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Ricardo Dudda

La excusa catalana

«A la izquierda española le molesta menos el discurso duro migratorio si proviene de un pueblo ‘oprimido’ como el catalán»

Opinión
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La excusa catalana

El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont. | EP

En España, las políticas de identidad han sido sobre todo políticas de apaciguamiento con el nacionalismo, especialmente catalán. Para la izquierda del establishment, el gran Otro de la sociedad española era el catalán. Los catalanes eran el gran colectivo oprimido que necesitaba políticas de reparación, como si fuera una minoría racial o refugiados políticos. Si está hablando de Cataluña, un izquierdista puede ponerse esotérico, esencialista, hablar de lo telúrico y lo místico de la nación. También puede hacer eso con otras culturas, sobre todo si son inferiores (es la mirada condescendiente del progresista occidental hacia otras culturas lo que las vuelve inferiores, no es que sean inferiores per se) pero nunca sobre uno mismo, sobre la cultura propia. Es decir, los discursos independentistas que sí se consideran emancipadores para la cultura catalana se vuelven reaccionarios si se aplican a la cultura española. 

Hacía el otro día el ejercicio Daniel Gascón en su última columna, en la que traducía unas declaraciones del PSOE sobre el acuerdo al que ha llegado el partido con Junts para delegar las competencias de inmigración, que son estatales, a la Generalitat. «España ha sido siempre un territorio que ha acogido a mucha población procedente de otros lugares y ha tenido la capacidad de integrarla en nuestro modelo democrático de sociedad y en la españolidad». Gascón cambia «Cataluña» y «catalanidad» por «España» y «españolidad». La versión original es políticamente aceptable; la segunda se consideraría supremacismo españolista. 

«Junts es un partido de derechas o aceptable según sean necesarios su votos»

A la izquierda española le molesta menos el discurso duro migratorio si proviene de un pueblo «oprimido» como el catalán. Es un fenómeno fascinante. Mientras la socialdemocracia en Europa se acerca a políticas migratorias cada vez más duras, el PSOE mantiene una política de puertas abiertas. Con la excepción catalana. Junts es un partido de derechas o aceptable (esas son las categorías aplicables) según sean necesarios su votos. Si los independentistas amenazan con tumbar al gobierno, Junts es un partido de derechas, que es lo peor que se puede decir de un partido. Si están calmados, son un socio más, un ejemplo de la cultura transaccional y la cultura democrática del PSOE, capaz de entenderse con los diferentes. 

La excusa catalana puede servir como campo de pruebas. Si el PSOE quiere de pronto adoptar un discurso migratorio más duro, puede probar primero a usar la carta catalana. Es decir, que sea el PSC el que hable de la necesidad de proteger la catalanidad de enemigos externos que ponen en peligro su esencia. Al provenir desde Barcelona ese discurso, y no desde Madrid o Jaén, podrá resultar más tolerable para la izquierda del resto del país. Y luego ya es cuestión de dar el salto a toda España de manera sutil. Es un equilibrio precario. Pero el partido ya lleva años así, al filo de lo imposible. 

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