Julio Iglesias siempre tiene razón
«Los disfrazados de patriotas cuyo amor por la patria cabe en una pulserita deberían haber leído lo que Trump dijo de nuestro español más español»

El cantante español Julio Iglesias. | Archivo
Tras la traición del antaño aguerrido ejército de liberales españoles, libertarios, minarquistas, aplicados alumnos de la escuela de chicago, admiradores de los complementos austríacos y devotos de otras capillas liberaloides menores, hoy convertidos la mayoría de ellos en enemigos del libre comercio, defensores de los aranceles y propagandistas del intervencionismo del estado en materia económica en una de las conversiones más inesperadas desde la famosa caída del caballo de Saulo de Tarso mientras iba camino de Damasco, esta semana hemos asistido a una segunda transformación igualmente milagrosa.
Me refiero a la que ha operado entre los hasta ahora autodenominados patriotas españoles tras el inaceptable discurso del cenutrio (y que me disculpen los cenutrios) de JD Vance en Múnich, una intervención realizada pocas horas antes de reunirse y dar su apoyo público al partido filonazi AfD en las próximas elecciones alemanas en lo que solo puede ser considerado como una injerencia ilegítima en un proceso electoral ajeno y en la que este personajillo acudió a Europa, la cuna de la democracia, la libertad, el estado del bienestar y los derechos humanos, a darnos lecciones no se bien de qué excepto de su prepotencia, su mala educación, sus lagunas dialécticas, su desconocimiento de la historia y su supina estupidez.
«Los que apoyan a quien ha insultado gravemente a su civilización y a su patria han demostrado ser una manada de ultras trufados de populismo antiliberal»
Un insulto a nuestra civilización que es europea a fuera de española, que debe ser respondido con inteligencia y contundencia por nuestros gobernantes pero que ha tenido una externalidad positiva al menos en nuestro país, ya que ha desenmascarado de una vez por todas a muchos de los que hasta hace poco iban disfrazados de patriotas y que con sus manifestaciones de apoyo a quien ha insultado gravemente a su civilización y a su patria han demostrado a las claras que no son patriotas españoles, nunca lo fueron, sino una manada de ultras trufados de populismo antiliberal cuyo amor por la patria cabe en una estrecha pulserita con la bandera de España.
Un grupito infame de tontos útiles al servicio de una potencia extranjera que antes de seguir actuando en contra de los intereses de España deberían haber leído lo que de Donald Trump dijo hace unos años nuestro español más español y más universal: Julio Iglesias:
«He cantado muchas veces en sus casinos, pero no volveré a hacerlo. Me parece un gilipollas. Cree que puede arreglar el mundo olvidando lo que los inmigrantes han hecho por su país. ¡Es un payaso! (y perdón por los payasos)».
Julio locuto. Causa finita.