Universidad y censura
«El 70% de los estudiantes de Chicago y el 61% de los de Harvard dicen que se sentirían ‘incómodos expresando su opinión sobre un tema controvertido en clase’»

Estudiantes de la Universidad de Chicago protestando a favor de la causa Palestina. | Vincent Alban (Zuma Press)
Niall Ferguson es un historiador británico que trabaja en la Universidad de Stanford. Este autor publicó en The Times el 28 de febrero de 2025 un artículo sobre las universidades norteamericanas y británicas cuyos argumentos merece la pena atender. Para comenzar, asegura que las universidades británicas caminan hacia la bancarrota: «En términos reales, la financiación ha disminuido casi un tercio desde que las tasas de matrícula se elevaron a 9.000 libras en 2012. Cuatro universidades del Grupo Russell (Cardiff, Durham, Newcastle y Sheffield) están despidiendo a profesores para tratar de equilibrar sus cuentas».
«Al otro lado del charco, las universidades estadounidenses, mucho más ricas, están en camino de enfrentar con la Administración recién elegida de Donald Trump, un choque que ellas mismas han provocado tras años de abierto activismo político de izquierda. Parece que se va a recortar la financiación federal y se va a cuestionar el generoso tratamiento fiscal que reciben las donaciones».
«Y en Gran Bretaña, hasta las instituciones más antiguas y ricas tienen problemas. A pesar de los problemas evidentes que los programas para promover la ‘diversidad, la equidad y la inclusión’ (DEI) han causado en las universidades, la dirección de la Universidad de Oxford parece decidida a seguir el mismo camino hacia la perdición».
«Después de toda la locura que hemos visto en las universidades de élite de Estados Unidos en el último año y medio parece mentira que Oxford emplee a 59 personas para diversidad, equidad e inclusión a un coste de 2,5 millones de libras. Aún más desconcertante, dado el lamentable estado de las finanzas universitarias, es el aumento del 20% en el personal dedicado a esos cometidos a nivel nacional desde 2022».
Según Ferguson, los funcionarios universitarios, en lugar de promover la diversidad, hacen todo lo posible por implantar la uniformidad, lo cual implica el mal trato a los profesores de centro-derecha. Esto explica que Lord Hague de Richmond, nuevo canciller de Oxford, se viera obligado a decir lo siguiente:
«En lugar de pensar y hablar con libertad, los estudiantes norteamericanos se han acostumbrado a lo contrario»
«La preocupación de una universidad es que las opiniones se formen sobre la base de la verdad, la razón y el conocimiento, lo que a su vez requiere pensar y hablar con libertad».
En lugar de pensar y hablar con libertad, los estudiantes norteamericanos se han acostumbrado a lo contrario. Según la Fundación para los Derechos Individuales y la Expresión (Fire, por sus siglas en inglés), el número de intentos de desmantelamiento de plataformas en los campus estadounidenses se cuadruplicó entre 2010 y 2017. El año pasado hubo 193. Esto explica por qué en 2024 el 17% de los estudiantes estadounidenses dijera que se sentía incapaz de expresar su opinión sobre un tema, al menos, dos veces a la semana debido a cómo responderían los estudiantes, o cualquier profesor. Más de la mitad (54%) aseguró que sobre el conflicto israelí-palestino era difícil «tener una conversación abierta y honesta en el campus».
El ejemplo más reciente es el de la profesora de Derecho Amy Wax, que actualmente mantiene una demanda contra la Universidad de Pensilvania después de que la suspendieran durante un año por hacer «generalizaciones radicales, despreocupadas y despectivas sobre grupos por raza, etnia, género, orientación sexual y estatus migratorio».
El 70% de los estudiantes de Chicago y el 61% de los de Harvard dicen que se sentirían «incómodos expresando sus puntos de vista sobre un tema controvertido durante una discusión en clase».
En la España de Franco no pasaba esto y cada estudiante decía en público lo que le daba la gana.