La economía china se estanca
«Si China no adopta medidas con decisión, su economía podría caer en un prolongado período de estancamiento y deflación similar al de Japón en las últimas décadas»

Ilustración: Alejandra Svriz.
China, la segunda economía del mundo, atraviesa una situación de creciente debilidad, que amenaza con llevar al país a una crisis prolongada. A pesar de que los datos oficiales siguen mostrando cifras de crecimiento aparentemente sólidas, alrededor del 5%, muchos analistas coinciden en que el verdadero dinamismo de la economía china es considerablemente menor. La divergencia con Estados Unidos desde 2022 es evidente. China se aleja de su principal competidor y muestra signos de desaceleración y fragilidad estructural.
El crecimiento económico: una cifra cuestionada
Los datos oficiales ofrecen tasas de crecimiento que sugieren una economía en expansión, pero las evidencias indican que estos números están inflados. De hecho, algunos analistas, como por ejemplo Rhodium Group, estima que el crecimiento real de China en 2023 fue del 1,5% y en 2024 estuvo por debajo del 3%, muy lejos del dinamismo esperado para una economía emergente. El debilitamiento del consumo, el aumento del ahorro por la incertidumbre económica y el estancamiento de la inversión privada reflejan un país cuya economía crece a ritmos mucho menores de lo anunciado. La economía china parece estar atrapada en una trampa de bajo crecimiento. Una situación que recuerda a la crisis económica vivida por Japón tras el estallido de su burbuja inmobiliaria en 1991.
Deflación: un síntoma alarmante
Uno de los problemas más evidentes de que la economía no crece es la deflación. El índice de precios de producción lleva tiempo cayendo alrededor del 3% anual, lo que refleja una demanda interna estancada y una presión a la baja en los precios de exportación. De alguna manera, China está exportando deflación a otras economías, debido a la caída de los precios de sus exportaciones. La reducción del poder adquisitivo de la población y la consecuente menor demanda interna han provocado que las empresas tengan dificultades para aumentar los precios y mejorar sus ingresos. Los beneficios empresariales llevan más de dos años reduciéndose. Y el 25% de las empresas chinas declaran estar en pérdidas.
«En lugar de resolver sus problemas internamente, China está transfiriendo sus desequilibrios económicos al resto del mundo»
Una situación que no solo daña a la economía china, sino que también impacta en los mercados globales. Efectivamente, a medida que los precios de los productos chinos siguen bajando, las exportaciones del país están aumentando aún más. Sin embargo, este efecto es perjudicial para el resto del mundo. Las empresas de muchos países se están viendo afectadas, ya que deben competir con productos chinos cada vez más baratos. Lo que está generando una presión adicional sobre las economías de otras naciones, debilitando su industria y reduciendo el empleo. En lugar de resolver sus problemas internamente, China está transfiriendo sus desequilibrios económicos al resto del mundo.
El colapso del sector de la construcción
El sector inmobiliario ha sido uno de los principales motores del crecimiento chino en las últimas décadas, pero actualmente se encuentra en una crisis profunda. La caída de grandes promotoras inmobiliarias, el exceso de oferta de viviendas y la falta de confianza de los inversores han hecho que el sector pierda dinamismo. Como consecuencia, la construcción se ha desplomado, generando una cascada de efectos negativos sobre el empleo y el consumo. Con un sector inmobiliario muy débil, la economía china pierde uno de sus pilares de crecimiento.
Sobrecapacidad industrial y tensiones comerciales
China también se enfrenta a un problema de sobrecapacidad industrial. Actualmente, la utilización de la capacidad productiva industrial ha caído hasta el 75%, lo que significa que el 25% del potencial productivo de China está ocioso. En muchos sectores, las empresas han producido más de lo que el mercado puede absorber, lo que también está en el origen de la caída de los precios y de los beneficios. Además, las tensiones comerciales con Estados Unidos se han intensificado. La Casa Blanca acaba de imponer un nuevo arancel adicional del 10% sobre los productos chinos, lo que agravará aún más la situación de muchas empresas que dependen de la demanda exterior. Sin embargo, en 2024, las exportaciones chinas de bienes crecieron un 7%, reflejando que los importadores estadounidenses de mercancías chinas se adelantaron a los nuevos aranceles de Donald Trump.
Políticas necesarias para revertir la deflación
Para salir de la deflación y recuperar el crecimiento económico, el gobierno de Xi Jinping debe implementar una combinación de políticas monetarias y fiscales expansivas que impulsen la demanda agregada. Entre estas medidas se encuentran:
- Política monetaria más expansiva: el Banco Popular de China debería reducir aún más los tipos de interés y facilitar crédito más barato a empresas y consumidores. Esto incentivaría el gasto, reduciendo el riesgo de estancamiento.
- Estímulos fiscales más agresivos: el gobierno chino podría aumentar el gasto público en infraestructuras y programas de subsidios para fomentar el consumo y la inversión privada. Debería, por ejemplo, implementar recortes de impuestos y transferencias directas a los hogares, con el fin de aumentar la renta disponible y estimular la demanda interna.
- Rescate del sector inmobiliario: introducir medidas de apoyo para estabilizar el mercado inmobiliario, como la compra de viviendas vacías por parte del Estado y los municipios o incentivos fiscales a la compra de propiedades.
Si el gobierno no adopta estas medidas con decisión, la economía china podría caer en un prolongado período de estancamiento y deflación similar al de Japón en las últimas décadas.
Una economía al borde del estancamiento
China se enfrenta a una combinación de problemas que podrían llevar a un estancamiento prolongado. La deflación, la crisis inmobiliaria, la sobrecapacidad industrial y las tensiones comerciales crean un entorno económico complejo que podría dificultar la recuperación. Aunque el gobierno chino debería implementar medidas de estímulo, la falta de confianza en la economía y los problemas estructurales hacen que la recuperación sea incierta. La «japonización» de China es una posibilidad real si no se toman medidas decisivas para revertir la situación.
Como dijo George Bernard Shaw: «El progreso es imposible sin cambio, y aquellos que no pueden cambiar sus mentes no pueden cambiar nada».