Javier Ayala no quiere que Fuenlabrada brille
«Silvia Intxaurrondo consignó que ‘los menas vienen a hacer brillar esta sociedad’, en un discurso muy aplaudido por los socialistas. Pero quieren que brillen en tu barrio»

El alcalde socialista de Fuenlabrada, Javier Ayala. | A. Pérez Meca (Europa Press)
El debate público está dominado por discursos vacíos e hipócritas que no se creen ni quienes los expulsan. Esta tesis está trufada de ejemplos, pero se impone sobre todo en la cuestión migratoria, que evidencia más que ninguna otra la distancia entre las élites (quienes promulgan determinadas medidas) y el pueblo (que las sufre). El último ejemplo preclaro nos la ha ofrecido el alcalde socialista de Fuenlabrada, Javier Ayala, que pertenece a un partido que predica las bondades de albergar un centro de menas en tu barrio, pero se niega en redondo cuando debe hacerlo en el suyo.
Las costuras del discurso oficial se han visto perfectamente esta semana con motivo del reparto de menas entre las comunidades autónomas, y, entre estas, los municipios. Podría decirse que el PSOE ha quedado doblemente retratado. En primer lugar, porque ha concedido a sus socios catalanes el beneficio de abstenerse, sobrecargando a otras regiones como la Comunidad Madrid, y en segundo lugar porque en esta uno de sus alcaldes más insignes ha puesto el grito en el cielo al verse afectado.
La postura de Ayala, alejándose del buenismo idiota, es de una sensatez aplastante. ¿Qué pinta una multitud de inmigrantes «en medio de la nada» y en un centro que no es «adecuado para acoger a estas personas»? El problema de ese argumento es que aplica a muchos otros municipios afectados por esta dinámica. De hecho, aplica a todos.
«Si metes a cien menas sin referencias familiares ni culturales en un mismo espacio, ¿cómo pretendes que se integren? Van a crear un gueto paralelo en esa ciudad y van a replicar su mundo en nuestro mundo. Y esto no es una predicción, es un spoiler. Vean Suecia o Francia»
La respuesta del Partido Popular de Madrid, aunque se pretendía ingeniosa, ha consistido (sorpresa) en asumir el marco de la izquierda: «Javier Ayala es racista». Esa réplica pueril («rebota, rebota y en tu culo explota») se puede volver perfectamente en su contra: ¿Carlos Mazón es racista? ¿Son racistas la mayoría de españoles que no desean un centro de esas características en su barrio? ¿Son racistas sus propios votantes?
No, no son racistas quienes, sobrados de argumentos sólidos, se oponen a este sinsentido. En primer lugar, los centros de menas son modelos de integración fallidos. Tal y como explica Samuel Vázquez, presidente de Una Policía para el Siglo XXI, «para integrar hay que dispersar». Si metes a cien menas sin referencias familiares ni culturales en un mismo espacio, ¿cómo pretendes que se integren? Van a crear un gueto paralelo en esa ciudad y van a replicar su mundo en nuestro mundo. Y esto no es una predicción, es un spoiler. Vean Suecia o Francia.
En segunda instancia, no es cierto que estemos acogiendo a «niñas y niños» que «huyen de la guerra», como desprenden sin vergüenza nuestros dirigentes políticos, generalmente izquierdistas, pero con la adhesión entusiasta de moderaditos como Juanma Moreno Bonilla. Con los datos de la Fiscalía en la mano, tan sólo el 4,89% de los menas que llegan a España son mujeres. Además, sólo el 43,53% de los menas son acreditados como menores de edad. Estamos acogiendo a varones en edad militar de países como Senegal, Marruecos, Gambia y Argelia.
Y, por último, generan conflictos. Para saberlo, basta con preguntar a los afectados. En 2023, Batán se rebeló contra el centro de menas porque en los cuatro años que llevaba ahí instalado «se empezaron a reportar más robos de lo que era habitual». El año pasado, vecinos de la Sierra Norte se manifestaron en el municipio del Vellón para exigir el cierre del centro de menas de esta localidad de la Comunidad de Madrid que, decían, está provocando problemas de inseguridad en los alrededores. Estos casos, lejos de ser la excepción, son ya la triste norma en toda España.
Ajena a todos estos problemas, Silvia Intxaurrondo consignó con solemnidad que «los menas vienen a aportar su talento para hacer brillar esta sociedad», en un discurso que fue muy aplaudido por los socialistas. Pero quieren que brillen en tu barrio. Cuánta generosidad.