The Objective
Francisco Sierra

Encerrona en el Despacho Oval

«Mentiras, insultos y gritos al invitado, al invadido, al agredido. Nunca antes se había visto un acto de humillación tan preparada contra un presidente»

Opinión
98 comentarios
Encerrona en el Despacho Oval

El presidente de EEUU, Donald Trump, el vicepresidente, JD Vance, y el líder del Ejecutivo ucraniano, Volodimir Zelenski. | Reuters

Es muy probable que en años venideros podamos preguntarnos asombrados como un personaje como Donald Trump llegó a ser presidente de los Estados Unidos y convirtió a la más vieja democracia del mundo en un país seducido o sometido al matonismo de un personaje que ha hecho de la inmoralidad su traje habitual.

La escena vivida, o, mejor dicho, sufrida, por el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ya está en la Historia como uno de esos hechos que trascienden y rompen las líneas del tiempo de estabilidad, respeto al derecho internacional y un mínimo sentido de la moral. La humillación a la que venía Trump sometiendo al presidente ucraniano desde hace semanas con todo tipo de insultos, descalificaciones, o directamente mentiras, ha tenido su culmen en una escena preparada para ser emitida en directo a todo el mundo por los medios de comunicación presentes en el Despacho Oval.

Defensores de Trump intentan justificar el bochorno diciendo que la actitud de Zelenski fue provocativa durante la reunión. Creo que confunden la provocación con la defensa firme de su país y del relato real de lo ocurrido desde 2014. Nadie les defendió entonces  y Putin no cumplió lo pactado en 2019. Y en lugar de esa compresión se encontró con menosprecios que terminaron en insultos  y gritos al invitado, al invadido, al agredido. Nunca antes se había visto un acto de humillación tan preparado contra un presidente ucraniano que hoy, de nuevo, ha plantado cara a los dos hombres más poderosos del mundo en su propio despacho. Un tipo como Zelenski que no huyó de los tanques de Putin que llegaron a nueve kilómetros de Kiev, tampoco ha huido de responder a las desagradables y mentirosas acusaciones de un Trump que ha llegado a decirle que podría ser el culpable de una Tercera Guerra Mundial.

Trump se entiende mejor con tiranos como Putin con los que disfruta ante la posibilidad de saquear y repartirse países. Quiere quedarse con la mitad de los ingresos que se consigan de las explotaciones mineras de tierras raras en un acuerdo abusivo en el que se extenderían los beneficios de Estados Unidos por tiempo indefinido e incluso sobre lo que se pueda descubrir en un futuro. Y a cambio de nada. Sin ninguna garantía de seguridad para Ucrania de no ser de nuevo invadida o atacada por Rusia. 

Trump preside un país democrático, ha sido elegido democráticamente, pero se comporta como un matón totalitario que no respeta ni los derechos legítimos de países independientes, ni los acuerdos comerciales, ni los acuerdos militares, ni los diplomáticos. Estados Unidos ya no está en defensa de la libertad, ni de la democracia, ni del orden jurídico internacional. Estados Unidos vota ya en Naciones Unidas al lado de Rusia o Corea del Norte. Y, por el contrario, insulta y agrede a sus aliados europeos de los últimos 80 años o a sus propios vecinos como Canadá o México.

Europa no quiere, ni puede, ni debe dejar solo a Zelenski. La mayoría de los mandatarios europeos han salido enseguida en defensa del presidente ucraniano, entre ellos Pedro Sánchez, que ha lanzado por X el mensaje de apoyo de España a Ucrania. Ojalá esto signifique también un mayor compromiso de unidad interna de la vieja Europa y que sea consecuente con Ucrania aumentando la ayuda militar, económica y política a ese país que ahora quiere ser saqueado por Putin y Trump.

«Dicen fuentes trumpistas que le han echado de la Casa Blanca y que no ha firmado el acuerdo que, pese al atraco, podría suponer el fin de las armas»

El giro de Trump de estas primeras semanas tiene dos lecturas. La primera, y cada vez más optimista y lejana, es que se trata de meros gestos de fuerza de matonismo dialéctico para conseguir una mejor posición negociadora en la que acabe imponiendo sus deseos y caprichos por muy abusadores que sean. La segunda lectura es efectivamente más pesimista al contemplar que en realidad esto es solo el principio de una deriva que llevará a Estados Unidos lejos de la alianza de países democráticos y respetuosos con los derechos humanos y el orden internacional. Estados Unidos puede romper la OTAN y todo el escenario geopolítico edificado tras la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. Trump no tiene complejos legales ni morales. Disfruta ejerciendo la fuerza. Es un hombre de 78 años con una carrera comercial plagada de oscuridades legales y fiscales que ahora se encuentra con todo el poder del mundo.

Trump es un presidente absolutista que no tiene oposición en el Congreso, que domina el Tribunal Supremo y que ha sometido incluso a los magnates de las grandes tecnológicas. Baste el ejemplo humillante de un Jeff Bezos que para proteger su imperio de Amazon rompe la línea editorial del Washington Post y obliga a un giro en sus páginas de opinión donde dice que solo se escribirá «todos los días en apoyo y defensa de dos pilares: las libertades personales y el libre mercado». No es la primera vez que Bezos se humillaba. Ya durante la campaña electoral obligó que el diario no mostrará su tradicional preferencia por el candidato demócrata. Tampoco tiene Trump a nadie enfrente en las líneas demócratas que sea capaz de hacerle frente. Tras el desastre de Kamala Harris, ya ni siquiera se alzan voces que se indignen o contesten cuando los demócratas, incluyendo a Obama y Biden, son sistemáticamente insultados y acusados de mil falsos delitos por el presidente que intentó incluso un autogolpe de estado.

Trump, desde que ha sido elegido president, vive en una distopía de poder caprichoso al que nadie contesta ni replica. Por eso su asombro y su enfado cuando un dignísimo Zelenski le ha respondido a las mentiras, ha igualado el tono con el que le hablaban y ha mostrado en su cara todo el asco de lo que estaba oyendo. Dicen fuentes trumpistas que le han echado de la Casa Blanca y que no ha firmado el acuerdo que, pese al atraco, podría suponer el fin de las armas. Un fin sin garantías de nada. Trump miente cuando dice que ha puesto 350.000 millones de dólares. Miente cuando acusa a Ucrania de ser la culpable de la guerra. Miente cuando dice que Zelenski no quiere la paz.

Trump miente. Y sus mentiras deben ser contestadas con la ley y con el derecho. Solo la Unión Europea puede enfrentarse con la razón para defender el orden internacional. Si hoy cae Ucrania, mañana puede ser Polonia. Y la culpa no será solo de Putin. También de su aliado y cómplice, Donald Trump. Al final va a resultar que se quedó corta la exministra española de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, cuando dijo hace unos días que para negociar con Trump hay que hacerlo con una pistola encima de la mesa, una pistola cargada. 

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D