The Objective
Esther Jaén

Sánchez y la incultura de Defensa

«Las políticas de los sucesivos gobiernos han alimentado una visión irreal del Ejército, no han ayudado a combatirla o a hacer siquiera un ápice de pedagogía»

Opinión
26 comentarios
Sánchez y la incultura de Defensa

Varios militares en la Base Logística Principal del Ejército de Tierra.

No hay que ser un lince para comprobar, con todo el cariño y el respeto por las Fuerzas Armadas (FFAA), que en España andamos justitos de lo que se conoce como «cultura de Defensa», por no decir que, en el mejor de los casos, la inmensa mayoría de los ciudadanos tiene una imagen parcial y deformada, cuando no jibarizada, de las funciones y tareas ordinarias del Ejército.  

Hay que reconocer que, desde los albores de la democracia hasta ahora, la imagen de las FFAA ha mejorado notablemente. Y que, hasta el año 2017, momento en el que el CIS dejó de hacer estudios monográficos sobre la imagen del Ejército en España, los militares obtenían una puntuación media de 6,71 (militares de carrera) y de 6,75 (soldados profesionales), por encima de los periodistas, por ejemplo, aunque dos puntos por debajo de bomberos, médicos y profesores. 

Sin embargo, esa mejoría que despunta en los 90 y se consolida posteriormente, tiene mucho que ver con las misiones de paz del Ejército español en el exterior, o con la labor que desempeña la Unidad Militar de Emergencias (UME) en las catástrofes, rescatando vecinos de Valencia, tras la tragedia provocada por la dana, desinfectando residencias de mayores del maldito coronavirus, acudiendo a echar una mano tras la erupción del volcán de La Palma, o quitando nieve en Madrid para permitir la movilidad de los madrileños aislados tras el paso de Filomena. Eso es lo que acostumbran a mostrarnos los medios de comunicación de nuestro Ejército. Parece que los hace más atractivos a nuestros ojos: que desempeñen labores propias de bomberos, o de médicos, incluso de profesores de español, a miles de kilómetros de casa, como hacían en los Balcanes en los años 90. 

«La UME y las misiones de paz están muy bien, pero son una parte mínima dentro de la realidad de las FFAA»

Nos chiflan las labores heroico-sociales. Y, como Peter Pan se negó a crecer, los españoles nos negamos a aceptar la realidad. ¿Guerra? ¡Caca, culo, pedo, pis! ¡No a la guerra! ¡OTAN no, bases fuera! Pero ha llegado el momento de madurar y asumir que a personajes como Vladímir Putin no los conmueves con una serenata de balalaika a la luz de la luna.

Un Ejército, por muy capaz que sea de asumir cualquier tarea que se le encomiende, ha sido concebido para garantizar la seguridad de su ciudadanía. Y esa labor pasa por estar preparados para defender territorios, fronteras, espacio exterior, aguas territoriales, costas, montes y subsuelo. Y eso se hace con buques, con fragatas, satélites, misiles, carros y aviones de combate… En definitiva, material militar, armamento de guerra. Hasta aquí, queridos amigos, la primera lección de Seguridad Nacional y Defensa: qué es, para qué sirve y qué herramientas utiliza el Ejército. Que cada cual saque sus conclusiones y defina sus posiciones, pero ¡coherencia y realismo, por favor! La UME y las misiones de paz están muy bien, pero son una parte mínima dentro de la realidad de las FFAA.

Si a esa suerte de incultura de Defensa que nos invade le añadimos los sucesivos Gobiernos, desde José Luis Rodríguez Zapatero, cuya valoración subió como la espuma en las encuestas tras sacar a la carrera a las tropas españolas de Irak, porque eso era «lo que quiere el pueblo»; a la imagen del mejor perfil de Mariano Rajoy silbando el puente sobre el río Kwai, cuando el entonces presidente de EEUU y Nobel de la Paz, Barack Obama (¡que las reclamaciones de EEUU no son un invento, ni una rabieta de Donald Trump, oigan!) pedía ya la inversión del 2% en el presupuesto de Defensa para todos los países OTAN; pasando por las proclamas de Sánchez, cuando planteaba suprimir el Ministerio de Defensa en cuanto llegase al poder, entenderemos muchas cosas. 

Las propias políticas públicas de los sucesivos gobiernos han alimentado esa visión irreal del Ejército, no han ayudado a combatirla o a hacer siquiera un ápice de pedagogía. Con ese caldo de cultivo, hay que descifrar la última encuesta que ha elaborado el CIS, en relación con el Estado del bienestar y en la que, como quien no quiere la cosa, pregunta por el gasto de Defensa. Se realizó el pasado mes noviembre, con Trump y sus «cositas» ya en nuestras oraciones, con una muestra de 4.000 encuestados y la conclusión es que, en ese momento, el 60% de los españoles apostaría por un gasto igual, menor, o mucho menor que el actual.

Vamos, que no están por la labor de incrementar el presupuesto de Defensa, por muy solemne y circunspecto que comparezca Pedro Sánchez en público. Tendrá que entender el presidente que no todo el mundo tiene su capacidad de «cambiar de opinión» con tanta celeridad y vehemencia. 

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D