THE OBJECTIVE
Ignacio Vidal-Folch

Justicia para Joan Serra Montagut

«El cooperante, que lleva 15 años dedicado a educar a las comunidades indígenas, ha sido detenido en México por amenazar a una camarera para que bajase la música»

Opinión
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Justicia para Joan Serra Montagut

El ativista Joan Serra Montagut. | RRSS

Me gustaría llamar la atención sobre el caso de Joan Serra Montagut, un cooperante catalán, melenudo, que lleva 15 años en México, a sueldo sucesivamente de la Generalitat de Cataluña y de la Unesco, dedicado a alfabetizar y educar en feminismo a las comunidades indígenas.

Desde hace algún tiempo reside en la ciudad de Mérida, en la provincia de Yucatán. El otro día, a las 06.50 horas de la mañana, bajó de su casa –camisa abierta, pantalón corto, chanclas–, irrumpió en el bar de enfrente (uno de esos locales con las puertas abiertas a la calle) y reclamó, irritado, a la camarera, que estaba allí sola, que bajase la música.

Ella le dijo que no podía (¡!), y entonces Serra, enajenado, se puso a romper cosas y a gritarle amenazas. La chica estaba aterrorizada ante ese despliegue de violencia.

El español gritaba: «¡Soy una persona que lleva diez años luchando por mejorar este puto mundo y exijo respeto!» Frase que también pronunciaba el Dr. Evil en las películas de Myke Myers (¡Exijo un poco más de respeto!) y que quizá denota cierta mentalidad mesiánica, narcisista quizás, y hasta colonialista, pero también signo de una muy humana exasperación ante la torpeza con la que «el mundo» responde a los esfuerzos redentoristas y el imperio de la razón.

Ahora bien: había cámaras filmando. El incidente trascendió, la camarera posteó su lamento en las redes sociales, éstas ardieron, y a la mañana siguiente diez agentes de policía, diez, se presentaron en casa del abusador y se lo llevaron preso.

«La Generalitat y la Unesco no han perdido ni un minuto en desentenderse del réprobo»

Siguieron declaraciones de las autoridades según las cuales no iban a tolerar semejantes «abusos contra la mujer».

Virtuosa declaración de principios, especialmente encomiable en un país que es célebre por su tasa de feminicidios, donde el 95% de los crímenes quedan impunes, y donde la policía es tan temida por la población como los sicarios de los que supuestamente la debería proteger.

La Generalitat y la Unesco no han perdido ni un minuto y han publicado rápidamente sus comunicados en los que se desentienden del réprobo: ¿Serra Montagut? Connais pas.

La jauría de virtuosos e imbéciles de turno ladrarán que al joven le está bien empleado, por chulo irrespetuoso. Ojalá nuestra embajada se movilice rápidamente y lo repatríen, porque allá su vida no vale ahora ni una colilla.

Su casa está vacía. Y en la acera de enfrente sigue abierto, y atronando la calle desde las seis de la mañana, el verdadero culpable del arrebato de cólera del desdichado Serra: el maldito bar, con su indeseable música alegre, insomne.

Música, música, cuántos crímenes se cometen en tu nombre.

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