The Objective
Carlos Padilla

Presidente, ¿Prisa ya es fachosfera?

«El Gobierno quiere tomar el control de una empresa de comunicación, y no hay periodistas en las escalinatas del Congreso para protestar»

Opinión
Presidente, ¿Prisa ya es fachosfera?

El presidente del Grupo Prisa, Josep Oughourlian.

España no tolera el tedio. Este trozo del mundo es como el amor que cantó Massiel, te mueve por dentro y te hace ser más, y te empuja y te puede y te lleva detrás, pero a la vez te alza, te lanza, te quema… España hace luz en tu alma, hace fuego en tus venas. Cosas inciertas se están dejando ver en la nación que preside Pedro Sánchez. Ahora resulta que hasta Prisa, la empresa editora del diario El País y propietaria de la Cadena Ser, está combativa contra el gobierno. No tanto en su línea editorial como en la línea empresarial. Una batalla porque el gobierno socialista, firme defensor de boquilla por la independencia de los medios, tenga el control, accionistas afines mediante, del imperio comunicativo que en su día comandó Jesús de Polanco. Los años dorados de Prisa que ya no volverán.

No deja de sorprender la tentación devoradora de un Gobierno con una mayoría tan exigua. Es el ánimo insaciable con el que Sánchez observa el panorama mediático, no admite grados en la magnitud del apoyo, él lo quiere todo. Puestas sus armas contra El hormiguero de Motos —al entender el daño que le deben de hacer a su Ejecutivo las críticas de Tamara Falcó—; teniendo en su Consejo de Ministros a Óscar Puente con sus señalamientos y sus informes de insultos —ese dinero público bien invertido, señora—; soltando lo de «bulo» como comodín de toda información incómoda; intentando desde el poder, en la lógica plebiscitaria de Sánchez, dividir a la profesión periodística en medios güenos y los pseudomedios; dando empleo al insultador profesional de Idafe Martín Pérez; aprobando un decreto que cambió las mayorías parlamentarias para elegir a los consejeros de RTVE (convalidado en el Congreso, sin respeto alguno a las víctimas de la dana, la mañana del 30 de octubre de 2024).

El Gobierno, campanudo y aleccionador, presentó hace meses el plan de calidad democrática. Y el presidente, en esforzado papel como adalid de la verdad en la vida pública, hablaba de la imperiosa necesidad de transparencia, independencia y pluralismo mediático para garantizar una información veraz. «Que se sepan las fuentes de financiación de los medios, el nombre de sus accionistas y sus cifras de audiencia», explicó Sánchez. El mismo presidente de un Gobierno que exhibe su fuerza, la del Estado, para, como ya hizo con menor esfuerzo con Pallete en Telefónica, enseñarle la puerta de salida a Joseph Oughourlian, presidente del Grupo Prisa. ¿Independencia? No bonita, que diría Carmen Calvo.

El Gobierno quiere tomar el control de una empresa de comunicación. No hablamos de Donald Trump ni de Viktor Orban, es el Ejecutivo de Sánchez, y no hay periodistas en las escalinatas del Congreso para protestar. Es el escándalo normalizado, en este juego gubernamental de aliados y enemigos. Toda adhesión es poca para el presidente Sánchez, toda lisonja se queda corta para lo que él cree que merece. Podría el líder socialista haberse contentado con la línea editorial que mantiene El País o la Cadena Ser, pero deseaba también, lo sigue deseando, una televisión. Un canal de TDT, o como algunos lo han apodado, TelePedro. Un medio que bien podría incluir programas críticos (solo con la oposición) como Un, Dos, Tres… es por culpa de Ayuso otra vez, Abascal: Historias para no dormir o ¿Cómo de radical se ha levantado hoy Feijóo?

Oughourlian, que echaba más cuentas en solventar la deuda de la compañía que pendiente de las decisiones editoriales, ha defendido que Telepedro sería una inversión ruinosa. Pero hay quienes piensan que no, y comandados por José Miguel Contreras, los afines al Gobierno están moviendo sus piezas para lograr la mayoría accionarial de Prisa con la que descabalgar al inversor de origen armenio. El Gobierno le está poniendo ganas, más que confirmado ahora con la información de Le Point que desvelaba la reunión entre el ministro Óscar López junto a Marc Murtra, presidente de Telefónica, con Arnaud de Puyfontaine, el consejero delegado de Vivendi (que posee 12% de Prisa). Con la idea de que estos vendan sus acciones a manos amigas del Gobierno.

«El amor desbarata tus grandes ideas», cantaba Massiel. El amor, no por la independencia ni la libertad de los medios, el amor propio y la necesidad de piropos constantes, ya no basta la afinidad en prensa, radio, televisión, ahora un canal aún más cariñoso. «Y el amor desbarata tus grandes ideas. Te destroza, te rompe, te parte, te quiebra. Y te hace ser ese que tú no quisieras. Y te empuja a ser malo…».

Publicidad