Ellroy manosea a Marilyn
«Humillar la memoria de Marilyn Monroe es caer muy bajo, ya que ella en realidad nunca acabó de existir, está en el orden de seres de fantasía como el pato Donald»

La actriz Marilyn Monroe.
Ha venido a España el escritor norteamericano James Ellroy, para promocionar su última historia de detectives y mafiosos, y ha obtenido grandes titulares en todos los medios de comunicación mediante el expediente de declarar que Marilyn Monroe “era estúpida, vulgar y falsa, y no tenía talento alguno”. También reprocha a la desdichada actriz (que murió en 1962) que tomase psicofármacos.
¡Hombre! Algún talento tendría, digo yo, de lo contrario el señor Ellroy no le habría dedicado su última novela ni habría puesto su foto en la portada, convirtiéndose en el último fetichista que se aprovecha de su, al parecer, imperecedera fama.
Si ella era adicta a los tranquilizantes, ello debería si acaso despertar su conmiseración, no su desprecio. Eso es muy bajo. En realidad humillar la memoria de Marilyn Monroe es caer muy bajo, ya que ella en realidad nunca acabó de existir, está en el orden de seres de fantasía como el ratón Mickey o el pato Donald. ¿Por qué insulta al pato Donald, James? ¿Qué le ha hecho a usted el pato Donald?
Si bien Norma Jean (el verdadero nombre de la actriz) en su persecución de la fama y la fortuna sacó modesto provecho de todo el mundo, teatralizándose como mujer objeto y fantasma de aspiración para tantas mujeres, y fantasma del deseo de tantos hombres, ahora, décadas después de su breve vida y muerte solitaria, sigue siendo significativa: se sigue subastando cualquier cosa que tocó, desde sus vestidos y zapatos a su frasco de perfume, pasando por la radiografía de su torso, espectro de un espectro. Numerosas actrices tratan de en vano de encarnarla –la última, Ana de Armas en Blonde-; músicos como Madonna copian su número en Diamonds are the best girl’s friends. Sigue siendo lo que se suele llamar “un icono”.
Insultarla gratuitamente garantiza titulares, pero no pasa de ser un penúltimo episodio de aprovechamiento de la muerta. ¡Hablando de vulgaridad, señor Ellroy! Desde luego, el mundo no deja nada sin devorar, ni un hueso sin pelar. Es puro canibalismo.
“No tiene usted idea del trabajo que supone adquirir esa voz y esos movimientos, y cantar, bailar y actuar de manera tan deslumbrante”
Dice usted que era “perezosa”. Se diría que no tiene usted idea del trabajo que supone “ponerse guapa”, y adquirir esa voz y esos movimientos, y cantar, bailar y actuar de manera tan deslumbrante que 60 años después de su muerte todavía un autor como usted –el mejor de América, en su propia opinión- recurre a ella como tema y portada de su libro.
Dice usted que The Misfits, tanto la película como el guion de Arthur Miller, entonces marido de MM, es “una mierda”. Vale. Puede ser. Pero permita que le pregunte: ¿Es usted un autor mejor que Miller? ¿Sus novelas de policías y ladrones constituyen una investigación más penetrante del alma humana que Muerte de un viajante, Panorama desde el puente o Las brujas de Salem?
Supongo que usted respondería: “¡Sí, soy mejor!”. ¿Qué otra respuesta podría esperarse de quien valora Crimen y castigo de Dostoievski como “esa mierda rusa”?
Vamos a ver, ¿quién es usted que juzga y desacredita a Marilyn Monroe y a Dostoievski, y desde qué autoridad intelectual lo hace? ¿Es acaso un gran científico, un gran psicólogo especializado en el inconsciente colectivo, un filósofo de colosal lucidez?
“Podría detectarse en sus exabruptos el rencor del mediocre”
No: sólo un autor de historias de polis corruptos y criminales, y mucho bang bang y venga de ra-ta-ta-ta, y venga sangre en las paredes, y vengan frases cortas y lapidarias, y venga tontería de consumo rápido y olvido inmediato.
Podría detectarse en sus exabruptos el rencor del mediocre que sabe que sus numerosas novelas no valen una escena de cualquier película de las pocas en las que ella actuó. ¿Se imagina que Andy Warhol, en sus célebres serigrafías, en vez del rostro de MM coloreado hubiera puesto el suyo? ¿Quién hubiera querido pagar por ellas un centavo? ¡El rey del arte pop hubiera muerto en la indigencia!
Ya que usted, además, es un calvo feo y entrado en años. Condición penosa y excusable de la que ciertamente sólo son culpables la Naturaleza y el Tiempo, pero a la que, por cierto, no se rebajó MM. Y sobre todo ella iba siempre muy arreglada y vistosa, no con esas horrendas guayaberas (¡con tirantes!) y esas pajaritas torcidas que usted luce con tanto aplomo, como diciendo “aquí estoy yo, sí, voy hecho un mamarracho, ¿qué pasa?”
Créame, Ellroy, renuncie a esas guayaberas que le dan un aspecto parecido al del tonto de mi pueblo, al anochecer, cuando ya se ha llenado la blusa de baba y de migas de las chucherías pringosas que le regala la gente, y vuelve a la residencia, bajo el brazo el acordeón con el que ha estado todo el día mendigando en las esquinas, al son de La polca de la cerveza.