Europa 'über alles' con Friedrich Merz
«Urge la unión de todos los estados fuertes de Europa, incluido el Reino Unido, que siempre fue baluarte de la democracia europea y es poseedor del mejor ejército del continente»

.
El Gobierno y Ábalos, en un mutuo reparto de papeles cómplice, han sellado una alianza sombría desde aquel fatídico estallido del escándalo llamado Koldo, que es el escándalo Ábalos, que es el escándalo Sánchez. Cada vez que se estrecha el cerco penal al exministro de Fomento, emerge el sustituto que, con hechuras de hombre fuerte —o más bien, de hombre lobo— encarna la amedrentadora imagen del poder de coacción en el Gobierno y en el partido. Ahora, a cuenta de la declaración de Jésica R., que resulta que sabía algo más que leer y escribir.
Así lo demuestran los recientes embates de Oscar P. contra este diario y, en especial, contra la periodista Ketty Garat, amparada por la Asociación de la Prensa de Madrid, por unos ataques “inaceptables en una sociedad que defiende la libertad de expresión” y contrarios al derecho a la información, al tiempo que se destaca el peligro de que los propios servidores públicos se adentren en semejantes acusaciones.
Garat ya destapó en su día muchas de las andanzas de Ábalos y, pese a las querellas, la Justicia le dio la razón, dejando al descubierto una verdad incómoda: la furia de éste, alimentada por las nuevas informaciones en sede judicial sobre sus amantes, se traduce en ataques de Puente que rozan, en el mejor de los casos, lo prepotente. Pero a quien protege, nadie se engañe, no es sólo a Ábalos.
Y mientras tanto, los ladridos de Puente recuerdan que THE OBJECTIVE cabalga, que es ciertamente un “ojo” siempre avizor, escrutador, en una selva política cada vez más sin ley ni piedad.
Llegó el momento en que Alemania devuelva a Europa todo lo que le ha ofrecido ésta desde la gran contienda mundial, que empezó siendo europea… Reunificación incluida. La irrupción de Merz como futuro canciller ocurre en el momento de la peor crisis continental desde la caída del Muro de Berlín, en un escenario de divorcio abierto con Estados Unidos que ha dejado a una OTAN paralizada y encaminada la peor guerra comercial que se recuerde en Occidente. Este suceso podría, y debe, marcar el punto de inflexión para que la nación más poblada y rica de la Unión Europea recupere, junto a una Francia renaciente bajo Macron y un gobierno solvente, el liderazgo del tándem franco-alemán tras el gris mandato de Scholz y sus potingues tricolores. Merz se aparece como el líder de la Leitkultur de los valores europeos. Del orgullo de ser europeos.
A Merz algunos le critican sus 198 centímetros de arrogancia, su verbo sonoro y sus declaraciones sin pelos en la lengua –un párvulo en desinhibición si se lo compara con el inefable Trump. Muchos le envidian, además de su discreto y honesto perfil político, haber sido juez y un profesional de notable éxito, sin pudor alguno por haber amasado una pequeña fortuna, y por haber osado enfrentarse a Merkel en lo que ella hizo mal: desde la libérrima política inmigratoria musulmana hasta el drástico cierre de centrales nucleares tras Fukushima, un accidente que ella consideró estructural.
Pero a Merz nadie le puede quitar su carácter resolutivo en dos cuestiones cruciales: no contempla gobernar nunca con el apoyo del radical y xenófobo Afd, cuyo inquietante ascenso no debe dejar indiferente a ningún demócrata, sino que ha decidido formar una Grosse Koalition con los socialistas –que, a pesar de sus torpezas, no han dejado de ser confiables por europeístas–, lo que aseguraría una larga legislatura sin sobresaltos.
El ejemplo alemán y su gran coalición frente a las fuerzas antidemocráticas, nacionalistas, putinescas y xenófobas ha de ser el modelo a seguir (y España, sin duda, tiene una lección que aprender).
Este Gobierno alemán democristiano-socialista supondrá un apoyo inquebrantable a Ucrania en el escenario de una mesa de villanos ruso-americana en la que Europa y, tristemente, la propia Ucrania, permanecen ausentes. Después del tercer grado de Trump y Vance a Zelenski en el Salón Oval frente al mundo, poco cabe esperar y mucho que temer de la negociación entre Putin y Trump.
Según Merz (y Starmer, el premier británico y segunda mejor noticia para la Europa libre) si la guerra prosigue, algo no descartable, habrá que armar a Zelenski con más y mejores defensas, mandándoles misiles Taurus para alcanzar objetivos militares y civiles en Rusia. Y si hay paz, deberá haber soldados de la Unión y Reino Unido en Ucrania para mantenerla.
La Unión Europea fue forjada para evitar una nueva guerra entre Alemania y sus vecinos, y Alemania ha demostrado ser durante 80 años el más fiel de los aliados, convirtiendo a estos en sus socios ineludibles. Ahora le toca a ella, con la audacia de un De Gaulle y el pragmatismo de un Adenauer, proteger el proyecto europeo y encabezar esa Europa de la Defensa, incluso dotada de capacidad nuclear para Alemania, que aquellos dos gigantes llegaron apenas a soñar.
Expertos militares murmuran que bastarían dos años y el doble del gasto en defensa para garantizar la paz en Europa sin la intervención de Estados Unidos. Parecen ser razonamientos de otra época, espejismos provocados por la guerra en Ucrania –que quizá sea la última contienda de posiciones, con cientos de miles de soldados en el teatro de operaciones–, en un continente próspero y burgués donde la vida se cotiza a precios altísimos y nadie se ofrece a morir, ni por Ucrania –como bien recordaba el investigador Espada– ni por la Unión Europea. La guerra a venir debería ser en su forma benditamente fría, o en el peor de los casos, se transformará en un conflicto tecnológico, de drones, aviones no tripulados y mísiles nucleares tácticos. Y en ese caso Europa ha de ser la mejor.
Mientras tanto, urge la unión de todos los estados fuertes de Europa, incluido el Reino Unido, que siempre fue baluarte de la democracia europea y que posee el mejor ejército del continente. El Brexit ha muerto.
Coda 1) Mazón el de las 20.38. Mandó por fin un vídeo: en efecto, a esa hora llegó en plan “¿Qué hay de nuevo, viejos?”; y así pretende sacudirse toda responsabilidad. (Si Feijóo no actúa, los electores actuarán por él).
Coda 2) El quita quita, trilera. La condonación de la deuda se convertirá en el test de estrés del PP en los próximos meses. Si alguna Comunidad Autónoma de las 14 con gobierno popular pica el anzuelo, será un castillo de naipes, y la trilera tendrá hecha su campaña para las andaluzas. Y Sánchez…
Coda 3) París vale una misa. Karla Sofía Gascón fue a la Gala de los César y, aunque no ganó, nadie se lo afeó y demostró que se ha ganado su derecho a ir a la de los Oscar, le guste más o menos al director y a la productora de la película. Oscar a un par.