propio cuerpo.
Pero qué sabré yo de tetas. Ni de libertad. Ni de nada.