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Álvaro Nieto

Guerra en Prisa: Sánchez prepara su derrota

«El presidente del Gobierno teme perder el favor de ‘El País’ y la Cadena Ser una vez que el Partido Popular llegue a La Moncloa»

Opinión
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Guerra en Prisa: Sánchez prepara su derrota

Ilustración de Alejandra Svriz.

La curiosa guerra que se ha desatado durante las últimas semanas en el Grupo Prisa revela hasta qué punto Pedro Sánchez tiene serias dudas de que pueda aguantar mucho tiempo en el palacio de la Moncloa. Solo así se explica que el presidente del Gobierno, con la colaboración bochornosa de varios de sus ministros, ande estos días intentando dar un golpe de mano en uno de los principales conglomerados mediáticos del país.

La pregunta que cualquier español de a pie se estará haciendo en este momento es por qué Sánchez está tan preocupado por un grupo cuyos medios de comunicación están fielmente alineados con el Ejecutivo. Qué necesidad tiene el presidente de controlar algo que ya controla, se preguntarán muchos.

Y la respuesta es por miedo. Sánchez no se fía. Sabe que por ahora cuenta con el apoyo del periódico El País o de la Cadena Ser y que mientras él esté en La Moncloa eso no va a cambiar, por mucho que algunos elucubren con esa posibilidad, porque hay demasiado dinero en juego: Prisa necesita para sobrevivir el ingente chorro de publicidad institucional que le llega desde el Gobierno. El problema es que Sánchez tiene serias dudas de que ese apoyo vaya a continuar si él algún día pierde el poder. ¿Le mantendrá fidelidad Joseph Oughourlian, el pragmático hombre de negocios que preside el grupo mediático?

Sánchez sabe que es un peligro que Oughourlian siga al frente de Prisa porque, como presidente de un fondo de inversión, en realidad le mueve el dinero, no la ideología. El francés de origen armenio está deseando que el grupo galo Vivendi, con el que suele ir de la mano en los negocios, incremente su poder en la empresa… pero resulta que los franceses son más bien de derechas y eso no gusta en Moncloa. Por eso el presidente del Gobierno prolongó más allá de la pandemia el mal llamado ‘escudo antiopas’, que le da derecho de veto sobre cualquier operación accionarial extranjera que afecte a empresas estratégicas españolas. Y ya hizo uso de ese poder vetando en 2022 que Vivendi elevara su participación en Prisa al 20%.

El PSOE sospecha que si el Partido Popular gobierna pronto en España puede tener la tentación de autorizar una mayor presencia de Vivendi en Prisa y, con ello, provocar de rebote que la línea editorial de sus medios deje de ser sanchista. Y además Sánchez ya no tendrá el manguerazo de la publicidad institucional para convencer a nadie de lo contrario. Por tanto, las posibilidades de perder el favor del periódico y la radio que más siguen los votantes del PSOE serían altísimas con Feijóo en Moncloa.

Los socialistas tienen claro que hay que impedir esa posibilidad a toda costa porque para tener prietas las filas de su electorado es fundamental el apoyo de esos medios, especialmente de la Cadena Ser. No en vano, conviene no olvidar cuál fue el primer golpe de mano de Sánchez apenas una semana después de su victoria en la moción de censura del 1 de junio de 2018: El País destituyó como director a Antonio Caño, que había sido muy crítico con el líder del PSOE, y su sucesora acometió una purga sin precedentes echando a los siete principales directivos… En apenas 24 horas, el periódico pasó de exigir al flamante Gobierno la convocatoria inmediata de elecciones generales a defender que Sánchez debía seguir en el poder hasta que considerase oportuno.

Tampoco hay que perder de vista el otro motivo que ha provocado la guerra en Prisa: un descarado intento por crear una nueva televisión en abierto en España. El Gobierno está decidido a ello precisamente por ese miedo a quedarse sin aliados mediáticos cuando vengan mal dadas. Saben que Atresmedia y Mediaset, los dos gigantes audiovisuales, intentarán llevarse bien con el que mande y que, por supuesto, la Televisión Española de ahora pasará a mejor vida si gobierna el PP. Por eso Sánchez, quizás aconsejado por su gurú Zapatero, que ya montó en su día La Sexta con el mismo propósito, se emperra ahora en levantar un nuevo canal de TDT que le ayude a incendiar las calles en caso de derrota electoral.

Los planes del Gobierno eran que fuera Prisa quien montara esa televisión, pero Oughourlian, con buena lógica empresarial, ha dicho basta: crear en pleno siglo XXI una tele de esas características es el camino más corto hacia un nuevo fracaso, y bastante dinero ha perdido ya él en España. Por eso ha decidido expulsar de Prisa a los agentes infiltrados de Moncloa y ahora está librando una batalla contra el reloj para conseguir los apoyos suficientes que le permitan permanecer al frente de la compañía, de la que solo controla directamente el 30% de su accionariado.

La guerra acaba de comenzar, pero no está nada claro que el presidente de Amber Capital la vaya a ganar. Oughourlian, que es muy hábil en las intrigas palaciegas, pues consiguió descabalgar en su día al todopoderoso Juan Luis Cebrián, se está pertrechando bien y ha conseguido, al menos de momento, aislar a los accionistas más fieles al PSOE.

Pero el Gobierno va con todo. En Moncloa consideran una auténtica declaración de guerra el artículo en el que el nuevo presidente de El País equiparaba a Sánchez con Franco y están dispuestos a quemar todas las naves con tal de conseguir su propósito: que el Grupo Prisa quede en manos de gente fiel y que la nueva tele esté en marcha cuanto antes. Se trata de hacer acopio de suficiente arsenal mediático para cuando haya que intentar recuperar La Moncloa desde una trinchera mucho más incómoda y desvalida.

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